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“Lo que estamos haciendo es generar todos los espacios de diálogo que sean posibles”

  • Carlos Garatea
    Rector de la PUCP
  • Texto:
    Gabriel Aller
  • Texto:
    Rosario Yori
  • Fotografía:
    Tatiana Gamarra

¿Qué le ha servido más en estos meses para gestionar la Universidad: su formación como abogado o como lingüista?

Los dos. La formación de abogado me ha permitido tener olfato para detectar de dónde pueden venir algunos problemas. La formación en humanidades me ha servido para no dejar de dialogar, porque si hay algo que se debe practicar es esa disposición para conversar, a estar dispuesto siempre a darle tiempo a quien quiera hablar con uno. Ser autoridad es un trabajo de servicio. Este es un trabajo para servir a la Universidad y no puedes servir a los demás si no dialogas.

Han pasado 120 días desde que asumió el Rectorado. ¿Cómo ha sido esta experiencia?

Me ha parecido poco tiempo para la cantidad de cosas que hay que hacer. Pero, en simultáneo, ese tiempo me ha permitido ver el futuro y los cambios que queremos implementar. En 120 días, se han podido resolver cosas que estaban pendientes y que eran urgentes, para poder pensar con tranquilidad en el futuro. Mi balance es positivo y también optimista, lo que no quiere decir que uno se olvide de que hay un montón de cosas pendientes.

El último año no ha sido fácil para la PUCP, a la renuncia de un rector y dos vicerrectores, le siguió un Rectorado pro tempore y una elección en la que usted fue elegido. Algunos señalaban durante la campaña que usted era el candidato de la continuidad. ¿Qué ha cambiado en la conducción de la Universidad?

¿Qué cosa ha cambiado? Para empezar, las personas que han entrado al gobierno de la Universidad son profesionales y académicos nuevos, de otra generación y con otra mirada. Hemos hecho cambios en la administración, han sido salidas complicadas en algunos casos. Hemos cumplido con los mandatos de la Asamblea de iniciar los procesos administrativos y laborales a exautoridades, y nos hemos propuesto resolver los problemas por más duros que sean.

En su discurso de asunción al Rectorado, dijo que, en caso de los recargos por cobros extemporáneos, la Universidad falló a los alumnos y sus familias. ¿Qué decisiones ha tomado en el tiempo que lleva de gestión para que no se repitan estas fallas?

Esa percepción mía no ha cambiado. El problema de fines del año pasado pudo ser evitado y la manera en que se resolvió debió ser mejor. Para que hechos así no se vuelvan a repetir, se han hecho auditorías y estudios, se han determinado las responsabilidades y pronto empezarán las reformas en la Secretaría General. Ya hay cambios importantes en la Dirección de Administración y Finanzas. El compromiso es que esto no vuelva a ocurrir nunca más. Y si por alguna razón, porque nadie es infalible, se da un mal paso, pues hay que salir a corregirlo inmediatamente y pedir disculpas por lo que no se ha hecho bien.

¿Cómo han avanzado las investigaciones en torno a este caso y qué sanciones han recibido los responsables?

La Asamblea Universitaria (AU), después de que se aprobó el informe final de la Comisión de Investigación y Reparación, pidió al Consejo Universitario (CU) que contrate a estudios de abogados para que determinen si las personas que habían sido señaladas en esos informes tenían algún tipo de responsabilidad laboral, penal o administrativa. Lo que se hizo fue cumplir con la Asamblea. Se le envió el informe de la Comisión de Investigación y Reparación a dos estudios de abogados, y ambos precisaron niveles de responsabilidad. Esa conclusión se llevó al CU y este, siguiendo lo que decían los estudios de abogados, y después de varios y largos debates, decidió empezar los procesos correspondientes, que han concluido en suspensiones. Esto, que no había ocurrido jamás en la Universidad, ha sido muy duro y difícil para nosotros.

Dijo también en su discurso que la confianza no se instaura por mandato, sino que se gana con esfuerzo. ¿Qué pasos ha dado para recuperar la confianza de la comunidad universitaria?

