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El Perú a contracorriente

  • Stéphanie Rousseau
    Docente del Departamento de Ciencias Sociales

El tema de la subrepresentación de las mujeres en los cargos de poder político es uno entre varios que afectan negativamente a la calidad de la democracia en Perú. Los resultados de las últimas elecciones regionales y municipales nos muestran una realidad desconcertante sobre cómo las mujeres seguimos siendo excluidas de la competencia entre partidos (o movimientos políticos). Si bien los resultados finales oficiales aún no están disponibles, los medios de comunicación informaron que, en total, serían 20 mujeres elegidas como alcaldesas y ninguna como gobernadora. En Lima, la única alcaldesa elegida fue María Nina Garnica en San Juan de Miraflores.

¿Cuál es la principal razón detrás de esta paupérrima representación femenina? La tasa de participación femenina en las candidaturas para los cargos de gobernador y alcalde. Para el de gobernadora, fue de 8.7%; mientras que para los de alcaldesa provincial y distrital, fue de 9%. Para estos cargos, no rige la cuota electoral de género (30% mínimo para ambos sexos), que sí aplica en la conformación de las listas para los cargos de regidores y concejales. Esta ausencia de obligatoriedad de promover candidaturas femeninas deja que se impongan los factores que explican la dificultad que tienen las mujeres en ingresar a la política electoral: las redes de contactos y el dinero. Así, los liderazgos (masculinos) de los partidos y movimientos continúan decidiendo, en vez del electorado, que las mujeres no merecen ser consideradas para los más altos puestos de autoridad, y las excluye de la competencia. Las numerosas mujeres que son lideresas sociales, comunitarias y empresariales representan un capital humano desperdiciado en lo que va de la política electoral.

Sin embargo, las causas de esta baja representación femenina en estos cargos van más allá de la ausencia de mecanismos de discriminación positiva, como las cuotas. ¿Cómo explicar la tan mala performance del Perú en comparación con países de la región donde tampoco hay cuotas de género para estos cargos? Antes de la última elección, había 2.9% de alcaldías dirigidas por mujeres en Perú. Ahora será incluso menos, alrededor del 1%. Esta situación contrasta fuertemente con la de países vecinos, donde el porcentaje de mujeres electas como alcaldesas es mucho más alto. Para dar solamente unos ejemplos, según el Observatorio de Igualdad de Género de la Cepal, en Chile son 12%; en México, 16%; en Uruguay, 21.4%. En 2017, el promedio latinoamericano era de 14.6%. Si en todos estos casos todavía hay mucho camino por recorrer, la situación en Perú es simplemente vergonzosa.

Mirando el panorama electoral de manera más amplia, la tendencia en la región es hacia la adopción de la paridad de género (50%) —muchas veces con alternancia obligatoria en la conformación de las listas—. Hasta el día de hoy, nueve países han adoptado la paridad de género en América Latina, por lo menos a nivel de las elecciones legislativas nacionales, y a veces a nivel de elecciones subnacionales. Hasta ahora, la clase política peruana se resiste a promover este tipo de medida para alcanzar la igualdad de género. Lamentablemente, la propuesta de reforma del Congreso preparada por el gobierno de Martín Vizcarra, que incluía la paridad de género dentro del diseño de la bicameralidad, ha sido modificada por el Congreso y así ha borrado la paridad, entre otros elementos.

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