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Susy Díaz vive la vida

  • Alex Huerta-Mercado
    Docente del Departamento de Ciencias Sociales

"Su historia es nuestra propia historia vista con humor, con autoburla y, sobre todo, con unas ganas invencibles de vivir la vida, como ella siempre nos recuerda, antes que la vida nos viva".

He ido a dos espectáculos con Susy Díaz, el primero fue en un clausurado local de Miraflores donde tuve que hacer larga cola para poder verla, hombres y mujeres querían divertirse disfrutando del espectáculo de una de las pocas vedettes que dominaba el arte de la comedia. Parece mentira, pero hubo un tiempo no muy lejano donde había muy pocas comediantes mujeres y Susy había creado una suerte de personaje casi permanentemente ido, que le permitía distanciarse de sí misma y romper el tabú de compartir bromas en doble sentido.  También era muy hábil en comunicarse con el público y resolver situaciones in situ. Una característica de las vedettes peruanas es que usualmente tienen que invertir en un staff de bailarines que las rodeen puesto que ellas usan calzado con plataforma alta, lo cual limita sus movimientos, así, los danzantes varones están alrededor de ellas y crean la ilusión de mayor movimiento.  Susy no llevó esa noche a ningún grupo de danzantes, más bien convocó del público a dos caballeros para que, siguiendo sus pasos, funcionaran como improvisada coreografía.  Demás está decir que el curioso evento arrancó aplausos y carcajadas al ver cómo los borrachos voluntarios tenían dificultad en seguir la danza.

La segunda vez que la vi fue en una discoteca en Santa Anita, Susy se abría paso ante una multitud que quería un selfie con ella, posteado en Facebook eso equivaldría a cientos de likes. Susy saludaba con una sonrisa a sus admiradores y luego en un sillón apartado texteaba una serie de fotos y mensajes en un espacio virtual que ella ha sabido tomar muy bien reinventándose constantemente.

Es cierto que la cultura popular desafía de manera constante todo avance que se busca arduamente contra el racismo o el machismo y es cierto que las vedettes representan una manifestación evidente de la explotación de la imagen corporal destinada a la mirada masculina. En parte, este aspecto ha hecho que las vedettes hayan ido desapareciendo de los tabloides y de los medios de comunicación en favor de las chicas reality y de las cantantes de salsa y cumbia. Pero también es cierto que las vedettes se convirtieron en empresarias de sí mismas, supieron generar recursos a futuros y muchas de ellas ahora son profesoras de aeróbicos, diseñadoras de moda o emprendedoras según lo que he descubierto al conversar con ellas en una investigación que me llevó por todo Lima. Susy Díaz, quien ha sido recepcionista, actriz, congresista, vedette, cantante, empresaria y dueña de departamentos de alquiler, es parte de esa vocación de mil oficios que es identidad obligatoria para la mayoría de los peruanos, y lo ha hecho con un optimismo, una transgresión y -siempre- un gran sentido del humor que le ha permitido mantenerse vigente y actual, ya sea desde un programa de cumbia como de su colosal espacio en el Instagram, donde lee de manera humorísticas los muchos saludos que le mandan.

Susy celebra treinta años en los escenarios, periodo durante el cual la hemos visto posar en casi todos los diarios; en las páginas de espectáculo, quejándose de sus parejas; en las páginas policiales, como testigo frente a casos de narcotráfico; en las páginas políticas, como congresista, recordándonos sin querer nuestra rara forma de elegir en la política. Eso hace que su historia sea nuestra propia historia, vista con humor, autoburla y, sobre todo, con unas ganas invencibles de vivir la vida, como ella siempre nos recuerda, antes de que la vida nos viva. Gracias por las sonrisas, querida Susy Díaz.

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