Lo que estamos haciendo es generar todos los espacios de diálogo que sean posibles, invocar a la paciencia al máximo, invertir muchas horas consolidando el trabajo en equipo y tener la disposición para hablar permanentemente con los representantes estudiantiles, con los profesores, con toda persona cuando sea necesario. Finalmente, algo esencial para que la confianza se instaure, debemos cumplir con lo que se promete.

Uno de los temas que estaba pendiente de solución era el de los beneficiarios del CPJ. Su vigilia ha acompañado casi todo su primer periodo de gestión y, finalmente, se levantó esta semana. ¿Cómo se dio la negociación con ellos?

Ha sido difícil porque, a pesar de que desde el principio dijimos que lo íbamos a encarar y que lo íbamos a solucionar junto con ellos y no a sus espaldas, no nos creyeron; para nosotros, fue una muestra más de la desconfianza que existía en el campus. Para solucionarlo, formamos una comisión en la que se convocó a varios abogados, de dentro y fuera de la Universidad; recurrimos al Centro de Análisis y Resolución de Conflictos, y hemos visto el problema no solo desde el lado económico. Además, analizamos todas las normas que están vinculadas con el CPJ en la Universidad, desde cuando se creó hasta la de mayo de este año, y las confrontamos con sistemas de complemento de jubilación que existieron antes en el país. Eso nos ha permitido ir planteando soluciones. Pero, por otro lado, no podíamos perder de vista que la mayoría de colegas en la Universidad no tiene el CPJ y no va a tener las condiciones de jubilación que tiene este grupo. En esta solución, ha sido destacable la labor del vicerrector administrativo y del director de la Dirección Académica de Relaciones Institucionales.

Hay quienes consideran signos de debilidad que usted promoviera un diálogo con ellos y también que respondiera a las manifestaciones estudiantiles contra el hostigamiento firmando un acta luego de que, en su protesta, cerraran la avenida Universitaria. ¿Lo considera una debilidad?, ¿esta será la dinámica en el futuro de su gestión?

Yo creo que las cosas hay que enfrentarlas. Cuando uno se sienta a conversar para resolver problemas, debe tener firmeza, pero esta no implica tener una actitud autoritaria ni intransigente. Uno tiene que saber ceder, pero tienen que hacerlo las dos partes. En el caso de los jubilados del CPJ, había que atender, sobre todo, a los más necesitados, porque dentro de ese régimen hay gente que tiene un complemento de pensión muy alto. En el caso del reclamo estudiantil, también había que distinguir dos cosas. Una es el motivo del reclamo y la otra es cómo se soluciona. En el caso del motivo, al margen de la toma de la avenida, que no debió ocurrir, hubo muchas demandas que eran ciertas y justificadas. Existen situaciones de acoso en la Universidad, falta generar protocolos de respuesta, dar más apoyo a la Comisión Especial contra el Hostigamiento, y cumplir con lo que nosotros mismos habíamos dicho en el discurso de asunción. Eso es lo que estamos haciendo. Se ha generado un espacio de diálogo en el que estamos intentando que estos vacíos se llenen conjuntamente. Desde ese punto de vista, no hay debilidad, sino la certeza de que hay que construir confianza de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo. Y, para ello, hay que oír y dialogar con todos los miembros de la comunidad.

La lucha contra el hostigamiento y la violencia de género es una de las principales demandas del estudiantado. ¿Qué acciones se están tomando en esta línea?

Se han tomado varias acciones. La primera es que con la Comisión Especial contra el Hostigamiento se ha tenido varias reuniones, tanto yo como la vicerrectora académica, y se está brindando el apoyo necesario. Estamos permanentemente dando soporte psicológico y contaremos con más profesionales especializados. Por otro lado, junto con las estudiantes y en respuesta a sus reclamos, se ha constituido una mesa de diálogo que tiene como mandato desarrollar un plan de trabajo que incluye, entre otros, un diagnóstico sobre la violencia de género en la PUCP, así como un protocolo de actuación que permitirá identificar responsabilidades y procesos con el objetivo de responder, rápido y de manera eficiente, cada uno de los casos, siempre protegiendo a la víctima y cuidando la confidencialidad que debemos tener en estos casos. Finalmente, se viene implementando una mesa de trabajo dirigida por la DAES, que se articulará entre las diferentes unidades de la Universidad. Si no hay respuesta eficiente y rápida, a nivel de la protección y la sanción, no se va a solucionar este problema.

