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«Marcial Rubio siempre soñó con una Universidad muy abierta donde puedan estar los mejores estudiantes del Perú»

  • Elmer Arce
    Jefe del Departamento de Derecho

*Discurso pronunciado en la Ceremonia de distinción de profesor emérito del Dr. Marcial Rubio Correa

En primer lugar, agradezco al profesor Marcial Rubio por permitirme dar este discurso de orden en este acto tan importante. Hace varios meses me lo pidió por primera vez, cuando ya sabíamos que era profesor emérito, lo cual fue para mí un gran honor. Pero que conste que le volví a preguntar dos meses después, por si se había equivocado. Y su respuesta fue la misma: «Elmer, quiero que tú lo hagas». Así que, para mí, esto es muy importante. Muchas gracias, Marcial, es para mí un orgullo y un honor el que me haces.

No creo que exista acto de mayor justicia, en el Departamento de Derecho, que la propuesta de su Consejo sea que el Dr. Marcial Rubio pueda ser profesor emérito, y que haya sido aprobado y ratificado por el Consejo Universitario de nuestra Universidad".

Si ustedes me preguntan, y creo que a cualquier profesor o profesora de Derecho que va pasando los 50 años, ¿qué es la justicia después de 30 años de abogado? No sabría qué responderles. Creo que el concepto termina siendo muy ambiguo, es difícil delinear un concepto como ese —el de la justicia— y no me gustaría engañarlos. He visto gente pelearse por sus justicias, he visto personas esconder, tras la neutralidad de la justicia, odios, rivalidades, enconos personales. Pero si en cambio me preguntaran, ¿existe la justicia? Yo les diría que sí. Y creo que esta tarde es una muestra de que la justicia existe. No creo que exista acto de mayor justicia, en el Departamento de Derecho, que la propuesta de su Consejo sea que el Dr. Marcial Rubio pueda ser profesor emérito, y que haya sido aprobado y ratificado por el Consejo Universitario de nuestra Universidad. Creo que este es un acto de justicia indubitable, y que todos los profesores y profesoras de Derecho estamos convencidos de que si hay alguien que merecería ser profesor emérito, ese es Marcial Antonio Rubio Correa. Creo que existe la justicia porque es un profesor brillante: llega temprano a sus clases, trata con mucho cariño a sus estudiantes, los alienta; después de terminar la clase, se queda un tiempo más para conversar con sus alumnos. Eso es un cariño a las personas y es un cariño a lo que hace. Existe la justicia porque a todos nos enseñó a escribir en simple y a pensar sobre todo en el Perú. Existe la justicia porque es un ser humano ejemplar, con la sonrisa que todo el mundo ha hecho mención. Y creo que existe la justicia porque fue nuestro rector en un momento en que la PUCP peligraba. Por todas esas razones, Derecho te admira y te aprecia, querido Dr. Marcial Rubio, y nadie duda de que este reconocimiento es tan justo como el propio amor de Dios.

