El Partido Republicano tiene ahora una sólida mayoría de 239 de los 435 escaños en la Cámara de Representantes, la cámara baja de la legislatura bicameral. Los republicanos también obtuvieron 6 escaños en la Cámara Alta o Senado, aunque con 47 escaños, ellos todavía mantienen una minoría en este cuerpo de 100 plazas.

Los analistas de las elecciones tienen amplias y variadas interpretaciones de estos resultados. Muchos republicanos argumentan que ellos representan el repudio de los votantes a las políticas del presidente Obama, en particular por el gasto deficitario del gobierno. Una visión menos partidista, sin embargo, considera los resultados electorales como un producto de dificultades económicas y el malestar general por parte de los votantes, los mismos factores que provocaron la derrota de los republicanos en el 2008 y llevaron a Barack Obama al poder en una plataforma de cambio.

La política en los Estados Unidos hoy está marcada por profundas divisiones y la erosión del centro político. Los elementos con más voz en el nuevo Congreso no están de humor para negociar con su oposición política. Muchos analistas pronostican estancamiento legislativo, similar a los dos últimos años de la administración Clinton, cuando un Congreso controlado por los republicanos casi provocó el paro del proceso legislativo.

El presidente Obama, sin embargo, sigue expresando su disposición de trabajar con la oposición y ha manifestado su esperanza de avanzar en la legislación mayor para reformar la política de inmigración, reducir el gasto deficitario, la revisión del sistema educativo y promover la energía renovable. ¿Que podemos esperar en la realidad?

Las poblaciones inmigrantes en los EE.UU. generalmente votan por el Partido Demócrata y la nueva Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, es probable que sea «dura» en asuntos de inmigración. Por ejemplo, lo será en la búsqueda de la aplicación de leyes de inmigración y oponiéndose a cualquier intento de aumento de las cuotas de inmigración, o conceder la amnistía a los inmigrantes indocumentados. Y durante estos tiempos de desempleo masivo, es probable que también tengan numerosos aliados entre los demócratas.

En la política de comercio exterior, el Partido Republicano, como pro-empresa, tradicionalmente apoya la liberalización del comercio y los acuerdos de libre comercio, pero durante este período económico difícil, esta postura puede ser considerada como perjudicial para el empleo en los EE.UU. Con un desempleo del 9,6 por ciento, tener puestos de trabajo fue la preocupación número uno de los votantes del 2 de noviembre y, como resultado, un período de poco avance en términos de comercio libre es ampliamente pronosticado.

En términos de política económica, los republicanos nuevos en Washington buscan un gobierno con un rol más pequeño en la sociedad, por lo cual, busquen bajar los impuestos y el fin de los gastos deficitarios. Estas políticas van en contra de la idea keynesiana de incrementar el papel del gobierno en coyunturas económicas desfavorables y así, será difícil de legislar. Si se implementarán, se debilitaría aún más el dólar, con un efecto adicionalmente debilitante para las exportaciones peruanas.

En suma, no habrá producción legislativa significativa del Congreso de los Estados Unidos durante los próximos dos años. Mientras luche con los difíciles problemas económicos en un entorno político que carece de moderación y espíritu del acuerdo mutuo necesario para un sistema político democrático efectivo. Las políticas de inmigración, de la economía y de comercio exterior se reflejarán, no en una plataforma de uno u otro partido político, sino más bien, en una nación que sufre la peor crisis económica desde la década de los 30.

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