Impulsemos la resistencia del libro frente a la pandemia
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Silvia María Gonzales
Bachillera en Literatura Hispánica PUCP y directora de Madriguera Editorial
Con la pandemia muchas cosas han cambiado. Mientras las cifras de esta enfermedad crecen a nivel internacional, las ferias del libro progresivamente se fueron cancelando y, al iniciar el estado de emergencia nacional, las librerías cerraron sus puertas hasta nuevo aviso. Sin ferias y sin librerías, llegar a nuestros lectores de la forma en la que lo hacíamos se interrumpió y los planes para el 2020 dejaron de tener sentido.
La paralización de actividades afecta a autores, ilustradores, editores, correctores, diseñadores, libreros, impresores, gestores culturales, mediadores de lectura, bibliotecarios, entre otros que forman el ecosistema del libro y la lectura».
Por un lado, el efecto inmediato de esta situación deja a miles de personas en un panorama incierto. La paralización de actividades afecta a autores, ilustradores, editores, correctores, diseñadores, libreros, impresores, gestores culturales, mediadores de lectura, bibliotecarios, entre otros que forman el ecosistema del libro y la lectura. Por otro, este año, al quedar postergados cientos de libros hasta nuevo aviso, la bibliodiversidad recibe un duro golpe que nos afecta a todos como lectores.
Más allá de las discusiones por reinventar el sector acelerando su transformación digital, se requiere con urgencia abordar un problema que el contexto actual ha hecho aún más evidente: acciones claras desde el Gobierno no solo para la reactivación, sino para posibilitar un crecimiento sólido a largo plazo.
Más allá de las discusiones por reinventar el sector acelerando su transformación digital, se requieren acciones claras desde el Gobierno no solo para la reactivación, sino para posibilitar un crecimiento sólido a largo plazo».
Como marco general, continuamos sin Ley del Libro. En octubre del año pasado, mediante Decreto de Urgencia N° 003-2019, se admitió una prórroga que atendía algunos aspectos de forma parcial, a la par que abría algunas posibilidades con la aparición de fondos para el Ministerio de Cultura (Mincul), a destinarse en estrategias a nivel nacional y adquisición de libros, y al Ministerio de Educación (Minedu) para la dotación de bibliotecas escolares. Sin embargo, estos fondos, que debían ser ejecutados en el presente año, aún no son transferidos por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Con respecto a la Ley, existe un documento elaborado en la Dirección del Libro y la Lectura con la participación de los gremios. Para que este documento sea el norte tan necesario de las políticas públicas referidas al libro, urge voluntad política por parte de Presidencia, y de las ministras del Mincul y del MEF.
Se necesita la asignación de fondos a medidas que serán fundamentales para reactivar la producción del libro. Esta misma medida puede extenderse a la compra de contenidos electrónicos que apunten a la creación de una biblioteca pública digital».
Como acciones inmediatas, se necesita la asignación de fondos a medidas que serán fundamentales para reactivar la producción del libro. Dichos fondos pueden ser destinados a compras públicas de libros para las bibliotecas y espacios de lectura, que privilegien el interés cultural y literario, y que permitan incorporar a las pequeñas y microempresas. Esta misma medida puede extenderse a la compra de contenidos electrónicos que apunten a la creación de una biblioteca pública digital.
Por otro lado, también se requieren medidas para reactivar el funcionamiento de las bibliotecas y protocolos que habiliten la venta domiciliaria, y el e-commerce de libros desde las pequeñas y microempresas del rubro.
¿Cómo aportar de forma personal? Sumemos nuestra voz a los pedidos de los gremios por políticas públicas y acciones del Estado, e identifiquemos y apoyemos las iniciativas de las editoriales, librerías o afines de la forma en la que nos sea posible. Estamos separados, pero impulsemos, unidos, la resistencia del libro.
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