Más allá del fútbol, el racismo de todos los días
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Gabriela Perona
Egresada de Comunicación para el Desarrollo
El racismo que hemos observado al ver a cientos de personas insultando a otra por su color de piel no es más grave que la restricción del acceso a las playas asumiendo criterios de diferenciación étnicos como válidos.
Es la primera vez que un equipo peruano, al jugar de local, puede ser sancionado por actos de racismo durante un partido de fútbol internacional.
Más del 80 % de la población peruana considera que la discriminación ocurre todo el tiempo y nadie hace nada, según la Encuesta Nacional para medir la opinión de la población peruana en relación a los derechos humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos del 2013. Hace una semana, el escándalo de una situación de racismo, donde el jugador de fútbol brasilero Paulo César Fonseca do Nascimento (Tinga) recibió, por parte de la afición peruana en la ciudad de Huancayo, insultos referidos a su color de piel comparándolo con una animal, dio la vuelta al mundo. La indignación frente al hecho desató reacciones por todo el mundo: jugadores de fútbol, artistas, líderes de opinión, el presidente de la FIFA, la presidenta brasilera Dilma Ruseff y el presidente Ollanta Humala manifestaron su repudio hechos. Las redes sociales elevaron el tema a una tendencia mundial y las instancias organizadoras del evento siguen evaluando una posible sanción al equipo de Garcilaso que actuaba de local. ¿Qué es lo nuevo y lo constante de todo esto?
Lo nuevo es que a raíz de la denuncia del jugador brasilero, es la primera vez que un equipo peruano, al jugar de local, puede ser sancionado por actos de racismo durante un partido de fútbol internacional. Esto a pesar de que las manifestaciones racistas en los estadios peruanos sean cosa de todos los fines de semana, que jugadores peruanos ya han denunciado casos de racismo, y a pesar de que está vigente en la normativa, tanto de los campeonatos internacionales, así como en los procedimientos de las instancias peruanas sanciones severas al respecto. En el Perú, estas manifestaciones nos parecen “normales”, “parte de la euforia del juego”, “una broma”. Lo bueno es que esto ya no pasa tan desapercibido, que quizá hoy hay espacios y plataformas para elevar la indignación y la denuncia frente a estas situaciones, las cuales deben dejar de ser normales y dejar de justificarse. Insultar a una persona por sus características físicas y/o étnicas no es una broma, es racismo y en el Perú bajo esta fundamentación se vulneran los derechos de muchos ciudadanos y ciudadanas.
Es importante que este caso tenga la sanción que los reglamentos estipulan al respecto. Sin embargo, el efecto perverso de toda vorágine mediática puede llegar a generar que el asunto de fondo pase desapercibido y los elementos de crítica, análisis y sanción se queden en lo específico. El racismo que hemos observado al ver a cientos de personas insultando a otra por su color de piel no es más grave que la restricción del acceso a las playas asumiendo criterios de diferenciación étnicos como válidos, o que en las ofertas laborales aún persista el requisito : “Tez clara”, o que se niegue la educación a un niño por su color de piel o su lengua. Estas situaciones merecen la misma atención, preocupación y respuesta, por parte de la opinión pública e instancias competentes.
Asumir como país que el racismo y la discriminación existe y se manifiestan cotidianamente en nuestra convivencia, implica reconocer que el ejercicio de la ciudadanía en el Perú se limita de acuerdo al color de piel, al origen étnico, a la condición económica, vestimenta, lengua, género, etc. Ello requiere trabajar como sociedad en el desarrollo de políticas de reconocimiento positivo de nuestra diversidad cultural y en el rechazo a la tolerancia de cualquier práctica discriminatoria.
Hay avances importantes al respecto: la creación de la Comisión Nacional contra la Discriminación promulgada en diciembre del año pasado, que busca articular las acciones del Estado al respecto, evidencia una preocupación por atender el tema de una forma estratégica y planificada. Las iniciativas que el Ministerio de Cultura viene implementando como el Plan Nacional de Lucha contra la Discriminación, la plataforma Alerta contra el Racismo, así como la incidencia de la sociedad civil y el interés de la academia por el estudio del racismo en espacios como el trabajo, la escuela, los medios de comunicación demuestran la necesidad de obtener respuestas efectivas frente al tema .
La generación de una ciudadanía distinta, una ciudadanía que pone por delante el respeto por lo diferente, que valora el intercambio intercultural como una forma de relacionamiento de una sociedad diversa y multicultural; debe llamar con urgencia al compromiso de cada uno de nosotros y nosotras, desde nuestras casas, trabajos, las instituciones y los medios de comunicación a enfrentar este problema con ética y responsabilidad social.
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