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“En la época de Leguía había un corso de carnaval, algo parecido a Río de Janeiro”

Febrero es el mes del carnaval, que toma diversas formas: desde coloridas fiestas regionales y hasta sorpresivos baldazos de agua u otros líquidos. Se sabe que Ollanta Humala, hace unos días, apuntó con una manguera a la Primera Dama y los ministros en Ate Vitarte, pero también Augusto B. Leguía (en los primeros años del siglo XX) jugaba carnaval en la calle.

  • Jesús Cosamalón
    Doctor en Historia y profesor del Departamento de Humanidades

En nuestro país el carnaval ha adoptado características muy únicas ¿Cómo nace esta tradición en el Perú?

Llega con los españoles como parte de la tradición que traen de Europa. Esta a su vez está inspirada en la costumbre religiosa de prepararse para el periodo de Cuaresma, en la cual las personas deben entrar en un periodo de abstinencia en varios aspectos para prepararse para la partida de Cristo. Como venía un periodo largo de privaciones los tres días anteriores al inicio de la Cuaresma la gente se liberaba a través del carnaval.

¿Qué características adquiere en Perú?

Hay una interpretación popular, la forma de vida de la gente que hizo que en ese ritual se realicen actividades que quizá en Europa no se acostumbraban. Por ejemplo: los juegos con agua, el lanzarse objetos, las máscaras, las danzas, tal como es conocido el carnaval no solo en el Perú sino también en casi todas las regiones donde hubo colonización española en América. Pero lo común es el potencial para romper el orden que tiene; es el momento en el cual el mundo se convierte en un caos, y entonces se puede satirizar a las personas que tienen jerarquía social y el rey pasa a ser plebeyo y el plebeyo puede ser rey.

Si el carnaval tenía una naturaleza transgresora ¿cómo era permitido?

Hay una interpretación que señala que el caos de esos tres días te permite apreciar también el orden. Un mundo donde los límites están borrosos es un mundo que no funciona, pero quizá las sociedades construyeron estos mecanismos inspirados por la propia religión católica.

¿Nunca fue reprimido?

Desde el último tercio del siglo XIX fue perseguido el carnaval popular, el de las máscaras, de jugar con agua porque era, hasta cierto punto, violento. Ese carnaval fue criticado desde las élites que lo habían practicado quizá antes y ahora era visto como indecente, como una forma incivilizada de divertirse y fue prohibido.

¿Cómo regresó?

A principios del siglo XX la élite va a retomar la tradición de carnaval. En la época de Leguía había un corso de carnaval, algo parecido a Río de Janeiro con carros alegóricos que paseaban por Paseo Colón. Se elegía a una reina, en esa época no se tiraba agua sino chisguetes de olor, era un carnaval más elitista, que terminaba en una fiesta con máscaras. Hay un montón de fotos de Leguía participando del carnaval.

¿Desde cuándo se adquirió las costumbre de jugar solo los domingos?

En la época de Manuel Prado se prohibió los tres días de carnaval feriados y se creó la costumbre de jugar solo los domingos que es la versión que conocemos, que en los últimos años también ha ido desapareciendo de los barrios de clase media.

Hemos visto distritos de Lima donde se prohibieron las celebraciones espontáneas.

No solamente tiene que ver con la idea de persecución, tiene que ver con que ha cambiando la forma de sociabilidad en los barrios de clase media y media alta, hay menos sociabilidad barrial. Antes ibas a la esquina de tu barrio donde te encontrabas con un grupo de amigos que se organizaban para jugar carnaval, ahora los jóvenes de clase media y media alta viven en zonas donde los barrios como entramado social no existe, no conocen ni a sus vecinos. Creo que eso es lo que ha contribuido a que la tradición de jugar carnaval de distintos barrios desaparezcan. En cambio las zonas populares donde todavía hay mucha sociabilidad barrial, que utiliza la calle como espacio de encuentro, ahí todavía existe la sociabilidad que le da sentido a una práctica de ese tipo.

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