Los derrames continuarán… mientras no cambiemos nuestro rumbo
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Ramzy Kahhat
Director de la carrera de Ingeniería Ambiental y Sostenible PUCP, investigador PELCAN y miembro de la Asamblea del INTE-PUCP
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Ramzy Kahhat
Enero del 2022 será el mes en que los peruanos recordaremos por siempre esa marea negra que invadió nuestro mar y sorprendió a nuestra flora y fauna, causando un devastador impacto ambiental. Luego de comunicados erráticos, que produjo una lenta reacción de las diferentes instituciones del país, la pluma de combustible llegaba a la orilla del mar y así mostraba con claridad el impacto que nuestra existencia tiene en el planeta.
Esto, sumado a la escasa preparación que tenemos para enfrentar los desastres creados por el hombre y el histórico abandono que el Perú le ha dado a la investigación –tan importante para enfrentar holísticamente este tipo de acontecimientos–, permitió que la pluma de combustible se siga movilizando dentro del Mar de Grau afectando en su recorrido a más ecosistemas del litoral peruano. Esta afectación ambiental también trae un claro impacto socioeconómico a una población que vive del mar y que ya había sido afectada por las dificultades de la pandemia en el Perú.
El derrame de petróleo de La Pampilla, es probablemente el más notorio para una creciente población costera, que ha contemplado con cierta pasividad un constante maltrato a nuestro mar".
Este derrame NO es el primero y NO es el más grande que hemos tenido en nuestro planeta. Tampoco es el único que hemos tenido en el Perú. Pero tal vez es el que podemos aprovechar para generar una conciencia ambiental sólida, integrar a las diferentes instituciones para enfrentar en el futuro este y otro tipo de desastres y para apostar con convicción por la ciencia en el Perú.
Nuestra sed por combustibles fósiles ha hecho de estos eventos algo común en nuestra historia moderna. Por ejemplo, la gran contaminación del golfo de México, causada por la explosión del pozo de petróleo operado por BP (Deepwater Horizon oil spill), vertió al mar, por casi tres meses, cerca de 4 millones de barriles de petróleo. Múltiples errores en el manejo del pozo y desastre provocaron numerosos impactos ambientales, sociales y económicos.
Estos métodos y tecnologías deben estar fuertemente enlazados con un sistema integral de respuesta que incluya no solo a la empresa, sino al gobierno, la academia fortalecida por la apuesta en investigación, y grupos y asociaciones civiles".
Otro ejemplo son los constantes derrames de petróleo en la Amazonía peruana, que lamentablemente no han causado la indignación social que vemos para este caso. Este, el derrame de petróleo de La Pampilla, es probablemente el más notorio para una creciente población costera, que ha contemplado con cierta pasividad un constante maltrato a nuestro mar, ya sea producto de los vertidos de agua residual al océano o residuos sólidos que llegan desde los ríos a la costa peruana. Irónicamente parte de estos residuos son micro y macroplásticos que tienen su origen en el petróleo.
Si bien existen diversas tecnologías que se pueden utilizar para remediar este tipo de desastres, que incluyen métodos físicos (por ejemplo, el uso de skimmers), químicos (por ejemplo, el uso de dispersantes y solidificadores), termales (quema in-situ) y biológicos (uso de microorganismos para acelerar los procesos naturales), claramente existen impactos irreversibles que nos deben hacer reflexionar para así cambiar el rumbo de nuestra sociedad. Si no lo hacemos, los derrames simplemente continuarán.
El escenario actual nos debe hacer recordar la constante humillación que le damos a nuestra naturaleza y el deterioro que se genera en ella producto de la actividad humana. Deterioro que también afecta a nuestra especie".
Asimismo, en el futuro, estos métodos y tecnologías deben estar fuertemente enlazados con un sistema integral de respuesta que incluya no solo a la empresa, sino al gobierno, la academia fortalecida por la apuesta en investigación, y grupos y asociaciones civiles. Solo así podremos minimizar los impactos de estos derrames, que no distinguen a los responsables. No obstante, solo nuestra desvinculación de los combustibles fósiles podrá evitar que estos sucedan en el futuro.
El escenario actual nos debe hacer recordar la constante humillación que le damos a nuestra naturaleza y el deterioro que se genera en ella producto de la actividad humana. Deterioro que no solo afecta a nuestra flora y fauna, sino también a nuestra especie. Dentro de este escenario terrorífico, sin embargo, existe una esperanza que nos brinda la naturaleza en su afán de revertir la situación y recuperar su hábitat. Nos toca ayudar a que esto sea así y simultáneamente apostar por un rumbo diferente para así reducir nuestro impacto en el planeta.
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