Cuando estuve en Estudios Generales Letras, Henry Pease me concedió una entrevista para un trabajo. Me regaló casi tres horas de su tiempo en su departamento de Miraflores. Quedé fascinado con la cantidad de libros tan interesantes que lucían en las estanterías que rodeaban las paredes de su casa. Anales del Congreso, recortes periodísticos organizados y empastados, y libros de sociología, ciencia política, arte y muchas otras disciplinas. Algunos de los ejemplares estaban autografiados por los propios autores, entre los que se encontraban Guillermo O´Donnell, Adam Przeworkski o el expresidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso. En un lugar especial estaban los ejemplares de la revista Quehacer, así como sus libros publicados en la PUCP y en el Congreso de la República. Años después, durante los tres años y medio en los que tuve el honor de trabajar con él como coordinador de la Especialidad en Políticas Públicas y Gestión Pública de la Escuela de Gobierno PUCP, me fascinaba llegar a esa misma casa y dar una ojeada a su biblioteca. Yo tomaba un libro y Henry solía contarme alguna anécdota vinculada a él.

A poco más de un año de su fallecimiento, las hijas y nietos de nuestro amigo y maestro Henry Pease han donado los libros de su biblioteca personal a nuestra Biblioteca Central “Luis Jaime Cisneros”. La gentileza de Henry es tal que, incluso tras su partida, sigue compartiendo con nuestra casa de estudios su patrimonio académico. Este bello gesto de sus familiares interpreta claramente lo que hubiera sido su voluntad. Henry hoy sonreiría de felicidad.

Henry Pease fue, qué duda cabe, un actor político central, un ávido lector de la realidad que vivía y de la que aprendía para luego narrarla en términos que fueran acordes con los mejores fines. La reforma de nuestra política, el tan necesario cambio en nuestra sociedad, la dignificación de la función pública y la construcción de una cultura política sólida no se hacían desde el escritorio, sino que se construían en las aulas, en el hemiciclo del Congreso, en los medios de comunicación, en su casa y su familia. En Henry Pease, confluyeron el compromiso político, la capacidad académica y su inquebrantable ética. Tres dimensiones que él se esmeró en formar en alumnos de la PUCP y, en los últimos seis años, de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas, institución que fundó y dirigió hasta el último día de su existencia física.

A Henry lo nutría el conocimiento que guardaba, leía, analizaba, difundía y que hoy, en un acto de trascendencia, comparte con toda la PUCP y, a través de ella, con todo el país. Desde ahora, cualquier estudiante podrá acceder a sus lecturas, materia de discusión e ideas que le apasionaban y le ayudaron a formar su criterio. No hay maestro más infatigable que aquel que vence cualquier barrera impuesta por el destino para seguir enseñando, formando y construyendo. Querido Henry, las has vencido todas. Dice un proverbio de la India que un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora. Hoy, los libros son también una forma de tenerte presente. Henry Pease, aquí seguimos.