¿Qué nos muestra el caso de Egipto?

Lo que nos muestra el caso de Egipto es que Internet y en general las tecnologías de comunicación no son el gatillo para empezar la revolución. Muchas personas están hablando de Twitter y la revolución y, sin embargo, son un conjunto de condiciones previas que hacen que estas movilizaciones estallen. Y cuando estallan, las masas usan lo que tienen a la mano, ya sea neumáticos para quemar o, como  ahora, celulares o computadoras. No es porque haya internet o celulares que habrá revoluciones, sino son otra serie de condiciones las que llevan a la población a tomar estas decisiones.

Hace varios meses se habló del caso de Irán y cómo se utilizaron las redes sociales para informar sobre las elecciones.

Tengamos en cuenta que Irán tiene otra particularidad: lo que perturbó al gobierno fue la comunicación hacia afuera del país, donde la gente informaba al mundo lo que allí sucedía. Los gobiernos de China, Túnez, Egipto o Irán tratan de controlar el flujo hacia el exterior porque tratan de mantener una imagen hacia afuera que les genere independencia de cualquier presión de parte del entorno internacional. China por ejemplo bloqueó todo tipo de información que pudiese ser relativa al premio Nobel Liu Xiaobo. En Egipto lo que termina por hacer que el gobierno corte el acceso a internet es el peligro que significaba para ellos que los egipcios se comunicaran entre sí organizando marchas y mítines a través de estos medios (Facebook o Twitter, por ejemplo).

El movimiento social precede al uso de cualquier tecnología.

Donde hay un movimiento civil fuerte, donde hay condiciones para hacer una movilización en busca de reivindicar ciertos derechos, es donde encontraremos ese ánimo de participación para maximizar el éxito de las iniciativas y ampliar el espacio de movilización. Donde no hay estas organizaciones ni esta necesidad de reivindicar un derecho, las tecnologías no servirán de nada.

Según se ha documentado, el primer caso de este tipo de movilización coordinada vía Internet corresponde al caso del ex mandatario Joseph Estrada de Filipinas. Luego en España, en lo que se llamó la noche de los mensajes cortos donde la gente se reunió después de los atentados de la estación del tren de Atocha para exigir para el gobierno español les dijera la verdad de los atentados. Que las personas utilicen estos medios para publicar sus opiniones es lo que más asusta a los gobiernos totalitarios.

¿Qué particularidades tiene el activismo internacional en una situación como la que se viven en Egipto? El caso del grupo Anonymus es muy llamativo.

¿Qué tan protegidos podríamos estar en nuestro país de una censura como esta?

En el Perú no estamos tan protegidos. El presidente García ha dicho varias veces que no hay que hacer caso a lo que se publica en internet o a los blogs, ha habido proyectos de ley intentando controlar el uso de redes sociales en las empresas con la excusa de la productividad. Una excusa que genera un daño muy grande en sus derechos civiles. Si se le otorga a una empresa el derecho a chuponear a sus trabajadores utilizando las redes sociales estamos abriendo una caja de pandora. En Uruguay acaba de suceder este corte en las empresas públicas.

Yo creo que el gobierno no ha logrado entender cuál es la lógica de internet, no ha logrado entender cómo tener un buen contacto con el ciudadano y sigue pensando que el contacto es vertical. Mientras los gobiernos no entiendan eso van a seguir considerando a internet una amenaza. Lo que sienten los gobiernos es el miedo a lo desconocido.

Entrevista: Ricardo Reátegui