Celebrar la Pascua: pasar de la muerte a la vida
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Adelaida Sueiro
Docente del Departamento de Teología
La fuerza de salvación no está específicamente en la cruz -sufrimiento- sino el amor con que Jesús la asumió.
En la liturgia de la Semana Santa, Fiesta de la Pascua, la tradición cristiana hace memoria de la pasión, muerte y resurrección de Jesús el Cristo. Hacer memoria de Jesús hoy es descubrir cómo su muerte interpela la realidad que construimos, donde tantos seres humanos son vulnerados en sus derechos fundamentales, sobre todo los más pobres. Junto a ello, experimentar como alimenta la esperanza y el anhelo de transformar la sociedad en que vivimos.
La Semana Santa no termina el Viernes Santo, pensar así es olvidar el centro de su mensaje. Dios ha resucitado a Jesús, el crucificado. Jesús vive por siempre en Dios y así está vivo en la historia cerca de todas las cosas y de cada ser humano.
Francisco lo recuerda vivamente en su exhortación: “Su resurrección no es algo del pasado, entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto. Por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable.” (La alegría del Evangelio n°276)
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