Cultura de paz: el Dalai Lama visitó la PUCP

El Dalai Lama con autoridades PUCP

Cultura de paz: el Dalai Lama visitó la PUCP

El Dalai Lama, quien por su liderazgo en la lucha pacífica por la autonomía del Tíbet mereciera el Premio Nobel de la Paz en 1989, visitará nuestro país durante tres días promoviendo su mensaje de tolerancia y cultura de paz. Esta personalidad de talla mundial se presentará en nuestra Universidad el próximo domingo 7 de mayo.

Texto: Diego Avendaño
01.05.2006

Lhamo Thondup era un niño tibetano como cualquier otro. Había nacido en 1936 al noreste del Tíbet, dentro de una numerosa familia dedicada a las labores agrícolas.

Hasta que tuvo dos años y cambió su vida. Un monje budista soñó entonces que podía atravesar las paredes de una pequeña casa en la villa de Takster y encontraba dentro de ella a quien sería la encarnación del Buda de la Compasión. Tal era la señal divina y acudió a ella sin demora. Quien estaba dentro de esa casa no fue otro que el pequeño Lhamo, reconocido a los dos años como futuro Dalai Lama. A partir de ese día, cambió su nombre por el de Tenzin Gyatzo.

En idioma mongol, Dalai Lama significa océano de sabiduría. El título fue forjado por el jefe mongol Altar Khan, quien alentó a su pueblo a convertirse al budismo. El primer Dalai Lama fue Gendun Drup (1391- 1474). En 1475 nació el segundo Dalai Lama, Gyalwa Gendun Gyatso, que desde niño se llamó a sí mismo con algunos de los títulos y nombres que utilizara el primer Dalai Lama. “Nadie esperaba que Gendun Drup reencarnara”, afirma el actor y creyente budista Gianfranco Brero. “Más tarde, sin embargo, con las visiones de varios místicos se confirmó que efectivamente Gyalwa Gendun Gyatso era el nuevo Dalai Lama”. Desde entonces, los sucesores de esta cadena son elegidos en sus primeros años de vida. En el siglo XVII, después de una guerra civil que asoló la región y con el respaldo de los mongoles, el quinto Dalai Lama asumió nuevas funciones al serle concedido el poder político del Tíbet.

Para el budismo, un Dalai Lama no es una figura equivalente al Papa de la Iglesia Católica, ya que su liderazgo es religioso y político; además, “el budismo no es una religión que crea en un dios, por tanto tampoco hay una iglesia ni jerarquía eclesiástica”, explica el profesor Juan José Bustamante, docente del Centro de Estudios Orientales de la PUCP y presidente de la Asociación Cultural Peruano-Tibetana. El Dalai Lama es, más bien, un guía espiritual, “un simple monje”, como suele llamarse a sí mismo.

Lucha pacífica

En 1952, a los 16 años, Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama que conserva el título hasta la actualidad, asumió el poder político del Tíbet ante la invasión china, luego de ser preparado por monjes budistas desde sus primeros años de infancia. Poco tiempo después, sin embargo, dejó de ejercer funciones políticas, colocando en el gobierno del Tíbet a un ministro presidente del Parlamento elegido mediante sufragio universal. Desde 1959 el Dalai Lama vive en el exilio en Dharamsala, al norte de la India. Pese a ello, no ha dejado de luchar por la autonomía del Tíbet, pero de manera pacífica. “A pesar de vivir en circunstancias muy duras, en el exilio y en condiciones de mucha pobreza material, él se ha propuesto llevar un mensaje de amor y tolerancia hacia los otros, como único camino para lograr la paz del mundo. Es la única manera de progresar y ser felices”, expresa Gianfranco Brero.

Esta lucha que proclama la paz ha trascendido las fronteras tibetanas para transformarse en un mensaje a la humanidad en busca de la tolerancia, la libertad y la no violencia. Es por ello que Gyatso es también un líder mundial para millones de personas que siguen sus enseñanzas sin importar su nacionalidad o credo. “El Dalai Lama no pide que la gente se convierta al budismo, sino que todos asuman un compromiso serio con su propia religión”, apunta el profesor Juan José Bustamante.