Un profesor de aula

Por el año 1997 —cuando yo era parte de la promoción de la que el Dr. Rubio era padrino—, recuerdo que, en algún momento, conversando con varios de sus ahijados, nos dijo: «Yo soy un profesor de aula». Claro, esa frase, que quizá para Marcial pasó desapercebida, a mí me llamó siempre mucho la atención y me acompañado durante toda mi vida. Un profesor que en ese momento era vicerrector y que estaba más contento en un aula de clase, conversando y discutiendo con sus alumnos, que en las altas esferas de la Universidad. Lo que entiendo —y se valora mucho de quienes asumen esos cargos— es que los hace más felices estar en el aula y, sin embargo, están cumpliendo militantemente con los temas que tienen que realizar. El Dr. Marcial Rubio tiene un alma de profesor y eso siempre se ha repetido. Creo que la vida es muy simple: la felicidad va a estar donde está nuestro corazón y donde está, eventualmente, lo que nos hace felices. El Dr. Javier de Belaunde, profesor también en nuestro departamento, me dijo hace unos días: «Todos éramos estudiosos». Toda esa generación era especial y muy estudiosa, pero Marcial Rubio tenía por los estudios una dedicación especial. Y cuando dejó el rectorado, regresó a ser un profesor, como cuando llegó la primera vez a un salón de clase con 24 años. Y, a pesar de toda la estela y de toda su importancia como rector, fue un profesor más entre nosotros. Siempre. Y cuando fue mi profesor, lo sigo recordando, porque siempre tenía una sonrisa, siempre tenía tiempo para quedarse platicando con nosotros. Sobre todo, recuerdo mucho —no sé si lo seguirá haciendo hasta el día de hoy— que hacía unos ejemplos y unas prácticas en las que nos decía: «A ver, dices eso, pero ¿cuál es el artículo?» Y empezaba a gritar: «¡Número, número!». Todos le respondíamos. Ese creo que es un primer tema que a mí siempre me llamó la atención: el profesor de aula.

El Dr. Marcial Rubio tiene un alma de profesor y eso siempre se ha repetido. Creo que la vida es muy simple: la felicidad va a estar donde está nuestro corazón y donde está, eventualmente, lo que nos hace felices".

Un segundo tema: el profesor católico, muy creyente, que salvó a nuestra Universidad. Cuando he tenido la dicha y, además, el honor de conversar con Marcial Rubio, siempre me ha quedado clara su gran fe católica. Y entiendo que, cuando le tocó enfrentarse a una facción de la Iglesia católica, lo hizo también con esa fe, y tiene que haber sido muy duro. Alguna vez me dijo: «Trabajé mucho, hice muchos planes, pero, en estas cosas, la mano de Dios siempre es importante». Y recuerdo que —siempre lo cuenta— cuando el papa Francisco quería conversar ya sobre el tema de la Universidad, envió unos emisarios e invitaron al Dr. Rubio, en representación de la PUCP, a Roma. Llegó y había un grupo de obispos, que era con quienes tenía que conversar, y trataba de ir limando asperezas y arreglando los problemas. Cuando iba a empezar la conversación, uno de los obispos dijo: «Vamos a rezar en latín». Lo que no contaban —¡gracias a Dios! — es que Marcial Rubio sabe rezar en latín porque fue formado entre jesuitas. Y empezó a rezar con ellos y, claro, él se daba cuenta de las miradas sorprendidas de los obispos. Tanto es así que, seis meses después, el mismo obispo le preguntó: «¿Y cómo así sabías rezar en latín?». Eso, según cuenta el Dr. Rubio, cambió la lógica de las conversaciones, y hubo un mejor camino entre la Universidad, nuestro rector y la Iglesia. Estaba claro que Satanás no sabía rezar en latín.

Ser humano con servicio a los demás

Formado desde niño entre jesuitas, se da por descontada, ya que es clarísima, la vocación de servicio de Marcial Rubio. Hace unos días, el profesor Carlos Blancas me contaba que, ya en el colegio, cuando se tenían que preparar para la universidad, Marcial había elegido postular a Medicina, pero, al poco tiempo, se arrepintió. Y mejor para todos nosotros. Se vino a la PUCP para estudiar Derecho. Tampoco olvidemos, además, que el Dr. Rubio vivió mucho tiempo en Cajamarca. Vio las diferencias de educación entre esa ciudad y la capital. Y creo que ese tema ha estado muy presente también en su trabajo, en sus retos, en sus sueños. Cuando fue rector, siempre soñó con una Universidad muy abierta donde puedan estar los mejores estudiantes, los que tengan más méritos, los más brillantes de todo el Perú.

Sus libros siempre se hacen reflexionando sobre el Perú, se hacen siempre con jurisprudencia peruana y con casos peruanos".

