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La ciencia en la calle

  • José Ragas Rojas
    Science & Technology Studies Cornell University

Lo que comenzó como una iniciativa de la comunidad científica estadounidense para manifestarse públicamente en Washington D.C. va camino a convertirse en una protesta global, similar a la Marcha de las Mujeres. En tan solo unas semanas, la Marcha por la Ciencia no solo tuvo fecha (22 de abril, Día de la Tierra) sino que gracias a las redes sociales, por lo menos 100 ciudades alrededor del mundo se sumaron en sus localidades.

En realidad, los científicos ya se han venido manifestando en diversas ciudades en los últimos meses y años, como ha ocurrido en Chile y Argentina. En noviembre de 2015 se produjo una marcha en Chile para reclamar por el precario apoyo del Gobierno a la investigación. Por ello, en estas semanas diferentes colectivos de científicos anunciaron su apoyo público a la marcha y a la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, cuyo proyecto de ley fue firmado por la Presidenta Michelle Bachelet en enero.

La precarización de las condiciones laborales de los investigadores ha movilizado asimismo a la comunidad científica en Argentina. Los ajustes en el presupuesto del Conicet han afectado a centenares de investigadores en el ultimo año, mermando aún más un presupuesto de por sí ya exiguo (0.59% del PBI en 2016 frente al 0.75% en 2015). La protesta contra el ajuste reveló además otros problemas, como lo que se entiende desde el Gobierno por ciencia “aplicada” –y proclive a tener financiamiento–, de aquella ciencia “básica” que aparentemente no tendría uso inmediato (como las ciencias sociales y las matemáticas, según la directora del área de Ciencias Sociales del Conicet).

En Estados Unidos, desde donde partió la iniciativa por la Marcha, los científicos están en alerta luego de que Donald Trump asumiera la presidencia. La amenaza incluye el cuestionamiento de los hechos científicos a favor de los “hechos alternativos”, la negación del cambio climático como factor humano y el apoyo al movimiento anti-vacunas. Asimismo, las restricciones inmigratorias están causando problemas en la actividad científica. Todo ello ha llevado a los científicos a tomar acciones como salvaguardar las bases de datos federales ante un posible desmantelamiento por parte de la Casa Blanca.

La Marcha por la Ciencia, sin duda, sirve para visibilizar diversas agendas locales. Es, asimismo, una muy buena oportunidad para que la comunidad científica busque un apoyo más duradero fuera de su propio ámbito, y posicione la ciencia dentro del debate nacional, haciendo más explícito su aporte en términos de desarrollo, libertad de pensamiento y democracia. Es importante que la ciencia no quede restringida a los laboratorios ni los eventos académicos. En Chile, por ejemplo, existe conciencia de que la investigación puede ayudar a enfrentar problemas como el de los recientes incendios forestales y posicionar al país como líder mundial en astronomía. La Marcha presenta también desafíos, que van a poner a prueba los fundamentos mismos de la investigación y cómo adaptarla a estos nuevos (y difíciles) tiempos.

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