"La supuesta desaparición del Estado no es tal cosa"
Hace doscientos años, los movimientos emancipadores en América Latina empezaron a cobrar relevancia. Uno de los primeros fue la Revolución de Mayo en Argentina en 1810, y la culminación de esta etapa llegó en 1824 cuando fue vencido el Ejército español en la Batalla de Ayacucho. Precisamente, sobre este y otros temas conversamos con José Carlos Chiaramonte, renombrado historiador argentino. Él visitó nuestro campus invitado por el Proyecto Bicentenario de la Independencia del Rectorado de nuestra Universidad, y ofreció la charla magistral Las Crisis de la Representación Política luego de la Independencia.
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José Carlos Chiaramonte
¿Por qué es importante la Revolución de Mayo en el proceso de independencia de América Latina?
Habría que aclarar primero que la Revolución de Mayo no significa la declaración de la independencia, que es tardía. Tampoco significa el nacimiento de una nación, que es más tardío todavía. La Revolución de Mayo es importante porque fue el comienzo del proceso de una revolución política que, sin estar pensada para producir la independencia (porque los que la querían eran una minoría), desembocó en ella y en la formación de un nuevo Estado. Lo que hay que entender es que la nación y la nacionalidad argentinas son un producto y no una causa del movimiento que llevó a la independencia.
Usted ha señalado que hacia 1810 no existía la idea de nacionalidad.
No existía la nacionalidad argentina, pero tampoco existía lo que se entiende por nacionalidad actualmente. El concepto de nacionalidad como lo entendemos hoy, diríamos, es una invención de lo que podíamos llamar el romanticismo social.
¿Esto cómo se entiende?
Este concepto se invoca en el llamado principio de las nacionalidades, según el cual toda nación, todo Estado nacional, es producto de un conjunto humano homogéneo que llamamos «nacionalidad», un grupo unido por una comunidad de sangre, de razas, de cultos, de idiomas, etc. Esto es un mito, una invención ideológica. Como suelen señalar historiadores europeos y norteamericanos, ninguna de las grandes naciones contemporáneas nació a partir de una homogeneidad cultural. Actualmente, se entiende como el sentimiento de adhesión a una comunidad política unida en un Estado. Se suele decir que la nacionalidad es la expresión de un ser nacional, una expresión metafísica, cosa que es un mito. En cambio, se puede decir que el sentimiento de nacionalidad es el sentimiento afectivo que une a los hombres de un mismo Estado porque, de alguna manera, su existencia depende de la protección de ese Estado. Digamos que un hombre que no sea el ciudadano de algún Estado reconocido no existe en el mundo actual, no tiene derechos.
¿Es posible el nacionalismo en el nuevo contexto internacional de aperturas económicas?
La supuesta desaparición del Estado no es tal cosa. Hay, sí, una mayor interdependencia entre los Estados, que es mucho mayor sobre todo por la presencia de las grandes corporaciones económicas transnacionales, que a veces tienen mucho más poder que un mismo Estado. Esto hace que la idea asociada a la existencia de un Estado nacional –que es la idea de una soberanía plenamente ejercida– sea cada vez más difícil de lograr. Sin embargo, hay países que, si bien han resignado parte de su soberanía dado el nuevo contexto internacional, buscan no comprometer el bienestar de sus ciudadanos.
¿Es posible un futuro con una mirada histórica? ¿Es posible la unidad latinoamericana?
Es difícil porque gran parte de la prosperidad de cada país latinoamericano –o por lo menos de sus clases dirigentes– depende del tipo de relación que tienen con países de mayor poder. A veces, ese tipo de relaciones benefician a un país, pero no a otros, de manera que la unidad latinoamericana me parece por ahora poco realizable.
Cuéntenos acerca de su libro Nación y Estado en Iberoamérica: el lenguaje político en tiempos de las independencias, sobre el cual dictó un seminario en nuestra Universidad.
Este libro es una colección de algunos artículos publicados y algunos trabajos inéditos en los cuales intento llamar la atención especialmente sobre cuál es el transfondo de la ciencia política y de las relaciones sociales. También, he publicado un último libro, Fundamentos intelectuales y políticos de las independencias. Notas para una nueva historia intelectual de Iberoamérica.
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