Siendo rector, también, puso mucho énfasis en fortalecer la Red Peruana de Universidades, que hasta ahora sigue funcionando y muy bien. Ya lo ha dicho también nuestra decana y nuestra jefe de departamento que el Dr. Marcial Rubio escribió y escribió soñando que sus libros «rodaran» por todo el país. Qué bonito reto y qué bonito sueño, y que al final se han hecho realidad. Además, creo que es una persona que va construyendo su camino de libertades y de igualdad; libertades para, mientras más amplio sea el espacio de ciudadanos, una mejor sociedad que vamos a poder conseguir y vamos a poder tener.

La pluralidad y la modestia

Si hay algo que siempre hemos visto en la PUCP y en Derecho, sin duda, es lo abierta que es nuestra Universidad y lo inclusiva que es para el trabajo científico y para el trabajo académico, pues no hay otra forma de avanzar en esos dos campos. Este es otro de los legados de profesores como Marcial Rubio. Los profesores no podemos ser cortados con una misma tijera. El día que todos pensemos igual se acaba la ciencia, se acaba el trabajo académico y nos volveremos repetidores. Siempre tienen que estar los mejores exalumnos, siempre tienen que estar las personas que tienen esa vocación docente y que persiguen la excelencia, aunque sus miradas de la vida sean completamente distintas. Muchísimas veces, le he escuchado decir al Dr. Rubio que la valía del otro tiene que ser por méritos —y solamente por méritos— en una universidad que se precie de excelencia académica. Muchísimas veces, le he escuchado decir que quienes tenían el poder en los años en que empezó a ser profesor a los 24 años tuvieron mucha tolerancia y mucha apertura, porque, probablemente, quienes tenían el poder en ese momento pensaban muy distinto a él, pero aun así lo recibieron, lo abrazaron y, hoy día, estamos reconociendo a nuestro profesor emérito.

Si hay algo que siempre hemos visto en la PUCP y en Derecho, sin duda, es lo abierta que es nuestra Universidad y lo inclusiva que es para el trabajo científico y para el trabajo académico, pues no hay otra forma de avanzar en esos dos campos".

Creo que esto va de la mano con gestos de modestia en muchísimos casos. Y tengo un caso especial —que sucedió conmigo—, cuando Marcial Rubio era rector en los años 2016-2017. A mí, se me había ocurrido, en 2013-2014, escribir un libro parecido, digamos, a El sistema jurídico. Introducción al Derecho. El Dr. Rubio nunca me había dicho nada, y un día por el Tontódromo nos vemos y me dice: «He leído tu libro y me ha gustado». Para mí, era un orgullo absoluto. Luego, a él le encargan hacer uno de los libros de la colección Lo esencial del Derecho, y me llama con una modestia impresionante: «¿No te gustaría escribir conmigo este libro?». Le respondí: «Por supuesto». Y así, voy un día a su oficina de rector —asustado, obviamente—, me hizo pasar, nos sentamos, conversamos, me dedicó un tiempo y dividimos en partes iguales el trabajo. Varios de los profesores en el Departamento de Derecho me han preguntado muchas veces: «¿Trabajaste tú más o Marcial trabajó menos?». Y siempre he respondido lo mismo: «Trabajamos lo mismo e incluso creo que él trabajó un poco más, siendo rector».

