¿A propósito de lo ocurrido en la selva y de lo enunciado por las diversas partes, qué concepciones de cultura se están manejando?

Se está evidenciando un racismo feroz tanto en el discurso del Gobierno y de los medios de comunicación respecto a los ciudadanos amazónicos y su manera de ser. Esta es una actitud irresponsable en la medida que no contribuye a que se calmen las aguas, pues solo genera más confrontación al intentar crear un escenario en el que hay dos bandos: los peruanos de acá frente a los peruanos de la Amazonía, que no quieren el desarrollo. Este es un punto de vista falaz, y sostenerlo solo puede llevar a que haya más violencia. Veo con preocupación que las cosas se han polarizado tanto que se asocia lo indígena con conceptos como terrorismo, eso es una barbaridad.

Esto sucede tanto en los discursos que se alinean con las demandas indígenas como en los que no lo hacen: los nombran como si se tratara de menores de edad. Hay versiones periodísticas que hablan de «tribus», las cuales no existen, o que utilizan palabras como «dialecto», cuando lo que hablan las personas son lenguas. ¿Dónde están las fracturas de nuestro país de las que siempre se habla? Ahí pues. Es evidente la ausencia de vasos comunicantes.

Otra cosa que se repite mucho, y que se inscribe en esa línea, es que se trata de pueblos «tradicionalmente guerreros»…

En la Amazonía no hay uno o dos pueblos, hay más de 40, y cada uno tiene su tradición particular. Hay grupos humanos con una tradición guerrera más identificable que la de otros, pero eso no es relevante para explicar por qué se ha llegado a este punto. En todo caso, actualmente, el pueblo más guerrero es el norteamericano, o el de Israel. Los europeos, por ejemplo, provienen de una reconocida tradición guerrera, aunque ahora están tranquilos.

¿Qué relevancia tiene el hecho de que los bandos’ enfrentados provengan de matrices culturales diferentes?

Es evidente que existe una imposibilidad de comunicación. Este es un problema cultural y de poder, pues estos decretos han permitido que se concesione el 72% de la Amazonía. Es decir, el negociado ya está hecho, recordemos los llamados «petroaudios». Esto es ilegal, pues -según la Constitución- se debe proceder de acuerdo con el Convenio 169 de la OIT, donde se prescribe la consulta justamente para evitar situaciones como esta. Se imagina a la selva como un territorio vacío, en el que no hay poblaciones. ¿Qué ocurriría si mañana se descubre petróleo en el subsuelo de San Borja, y se le pide a la población que se mueva ya que el subsuelo es de todos los peruanos? ¿Los vecinos de San Borja se moverían de ahí o, más bien, resistirían? Yo creo que harían lo segundo. Además, qué ocurre si tú dejas incubar, por un año, por dos, este tipo de problema… Ahí hay una seria responsabilidad, pues aquella es una forma de propiciar la violencia.

¿Cómo establecer un diálogo fructífero en este escenario?

Tengo entendido que se está formando una comisión mediadora en la que están la Defensoría del Pueblo y la Iglesia. El asunto es sentarse a conversar y calmar el clima para que el jueves 11, día del paro nacional, no haya más violencia. Para esto debe haber mediadores para que las cosas no se polaricen más. Además, es evidente que no se puede conversar con denuncias a la Fiscalía de por medio. Para que haya diálogo hace falta dos condiciones: equidad y que no haya coacción. Pero es evidente que hace falta diálogo, que no se polaricen más la situación, porque esto es una bomba.

¿Qué medidas concretas se debe tomar?

Es urgente que se establezca un diálogo mediado, pues no existe confianza en ninguna de las partes respecto de la otra. Además, es evidente que los decretos legislativos materia de discusión deben ser suspendidos.

Entrevista: Pablo Torrejón‘