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"La historieta fue hija del periodismo"

El 12 de septiembre se celebró el Día de la Historieta Peruana en el Centro Cultural de la Católica y Juan Acevedo, ex alumno de nuestra Universidad y creador del afamado Cuy, fue homenajeado. En esta entrevista nos habla del desarrollo de la historieta e ilustra rápidamente algunos temas de coyuntura.

  • Juan Acevedo

El 12 de septiembre se celebró el Día de la Historieta Peruana en el Centro Cultural de la Católica y Juan Acevedo, ex alumno de nuestra Universidad y brillante humorista gráfico que cumple 40 años de vida profesional, fue homenajeado. En esta entrevista nos habla del complejo lenguaje de la historieta y de la manera como se ha desarrollado en nuestro país. Esto fue lo que nos dijo, y dibujó, el creador del afamado Cuy.

¿Desde cuándo podemos hablar de historieta peruana?

No soy un historiador de la historieta peruana, pero este tema es bastante polémico. Algunos investigadores sitúan el nacimiento de la historieta peruana en fechas anteriores incluso a la de la historieta norteamericana (risas)… En este último caso también ha habido polémica respecto a su nacimiento. Por consenso se adoptó el año 1896, con el personaje The Yellow Kid de Richard Outcault. La historieta peruana, con seguridad, es posterior a esa fecha.

¿Cuál es la más antigua?

Ya en 1905 hay secuencias de historieta de Julio Málaga Grenet, pero no sabría decirte cuál es la primera historieta peruana, pues al no tener continuidad no existía aún la conciencia de lo que era este medio ni la intención de cultivarlo. En las décadas siguientes se publicaron algunas historietas. Serrucho y Volatín ha sido elegida como referente por el colectivo de la historieta peruana. Hay que aclarar que no se trata del Serrucho del diario Última Hora, sino de uno anterior que le pertenece a Jorge Vinatea Reinoso, el gran pintor arequipeño.

Para mí es como hablar de arqueología, es decir, no son historietas que yo haya conocido como lector, sino que puedo rastrear en alguna hemeroteca. Las que sí conocí y que ayudaron a mi formación fueron las historietas de Osito y Monky, de la revista Avanzada ; Supercholo, de Paco Miró Quesada y Víctor Honigmann; la historieta Selva Misteriosa, de Flores del Águila…

¿De qué periodo hablamos?

De fines de los cincuenta, de los sesenta y comienzos de los setenta. La historieta peruana empieza copiando a la norteamericana. Es decir, nadie la «inventó» aquí. Las historietas llegaron y fueron recreadas en nuestro país. Algunas copiaban a los personajes de Disney y personajes anteriores, pero con expresiones del habla coloquial y con un guión y situaciones locales, era una mixtura. Luego, los autores peruanos decidieron hacer sus propios personajes, con sus propias historias. Esto comenzó con cierta timidez, pues se empezaban a utilizar formas que no eran familiares. Nosotros hemos nacido y hemos visto historietas, entonces las vemos de manera natural, nos parece algo muy fácil, pero en realidad es un medio sumamente complejo.


¿Que características y qué ventajas tiene aquel formato para representar, narrar, criticar, denunciar, la realidad?

La historieta como lenguaje es muy interesante; está en un punto donde se cruzan varios otros lenguajes. Es un lenguaje híbrido: integra la palabra escrita y la imagen dibujada. No se puede juzgar a la historieta de la misma manera que a un pintor de caballete; porque son artes distintos. La historieta no ha nacido para la galería, sino para imprimirse y publicarse, es un medio de comunicación masiva y no podemos desligarla de esa condición que está en la esencia de su ser… Que se hayan hecho exposiciones de historietas en las últimas décadas es algo que jamás se le ocurrió a quienes crearon las historietas. Este medio genera otros recursos para representar la realidad. Hacer pintas sobre el papel no genera ningún sonido, entonces acude a la palabra escrita y la dibuja, la puede distorsionar, puede hacer más expresivo un grito o una onomatopeya. Precisamente la onomatopeya es la figura en la que por excelencia se fusionan la imagen dibujada y la palabra escrita para reproducir la representación de un sonido. La historieta tampoco tiene movimiento, es un impreso, pero se sirve de las líneas cinéticas para expresar el movimiento. Todas estas suplantaciones nos están hablando de algo abstracto, complejo, pero que como leemos desde niños nos resulta natural.

¿A qué se ha dedicado fundamentalmente la historieta peruana? ¿A la ficción, a la realidad política…?

Se ha hecho de todo. Aunque es cierto que la política ha marcado de manera predominante al humor gráfico y a la historieta peruana, pero más al humor gráfico. En otros países donde está más desarrollado ese arte existen varias gamas de humor gráfico: el blanco, el negro, el de niños, el contemplativo, etc. Se han tratado diversos temas: ficción, historia del Perú, literatura peruana, se ha hecho historieta costumbrista… En los años cincuenta, por ejemplo, hay personajes como Serrucho (de David Málaga) o Sampietri (de Julio Fairlie), ambos de «Última Hora». Se trabajaban personajes como el criollo o el serrano que llega a Lima. Si analizamos a la distancia, muchas de estas tiras resultan discriminatorias, pero en aquel tiempo no se veía así, simplemente era peruano.

La historieta y el humor gráfico son vistos como un espacio cuyo único fin es entretener, más que como un espacio de representación de la realidad social. ¿A qué se debe?

No es tan sorprendente, tampoco es exclusivo del Perú. Está vinculado con la historia de la historieta. En Norteamérica fueron llamadas «comics» y aquí, «chistes». La denominación nos habla de una predominancia del género humorístico dentro de los múltiples géneros, y es que las primeras historietas fueron humorísticas y costumbristas. Trataban de la vida en Nueva York o de la gente del campo que llegaba a las grandes ciudades. Durante sus primeros 30 años la historieta fue hija del periodismo, no se podía independizar del lugar en el que nació. Recién en la década de 1930 surge el «Comic Book», o revista de historietas, independiente del cuerpo del periódico.

Entrevista: Pablo Torrejón
Foto: Rodolfo Herrera

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