Pico y placa: una política de solución no acorde con la realidad limeña
-
Krishan Barr Rosso
Especialista en Sistemas de Transporte Sostenible y egresado de Ingeniería Civil PUCP
Si no se brinda un sistema de transporte público que invite al ciudadano a dejar su auto, no se inicia una renovación de la flota vehicular o se ofrece la infraestructura necesaria para promover la movilidad activa, políticas como “Pico y placa” no van a tener el impacto positivo que la ciudadanía necesita".
Una política adoptada en distintas ciudades de Latinoamérica con el fin de mitigar la congestión vehicular es la llamada “Pico y placa”. Esta tuvo sus inicios en el mandato del alcalde Enrique Peñalosa, en 1998, en Bogotá, Colombia. Desde entonces, distintas ciudades, como Medellín, Cúcuta, Quito y Ciudad de México, han implementado esta alternativa de solución con ciertas variantes pero con la misma finalidad.
Las preguntas que se hace el ciudadano limeño son, primero, ¿esta política realmente es una solución a la problemática del caos vehicular? La congestión vehicular ocupa la segunda posición en lo referente a problemáticas que enfrenta Lima, solo detrás de la inseguridad ciudadana, según Lima Cómo Vamos. La segunda pregunta es más importante aún: ¿esta política ha sido pensada y analizada según la realidad que enfrenta la ciudad de Lima?
¿Cuál es esta realidad? Lima está considerada dentro de las cinco ciudades con peor tráfico a nivel mundial. El transporte en Lima se caracteriza por proporcionar un pésimo servicio; no está conectado a ningún sistema integrado; es lento, inseguro y en completa desvinculación con el medio ambiente. Otra característica negativa presente en nuestra capital es que cuenta con un transporte público obsoleto que genera alarmantes niveles de contaminación. Según la OMS, Lima es la segunda peor ciudad de Latinoamérica en términos de calidad de aire.
Se debe resaltar que otras ciudades donde ya se ha implementado el “Pico y placa” sí cuentan con un sistema de transporte integrado que incentiva al ciudadano a dejar su auto, y utilizar el transporte público para transportarse por la ciudad de forma segura, cómoda, económica, rápida y amigable con el medio ambiente. Otras políticas implementadas en distintas urbes para enfrentar el incremento del tráfico se centran en un cobro por el privilegio de circular por zonas centrales y de elevado tránsito vehicular. Así, ciudades como Berlín, Londres y Copenhague ya cuentan con esta práctica y se ha podido reducir sustancialmente el tráfico vehicular privado.
¿Cómo se ha venido enfrentando el caos vehicular en Lima? En los últimos años, las políticas de solución a la congestión vehicular han tenido un solo enfoque: el auto privado, y se ha dejado de lado al transporte público y a los medios alternativos de conmutación. Esta falta de cambio de mentalidad se ve reflejada en el bajo porcentaje de personas que utiliza medios no motorizados de transporte, como la bicicleta, los patines, los scooters y, lógicamente, caminar. Según Lima Cómo Vamos, solo un 7.8% de la población utiliza un medio alternativo de transporte; por el contrario, ciudades como Berlín y Ámsterdam alcanzan un 43% y 48%, respectivamente.
La Municipalidad de Lima ha obviado aristas muy importantes que otras ciudades sí han tomado en cuenta en la implementación de “Pico y placa”. Por ejemplo, no se ha considerado a los grupos más vulnerables o con menor movilidad. Para estos casos, se debería contemplar un permiso especial para quienes trasladan a personas de la tercera edad, o las que tienen problemas de movilidad o niños que acudan a sus centros de estudios.
Asimismo, no se ha tomado en cuenta la relación entre el “Pico y placa” y el medio ambiente. Un ejemplo de esto es la Ciudad de México, donde este programa, bautizado como “Hoy no circula”, se basa en controlar y reducir los niveles de contaminación ambiental, de modo que la restricción varía y es asignada según los niveles de emisión.
Un último punto a resaltar es que no se ha visto reducida la flota vehicular dentro de Lima, sino que solo se ha traslado el problema a las zonas aledañas a las vías principales. La inmediata reacción del ciudadano, en una sociedad vehículo-dependiente, ha sido la de circular por las vías alternas. Esta nueva realidad no solo causará caos vehicular donde antes no lo había, sino que también incrementará el tiempo dentro del auto, lo que ocasionará un impacto negativo al medio ambiente por el aumento de la emisión de monóxido de carbono (CO) y otros gases contaminantes. De igual manera, el transitar por las vías aledañas aumentará el riesgo de accidentes de tránsito –ya que estas no están bien señalizadas– y reducirá su tiempo de vida útil, pues no están diseñadas para soportar un alto tránsito.
En conclusión, si no se brinda un sistema de transporte público que invite al ciudadano a dejar su auto, no se inicia una renovación de la flota vehicular o se ofrece la infraestructura necesaria para promover la movilidad activa, políticas como “Pico y placa” no van a tener el impacto positivo que la ciudadanía necesita.
Deja un comentario