“Redacción Básica” fue el curso -que tuve la fortuna de dictar- con que nuestra flamante Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación abrió fuegos en un inolvidable día, hace ya veinte años.

No era, por supuesto, el primer compromiso de la PUCP con la enseñanza y la práctica de la comunicación, pues fuimos pioneros. En 1945 se inauguró la recordada Escuela de Periodismo, que forjó periodistas profesionales hasta 1972 en que la Universidad se inclinó por la promoción de las nuevas técnicas audiovisuales pues la televisión había ya demostrado su enorme potencial.

Así nació entonces del Centro de Teleducación, el recordado CETUC, cuyo antiguo edificio y espacios ocupamos después para instalar la nueva Facultad que reuniría los saberes de la comunicación, añadiendo como una verdadera novedad: la Especialidad de Artes Escénicas.

Las semillas que sembraron las autoridades de entonces, y que cultivaron con tesón un puñado de profesores dirigidos por Luis Peirano, ha dado frutos satisfactorios. Promoción tras promoción, decenas de alumnos han pasado por nuestras aulas y, en su práctica laboral, nos han demostrado que los esfuerzos no han sido vanos.

La enseñanza de las especialidades de la comunicación se ha enfrentado siempre, y la problemática es general, a la velocidad de renovación de la tecnología y que hace casi imposible seguir el paso a los medios empresariales de información y entretenimiento.

Luis Peirano lo dijo hace veinte años en su discurso inaugural: “Es un nuevo lugar común referirse a las comunicaciones partiendo de los problemas que generan la globalización, el vertiginoso avance tecnológico y la progresiva fusión de la cibernética con el pensamiento, la información, la creatividad y la sensibilidad de nuestro tiempo”. Pero advirtió, como lo seguimos haciendo, que el uso de las técnicas modernas debe ir de la mano con la responsabilidad social, con el convencimiento de que las nuevas herramientas deben servir para la educación, la promoción de valores, ciudadanía, el aliento a la participación y, lo repetiremos siempre, con el compromiso con nuestra sociedad.

La Facultad está empeñada en la tarea, urgente, difícil, de renovar su plan de estudios porque las nuevas condiciones de la información y la comunicación hacen necesario reverdecer planteamientos. Nadie ignora que los llamados “millenials” producen y consumen comunicación de manera alejada de aquellos jóvenes que formamos hace veinte años, cuando el celular y las tablets eran una novedad cara y escasa. Hoy la pedagogía de la comunicación es inimaginable sin los instrumentos digitales.