"No tiene sentido que una sola persona se desplace en un vehículo grande"
Óscar Figueroa, doctor en urbanismo por la Universidad de París, fue uno de los ponentes invitados al Seminario internacional sobre innovaciones en políticas públicas «Marca ciudad y gestión urbana», organizado en el marco del convenio de cooperación institucional entre la PUCP y la Municipalidad de Lima.
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Óscar Figueroa
Economista e investigador del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Texto:
Luis YáñezFotografía:
Mario Lack
¿Cómo ha encontrado el tráfico de Lima?
He venido al Perú con cierta regularidad y he podido apreciar que el tráfico de Lima cada día se agudiza y se complica más. Pero me parece que los problemas de congestión están más asociados al crecimiento del ingreso de automóviles que a una defectuosa gestión de la circulación de tránsito.
Es una consecuencia de la bonanza económica actual…
Claro, la cantidad de automóviles en una ciudad depende del nivel de ingresos de sus habitantes. Los dos grandes objetivos en el ingreso material de la familia son la compra del auto y de la casa, en ese orden.
Y frente a este problema, ¿emplear un sistema como el “pico y placa” resulta una alternativa?
Impedir que el auto circule es un problema, no una solución. Cuando uno comienza a aplicar este tipo de medidas restrictivas, los primeros días se ven bien porque la circulación cae. Pero a medida que el número de autos crecen, ya deja de ser efectivo. Por ejemplo, yo puedo decidir que el 20% de los autos no circulen cada día, pero el 80% restante va a seguir creciendo y en un par de años más ese 80% será superior al 100% que hay hoy. Sin embargo, creo que se debe regular de alguna manera.
¿Cómo?
Hay que tomar medidas que son más difíciles pero necesarias, como por ejemplo: Racionalizar el uso del automóvil en determinadas zonas por ciertas horas, reducir el tamaño de los vehículos que se usan (no tiene sentido que una sola persona se desplace en un vehículo grande), promover el uso de autos compactos (city cars), ideales para zonas urbanas, combinar las rutas del transporte privado con el transporte público, etc.
¿Considera que las políticas públicas alrededor de la movilidad toman en cuenta al peatón?
No, los peatones son personajes olvidados y nadie ha pensado si una modificación en las políticas públicas les afecta o no. En ese sentido, el transporte privado resulta privilegiado sobre el peatón, lo cual resulta paradójico porque todos en algún momento y en algún lugar somos peatones. Los automóviles son muy bien vistos por nuestros gobernantes. Nunca he visto a un presidente decir: “Estamos preocupados porque tenemos más autos en la ciudad”, pero sí he visto a muchos decir: “Miren cómo está creciendo nuestra economía, tenemos 500 mil autos más”. Hay una gran contradicción no resuelta porque no hay conciencia que la motorización es una amenaza.
En determinadas circunstancias, el empleo de un automóvil resulta indispensable…
Absolutamente. El automóvil es un medio de transporte necesario y justificado. La gente que se compra un carro tiene derecho a usarlo, en especial si vive en una zona residencial de baja densidad. Lo importante es que controle su uso a determinadas circunstancias y horas del día, que cuando llegue a una zona complicada, en vez de perder tiempo en la congestión, tenga facilidades para pasarse al transporte público. Ese es el tipo de solución que hay que buscar.
¿Qué lecciones podemos aprender de sistemas de transporte público como el Transantiago (Chile) o el Transmilenio (Colombia)?
La experiencia de los sistemas BRT (autobuses de tránsito rápido, por sus siglas en inglés) ha sido muy importante porque resulta una solución económica, efectiva y rápida al problema de la congestión, frente a otras medidas costosas y excesivas como el metro. Es una de las innovaciones más importantes de los últimos tiempos en materia de transporte. Sin embargo, en ciudades con más de seis o siete millones de habitantes se requieren también de soluciones adicionales de mayor capacidad como los metros.
Y también debe haber un compromiso del gobierno central y de las autoridades municipales para garantizar la continuidad de la medida…
Este es un gran drama que pasa en todos lados y es una expresión de una falta de seriedad absoluta. Las políticas de transporte no pueden ser políticas de gobierno, son políticas de Estado. Estamos hablando del bienestar de la población y no podemos estar cambiando las cosas de cualquier forma. Uno de los méritos del BRT es que permite que un alcalde arme un plan, lo implemente y lo inaugure.
¿Qué opinión le merece el Metropolitano de Lima?
Me parece un proyecto muy interesante e importante para la ciudad. Se ha convertido en una alternativa moderna, efectiva y de alta capacidad frente a las combis. Si bien está bien diseñado, su ejecución demoró mucho, debió haberse inaugurado a mediados de la década de los 2000. Pero creo que es muy valioso, debe tener un mayor desarrollo y resolver su integración con el Metro de Lima.
Otro problema que nos afecta es la sobreoferta del sistema de taxis…
Sí, son un desastre en Lima. Pero hace diez años probablemente habría el doble de unidades de hoy y cualquier vehículo podría emplearse para el servicio. Desde entonces hasta ahora ha habido bastante progreso pero queda mucho por domesticar. Se debe establecer regulaciones para controlar el número de vehículos, las formas de operación, las formas de pago, la seguridad, etc. Son cuestiones aún pendientes.
¿Y qué responsabilidad tiene el peatón en este megaproblema?
Los gobiernos tienen como función generar determinados comportamientos en la ciudadanía. Una de las cosas más interesantes que sucede en Bogotá en el primer periodo del alcalde Antanas Mockus fue el desarrollo de programas de cultura ciudadana, orientados a que la gente sepa comportarse. Cuando un auto se paraba encima de la línea de cebra, venían unos mimos y se reían del conductor, por ejemplo. Por lo tanto, si la gente no los tiene, es su responsabilidad es del gobierno y debe encontrar mecanismos para resolver este tema.
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