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REAfirmación de nuestra autonomía: elecciones estudiantiles

Uno de los más grandes anhelos de Juan Luis Cipriani es volver vacío y sin sentido el evento en el que participaremos todos los estudiantes este jueves y viernes: las elecciones de representantes estudiantiles en la Asamblea Universitaria.

  • Ricardo Sifuentes

En la Católica, estudiantes y profesores participamos en el gobierno de nuestra Universidad. Tenemos voz para proponer, evaluar y criticar; tenemos voto para decidir. El órgano máximo de deliberación y decisión es, precisamente, la Asamblea Universitaria, conformada por 79 personas de las que 26 son estudiantes con voz y voto. Estos 26 son los representantes estudiantiles en la asamblea (REA) que elegiremos esta semana.

Lamentablemente, el arzobispo Cipriani no aprecia este sistema democrático y participativo de gobierno. Como sabemos, su pretensión es que, por encima de todos nosotros y de la Asamblea Universitaria, se instale una «Junta Administradora» conformada solo por dos personas (el rector y el designado por el arzobispo) y que, en caso de discrepancia, quien dé la última palabra sea el arzobispo.

En la PUCP que desea Cipriani, las elecciones REA serían una pantomima, una farsa. Un ejemplo concreto: un REA o un profesor viene con una idea: creemos la Maestría en Derechos Humanos. La propuesta alcanza aceptación entre la comunidad universitaria. Se convoca a potenciales profesores, estos se reúnen para diseñar los cursos, para debatir la currícula; se pasa por todos los procedimientos y, luego de un par de años de trabajo, finalmente llega a Asamblea Universitaria, la que, por amplia mayoría, la aprueba. ¿Qué pasaría cuando se pida presupuesto para implementarla y hacerla funcionar? Ahí entraría en acción la «Junta Administradora» y su pretensión de administración de los bienes de la PUCP.

«¿Derechos humanos?», se preguntaría Cipriani. Todos recordamos su triste referencia a la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, a la que calificó como una «cojudez«, el cartel que colocó en la puerta de la Iglesia que ocupaba cuando estuvo en Ayacucho en la década del terrorismo («Acá no se aceptan reclamos de derechos humanos»), su respaldo a la amnistía de los asesinos del grupo Colina. Sobre esa base, deduzco que el cardenal, que tendría el poder económico, no aprobaría ni un céntimo para dicha maestría.

Ese sería solo el inicio de una serie de medidas que afectarán tarde o temprano hasta los aspectos aparentemente mínimos de nuestra formación académica, a través del incentivo o desincentivo económico que pretende ostentar. ¿Sirvió de algo la elección que hicimos de nuestro representante en la asamblea? No, de nada. Tendríamos un nuevo emperador de facto: el señor Cipriani.

Felizmente, esto no ha pasado, ni pasará. Nosotros, con las elecciones de esta semana, tenemos un acto de reafirmación de nuestro modo de ser, de nuestra autonomía y nuestra democracia. Por eso, es muy importante que tu candidato esta vez no solo presente buenas propuestas; además, exígele que diga cuál es su posición sobre la injerencia del Arzobispado Cuando esta semana votes desde una computadora, pregúntate: ¿mi candidato, realmente, se la juega por nuestra autonomía?

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