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“Lima necesita con urgencia una política a largo plazo”

  • Pablo Vega Centeno
    Urbanista y docente del Departamento de Arquitectura
  • Texto:
    Oscar García
  • Fotografía:
    Alex Fernandez

¿Por qué en Lima tenemos tan agudizado el problema del transporte?

Tenemos que ser conscientes de que este es un síntoma del problema de fondo, que es cómo hemos organizado –o dejado de hacerlo– nuestra ciudad durante los últimos 60 años. En primer lugar, si tenemos una ciudad inmensa pero el grueso del empleo está en un radio de 7.8 km –como dice el estudio Lima, una ciudad policéntrica. Un análisis a partir de la localización del empleo, de Efraín Gonzales de Olarte y Juan Manuel del Pozo–, eso quiere decir que todos estamos viajando al mismo lugar. Tiene que haber un proyecto público que estimule la generación de centralidades eficientes en el entorno.

Los especialistas coinciden en que se debe potenciar el transporte público, tal como sucede en otras ciudades del mundo. Sin embargo, los corredores complementarios que circulan por las avenidas Arequipa y Javier Prado no parecen estar funcionando del todo bien.

Muchos políticos se quejan de las combis, pero fueron la única respuesta que tuvo la población conforme crecía la ciudad, pues cuando existía el transporte público formal del Estado, no cubría las zonas más alejadas. El error fue que, en vez de buscar alternativas eficientes para integrar la ciudad, las autoridades fueron reconociendo las estrategias informales. Ahora nos horrorizamos con el caos de la ciudad, pero nosotros mismos lo hemos provocado. El cambio de las estrategias de transporte tiene que estar ligado a la proyección de nuevas centralidades en la ciudad. Además, hay que ser conscientes de que, por lo menos durante 20 años, cualquier renovación de transporte urbano necesitará el complemento del transporte informal, de lo contrario, se corre el riesgo de armar sistemas de buses muy modernos que no cubren las necesidades de desplazamiento de las poblaciones más pobres. Si se implementa un nuevo sistema de transporte, tiene que ser más eficiente que el automóvil y el taxi. De no ser así, se invita a que la población busque otras alternativas –como la aparición de colectivos en la avenida Arequipa– y a la vez se limitan las capacidades de ese nuevo sistema. Por otro lado, es importante ver si los corredores cuentan con suficientes unidades y cómo están circulando.

Una de las propuestas que se ha debatido en la campaña municipal es adoptar el modelo de la pirámide invertida en la movilidad. ¿Cree que esta pueda ser una buena solución para Lima?

Este modelo ya es estimulado por la nueva agenda urbana de las Naciones Unidas, que habla de ciudades inclusivas, accesibles y sostenibles. Significa que las políticas que se hagan necesitan ir en esa dirección. El Dr. Juan Carlos Dextre señala que, para conseguir ese ideal, hay que ir paulatinamente. Primero, hacer notar que el transporte público tiene prioridad sobre el automóvil y luego recuperar el rol prioritario del habitante de la ciudad que camina, que somos todos. Me gustaría que en los discursos sobre el transporte se hable de los derechos de los peatones. Incluso de cómo se los protege, empezando por los tímpanos. Desde el urbanismo creemos que es necesario tener un plan de desarrollo urbano, con el que se vea qué acciones tomar secuencialmente de aquí a 20 años. Así miraremos el problema de fondo y no solo apagaremos incendios a corto plazo. Lima necesita con urgencia una política a largo plazo. Ojalá que el candidato elegido se preocupe por eso.

En materia de seguridad hay propuestas como reforzar el serenazgo o implementar cámaras de vigilancia con reconocimiento facial. ¿Estas son las medidas más oportunas?

Respecto a la inseguridad, nuestro comportamiento ha sido replegarnos en nuestras casas y enrejarnos. Por supuesto que se necesitan acciones policiales eficientes y las cámaras son instrumentos que dan información, pero lo más importante es realizar estrategias que vuelvan amable volver a transitar por la ciudad. Basta de delegar todo a otros para resolver los problemas. Tiene que existir una acción de la ciudadanía, porque si hay una lógica de comportamiento proactivo, las conductas delincuenciales o desviadas se reducen. Hay que reconquistar Lima.

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