¿Política de inclusión o exclusión social?
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Luz Espinoza Oscanoa
Magíster en Gerencia Social por la PUCP
En los estudiantes que provienen de sectores de pobreza y pobreza extrema, se concentran los problemas sociales que, a su vez, repercuten inexorablemente en los estudios superiores".
El Ministerio de Educación, a través del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec), implementó el Programa Beca 18 desde el año 2012, con el objetivo de subvencionar estudios superiores en institutos y universidades de estudiantes con alto rendimiento académico pero de bajos recursos económicos, excluidos y vulnerables. Esta política pública en educación promueve la inclusión para acceder a una educación superior de calidad.
El tránsito de los estudiantes a estudios superiores es difícil y complejo; en un contexto nacional, donde la educación básica regular de los niveles de inicial, primaria y secundaria no han superado los problemas de calidad educativa, y existen diferencias entre la educación que se imparte en una institución pública y privada, entre la educación en la ciudad y en zonas rurales de la costa, sierra y selva. En los estudiantes que provienen de sectores de pobreza y pobreza extrema, se concentran los problemas sociales que, a su vez, repercuten inexorablemente en los estudios superiores.
El 85 % de jóvenes que cursan estudios en la ciudad de Lima provienen de provincia, existe un desarraigo cultural y familiar que se agudiza en sus centros de estudios, y la mayoría estudia en institutos y universidades privadas. Existen complejos procesos de adaptación y grandes contrastes referidos a su situación social y económica, lo cual afecta la autoestima de los estudiantes. No existen programas sostenidos de nivelación e inmersión al nuevo ambiente, por lo que esta es una de las causas de la deserción estudiantil.
Considerar a los estudiantes de sectores marginados y de pobreza extrema para acceder a becas es una adecuada política del Estado y una forma de discriminación positiva, que puede favorecer la incorporación a la educación superior de estos sectores. Decimos puede, porque aún no existen evidencias de cuántos estudiantes han ingresado, cuántos han egresado, cuántos están titulados y cuántos se han insertado laboralmente. Por ejemplo, según el Pronabec, en el año 2015, la deserción alcanzó al 5 % y en el año 2017, se incrementó al 15 %. Es decir, los estudiantes abandonaron los estudios y en consecuencia perdieron la beca, sin existir posibilidades de reingresos.
Toda política pública que implementa el Estado debe considerar las características de los participantes, y trabajar bajo los enfoques de derechos, inclusión, género, desarrollo humano e interculturalidad. Los estudiantes de Beca 18, a futuro, deben contribuir al desarrollo del país y generar cambios sociales, especialmente en sectores vulnerables.
Finalmente, es urgente plantear intervenciones integrales al problema de la educación en nuestro país en el marco de los objetivos de desarrollo sostenible, referidos a fin de la pobreza, hambre cero, educación de calidad, reducción de las desigualdades y alianzas para lograr los objetivos (PNUD 2016).
*Autora del estudio “Acceso a la educación superior de poblaciones vulnerables: el caso Beca 18, modalidad albergues del Pronabec 2012 – 2016”.
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