Desarrollo académico y compromiso con el país

Su compromiso con el país es incuestionable y evidente. Fue secretario de organización de la Fepuc en su época de estudiante, como me lo contó el Dr. Javier de Belaúnde; fue regidor de Lima en los años 80; fue ministro de Estado en el sector Educación, en el gobierno de transición de Valentín Paniagua. Además, es impresionante la producción bibliográfica y académica que tiene Marcial Rubio. Yo he contado cerca de 25 libros y, por supuesto, el otro día le pregunté: «Marcial, ¿cuántos libros has escrito?». Me respondió: «No lo sé, ya no me acuerdo. Debe estar más o menos por ese número». Creo que son libros que todos en Derecho y en todo el ámbito universitario, reconocemos que han calado y son libros importantísimos para la formación de los estudiantes. Y, sobre todo, que se hacen reflexionando sobre el Perú, se hacen siempre con jurisprudencia peruana y con casos peruanos; ese es un eje transversal que el Dr. Marcial Rubio siempre ha exigido en el trabajo, y con disciplina, porque en los años que me ha tocado conocerlo un poco más de cerca [he visto que] es muy disciplinado. Eso explica por qué ha podido escribir tanto. Me acuerdo cuando quedamos en escribir ese libro que les estaba contando, en el 2016 o 2017, y me dijo: «Van a venir las fiestas navideñas, pero el 2 de enero yo ya estoy trabajando». Bueno, a las 7:50 a.m. me escribió un correo: «Ya estoy sentado en mi escritorio, empiezo a trabajar el libro». Yo me sentía avergonzado, la verdad, porque, además, en ese momento, tenía un bebé de dos o tres años, y tuve que ponerle mucho esfuerzo para acercarme al nivel de compromiso y de trabajo que tiene Marcial. No voy a mencionar los libros, lo ha hecho ya nuestra decana. El sistema jurídico —23 ediciones, eso es casi algo inédito—, Para conocer la Constitución de 1993, El título preliminar del Código Civil, Aplicación de la norma jurídica en el tiempo, El test de proporcionalidad en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano, La interpretación de la Constitución según el Tribunal Constitucional, Nulidad y anulabilidad. La invalidez del acto jurídico, y muchos más.

Creo que son libros que todos en Derecho, y en todo el ámbito universitario, reconocemos que han calado y son libros importantísimos para la formación de los estudiantes".

Y quiero terminar, precisamente, con un tema que creo que también es parte de su personalidad, porque el profesor emérito es su producción científica, su producción académica y su persona. Marcial Rubio, entre sus aficiones, quizás menos conocidas, también es un gran músico. Es un gran músico y lo toma con una seriedad que explica también los resultados que luego obtiene. Desde muy joven aprendió a tocar piano y a componer. Además, debe tener un oído especial para la teoría de la armonía. Ahora está aprendiendo a tocar trompeta. Y me hacía mucha gracia porque los viernes, ya casi terminando la tarde, había siempre un trompetista desconocido: ese era Marcial Rubio. También tiene una afición con respecto al origami. Alguna vez escuché que fue un autodidacta con el tema del origami, y de hacer figuras de animales y de plantas para pasar más tiempo con su hijo. Ese también es un tema muy presente en Marcial: el respeto por su familia.

Fe y esperanza, creo que un profesor y una profesora siempre viven de la fe y de la esperanza, pensando en que van a formar a futuras generaciones que cambiarán las cosas".

Bueno, después de todo lo que he dicho, ¿creen que existe la justicia? Hay actos de justicia incuestionables y creo que este es uno de ellos. La verdad que, con 30 años de abogado, no sé qué cosa es la justicia, pero sí sé que existe. Y el saber que existe la justicia, realmente, creo que es un acto de esperanza y de fe. Cuando tú sabes que en cualquier momento puede llegar la justicia, con ese brío de siempre, no importan los momentos sombríos, no importan los momentos oscuros; siempre está esa posibilidad de que pueda llegar la justicia con su brío. Fe y esperanza, creo que un profesor y una profesora siempre viven de la fe y de la esperanza, pensando en que van a formar a futuras generaciones que cambiarán las cosas. Y eso es parte de la vocación docente. Esa es la esperanza que creo que mantiene vivos a muchos de nuestros profesores y lo mantiene vivo a Marcial Rubio. Esa es la esperanza que siempre se le ha visto como una persona dispuesta a ayudar y a ser generoso. Siempre con la sonrisa, aun después de 50 años de profesor, y siempre con un corazón sencillo, humilde, transparente. Sigue con nosotros, querido Marcial, ahora como emérito. Necesitamos tu esperanza en el ser humano y tus ganas de vivir para no perder la sonrisa.

Muchas gracias.

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