Esta lucha basada en la tolerancia le valió al Dalai Lama el Premio Nobel de la Paz en 1989, el mayor de los reconocimientos y los doctorados honoríficos que ha obtenido a lo largo de su vida en diversos países gracias a su permanente campaña para promover los derechos humanos, la libertad y la convivencia pacífica. “Todas las personas llevan la paz dentro de su corazón, pero el sufrimiento nos da la impresión de que no tenemos paz sino angustia”, señala

Bustamante, quien añade que tener paz interior es la base para conseguirla también en nuestra vida en sociedad. Para los seguidores de las enseñanzas del Dalai Lama, por ejemplo, es de suma importancia la meditación, ejercicio que consiste en “entrenar” a la mente para serenarla. “Nuestra mente está siempre en movimiento, aunque no nos demos cuenta. Por ello necesitamos darle claridad. Para hacer eso, meditamos. Entrenamos a nuestra mente para serenarla y encontrar la paz”, afirma Brero.

La paz, asimismo, es importante si nos referimos a la búsqueda de la felicidad. “Para al canzar la felicidad es indispensable cultivar la paz en el sentido de fomentar relaciones armónicas que respeten a todas las personas en la sociedad”, afirma el doctor Miguel Giusti, director del Centro de Estudios Filosóficos de la PUCP.

En la segunda mitad del siglo pasado, las situaciones de violencia que asolaban distintas partes del mundo debido a choques interculturales y sociales, hicieron surgir una corriente de reacción entre diversos grupos de pensadores e intelectuales para firmar la partida de nacimiento de lo que se conoce como cultura de paz. Seguían frescas aún las heridas de las dos Guerras Mundiales que asolaron el planeta en la primera mitad de esa centuria y –aunque en una magnitud menor– los conflictos armados seguían reproduciéndose en diversos rincones del planeta. “La cultura de paz surge como un concepto alternativo a la violencia generalizada en el siglo XX”, explica Giusti. Esta se concibe como una propuesta para promover relaciones de convivencia pacífica, crear las condiciones para que un conjunto de creencias, valores y principios puedan favorecer la relación pacífica dentro de una sociedad y en las relaciones internacionales.

“La cultura de paz implica un ejercicio cotidiano de practicar ideas, valores y principios de convivencia pacífica, significa crear un clima y un conjunto de relaciones en los que la paz sea un componente fundamental”, amplía Giusti.

Tradicionalmente la paz ha sido definida como la ausencia de conflictos. El término, sin embargo, ha cambiado en el tiempo y requiere una definición más amplia. En el caso peruano, por ejemplo, a pesar de haber terminado los 20 años de violencia interna que se vivieron sobre el final del siglo XX, sería difícil afirmar que se ha alcanzado la paz. “Para definir la paz hay que hacer intervenir los conceptos de Derecho y Justicia, no es un estad definible por sí solo. Habrá paz cuando haya relaciones jurídicas estables e impere la justicia”, afirma Giusti. La cultura de paz recoge este concepto y está inspirada en personalidades que a lo largo de las últimas décadas han promovido la tolerancia, la convivencia pacífica que respeta los derechos de los demás y proclama la necesidad de construir un mundo más justo: el Papa Juan Pablo II, Nelson Mandela, la Madre Teresa de Calculta, Mahatma Gandhi y Martin Luther King se cuentan entre las figuras más notorias. El Dalai Lama es otra de estas personalidades de nuestro tiempo que ha trascendido las barreras religiosas para llevar su mensaje de paz a la humanidad.

¿Te fue útil este artículo?

Comparte este contenido

e inspira a otros

¡URL copiada!

VER MÁS Archivo

Deja un comentario

Sobre los comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los comentarios pasan por un proceso de moderación que toma hasta 48 horas en días útiles. Son bienvenidos todos los comentarios siempre y cuando mantengan el respeto hacia los demás. No serán aprobados los comentarios difamatorios, con insultos o palabras altisonantes, con enlaces publicitarios o a páginas que no aporten al tema, así como los comentarios que hablen de otros temas.

Expertos y comunidad


Te puede interesar

Archivo

Cultura de paz: el Dalai Lama visitó la PUCP

Cultura de paz: el Dalai Lama visitó la PUCP