“El proteccionismo podría definirse como la oposición a la competencia”
El brasileño llegó al Perú para participar en la Conferencia Internacional “Análisis del Proteccionismo Contemporáneo: Implicancias para América Latina”, organizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP, que reunió a especialistas de distintas disciplinas y nacionalidades durante el 27 y 28 de agosto para discutir sobre el tema. ¿Es el proteccionismo una práctica común en los países de nuestra región? El Dr. Pedro da Motta, especialista en comercio exterior, da un repaso a los escenarios de algunos de los países de América Latina.
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Pedro da Motta
Miembro del Comité Ejecutivo de la Red Latinoamericana de Política Comercial (LATN).
Texto:
Miguel Sánchez FloresFotografía:
Mario Lack
¿Proteccionismo significa solamente más intervención del Estado en la economía?
Muchas veces, las que ponen mayor presión sobre el mismo gobierno son las empresas interesadas. El tema es más complejo que la propia limitación de la libertad de la empresa. Existen varios casos en países de la región en los que se ve a empresas pidiendo a los gobiernos que imponga barreras para beneficiarse. Eso mismo es un factor que compromete y juega en contra de la exigencia de la economía, productividad y protección de la competencia. Sin la competencia, el capitalismo no funciona y se generan muchas distorsiones que afectan, incluso, a los consumidores y a los propios trabajadores. El proteccionismo podría definirse como la oposición a la competencia.
¿No es necesario proteger los mercados nacionales para generar industria y, con ello, más puestos de trabajo?
El proteccionismo en las instituciones de mercado se da con cosas prácticas, pero el mundo real es distinto. Todos los países actúan mercantilistamente, no hay uno que pueda decir lo contrario. En América Latina, por ejemplo, son todos los que preferirían ver crecer más su producción que las importaciones, pero esa no es la realidad. Muchas veces, esta idea se usa como una herramienta política para generar puestos de trabajo y réditos políticos.
¿El caso de Argentina, país que ha establecido barreras depara proteger su industria, sería un buen ejemplo de proteccionismo?
Creo que Argentina tiene un problema macroeconómico importante: no tiene acceso al mercado de capitales y tiene una obsesión por mantener un nivel de reservas internacionales. Está manejando el tema de las importaciones mirando todo el tiempo a las reservas, y, evidentemente, esa no es la mejor manera de hacer política comercial. Hay que tener en cuenta que no es necesariamente bueno encontrar solo productos argentinos en los supermercados de dicho país. El hecho de que estén ahí no quiere decir que sean buenos, mejores o baratos; lo más probable es que estén ahí porque los otros no pueden entrar.
¿Las acciones comerciales de un Estado siempre tienen un trasfondo político?
Hay una narrativa muy fácil y también muy obvia con respecto a eso: la protección del empleo y de las industrias nacionales, como si eso fuera suficiente para justificar todo. En general, por lo que he visto en los últimos años, este tema se engancha mucho en Latinoamérica con acusaciones e intereses políticos.
En el Perú, los cuestionamientos al Estado están relacionados con el medio ambiente. ¿Se trataría de una exigencia proteccionista frente a las industrias extractivas?
El tema no es fácil. Hay una resistencia fuerte de las comunidades y de la opinión pública urbana a un modelo de desarrollo basado en la minería, que, además, se presenta como muy importante porque ningún país puede ignorar la riqueza que tiene. En Brasil tenemos esos dilemas también con los nuevos descubrimientos y, sobre todo, con los yacimientos petroleros que están por debajo del mar. Hay toda una discusión sobre el proceso de extracción compleja. Las acciones no pueden descuidar a las comunidades y al medio ambiente, es un problema nuevo que plantea nuevas respuestas, no es sencillo.
¿Deberíamos protegernos de los capitales europeos que con la crisis económica miran a la región o deberíamos sacar provecho de ello?
Los países en general en la región, con algunas excepciones, lo están haciendo bien y están creando un ambiente favorable para la inversión extranjera. Creo que lo mejor es avanzar en la integración regional, con el potencial que existe de integración energética, física y de carreteras. Deberíamos tener una región con buenas interconexiones para que los inversionistas digan: “si yo me implanto en esta región, puedo operar de manera transnacional”. Si somos capaces de crear esa idea, sería lo mejor que podríamos hacer. Todos los intentos que se hicieron en los noventa se paralizaron o detuvieron agudizados por los distintos conflictos entre países.
¿Usted cree en la posibilidad de una unión latinoamericana?
Veo muy distante la creación de una comunidad de ese tipo; sin embargo, pienso que sería lo más importante que podríamos hacer. Si funcionáramos como región, el atractivo para otras economías sería incalculable.
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