¿Cómo se expresará la catolicidad de la Universidad luego del cese de hostilidades con el arzobispado?

La catolicidad de la Universidad nunca ha estado en duda. Lo que queremos es seguir los lineamientos del papa Francisco, que nos señalan una Iglesia mucho más moderna. Una Iglesia en salida. Nosotros podemos ser también una universidad en salida. Hay que dejar de creernos que estamos en un castillito de cristal donde todo es perfecto, esa mirada soberbia que a veces también ha tenido la Universidad, y ser un poco más sencillos, humildes y más horizontales con todos. No podemos perder de vista nuestros deberes en la formación de los estudiantes como personas. Creo que eso es lo que nos toca. Dentro de esta nueva mirada de la Iglesia, también hay una preocupación por el medio ambiente y la Amazonía. Ese es un problema que nos compete, ya hemos tenido un pronunciamiento público sobre este tema y será un tema prioritario en los próximos años. Vamos a generar espacios de reunión a nivel de universidades católicas latinoamericanas para ver cómo trabajarlo juntos.

Entre la idea que tenía de ser rector y la realidad hay mucha distancia, ¿es difícil conducir una institución como la PUCP?

Hay una distancia, sí. Desde el primer día, descubres una realidad distinta, estás sujeto a presiones que no habías recibido antes, pasas mucho más tiempo en la Universidad del que has pasado antes y menos en tu casa. Yo sigo dictando clases, porque me gusta ser profesor y dedicarme a investigar. Ser rector, sin duda, me ha cambiado la vida. Pero el Rectorado no es el trabajo de una sola persona, sino de un equipo. Y creo que a ellos también les ha cambiado la vida. Todos estamos poniendo los mejores esfuerzos en los cambios que necesitamos impulsar.

Usted forma parte de la Universidad desde que fue estudiante. ¿Qué valores son los principales para la PUCP y cómo van a reforzarse durante su gestión?

Quiero reforzar algunas cosas y proponer otras nuevas. La primera es el espíritu de comunidad. Tenemos que sentir que este es un lugar común en el que podemos vivir todos y donde cada uno tiene una función para los demás. No estamos solos. Otro tema central es el de la diversidad: ser una comunidad plural donde podamos integrarnos. La Universidad debe dar la posibilidad de que todo integrante de la comunidad se sienta libre. Debe existir libertad para crear, estudiar, investigar y reflexionar; pero también respeto hacia los demás. Asimismo, debe ser una universidad con espíritu crítico y que genere curiosidad intelectual. La curiosidad es una actitud que se está perdiendo. Cada vez más, la gente se está dando por satisfecha con recetas y con la repetición de lugares comunes. Debemos recuperar la curiosidad por las preguntas, una suerte de ese juego de adivinanza, que es lo que permite que el conocimiento avance y se renueve con libertad. Es algo que hay que promover más en los estudiantes. Esos son algunos aspectos que hay que poner nuevamente en valor. Por otro lado, un reto grande es atender las necesidades de nuestros estudiantes en un mundo que va cambiando y una sociedad que pone mucha presión sobre ellos. La inserción laboral, un transporte caótico, la inseguridad, todos son elementos que rodean la vida de nuestro alumnado. Hay que pensar distintas maneras en las que la Universidad pueda ser un mejor espacio para su desarrollo y brindarles herramientas para enfrentar estos retos, alguno de siempre y otros nuevos.

¿Cuál es su visión de Universidad? ¿Hacia dónde se encamina la PUCP en los próximos años?

La Universidad debe ser cada vez mejor en términos de excelencia académica, no solamente por los contenidos de los cursos, sino también por la calidad de sus profesores y estudiantes. Debe ser original, donde se investigue cada vez más, que sea creativa e innovadora. Una universidad que debe estar al servicio del país. Nosotros somos una universidad del Perú y debemos responder al país. Ese es un valor y es en esa dirección en la que tenemos que encaminarnos. El reto es cómo asegurarlo y ese es el trabajo que nos toca empezar de inmediato.

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