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“La arqueología me salvó la vida”

La Dra. Inés Del Águila, directora del Museo de Arqueología “Josefina Ramos de Cox” recibió la Medalla de Lima hoy viernes 13, en el municipio capitalino. El pasado lunes 9 también le dieron la Medalla al Maestro 2012 por Innovación Pedagógica, otra distinción de la Municipalidad de Lima. A meses de sufrir un accidente automovilístico, contagia vitalidad y habla de muchos proyectos. Agradece a Dios, pero también a la arqueología.

  • Inés Del Águila
    Directora del Museo de Arqueología “Josefina Ramos de Cox”
  • Texto:
    David Pereda
  • Fotografía:
    Mario Lack

¿Cómo interpreta este reconocimiento doble?

Viene por partida doble: por la docencia y por el trabajo que hemos hecho como museo en Lima. Más que a mí, es un reconcomiendo a la labor que realizamos acá. Hemos establecido una lectura del museo y su entorno. Hemos partido por diseñar programas que tienen que ver con las expectativas pedagógicas de la gente que vive en el Centro Histórico. Era un punto de partida no solo para servir a este grupo humano sino también ensayar un proyecto museológico sobre la enseñanza de la relación museos y sociedad.

¿Eso comenzó con ustedes?

Lo digo con orgullo. Trabajar en campo me enseñó gran respeto a la gente y a aprender mucho por sus reacciones. Al darme la dirección del museo, hace 16 años, en el Jirón de la Unión, era estar en medio del comercio. Fue muy interesante que los comerciantes, digan al principio “¿qué hace un museo acá?” y después “nuestro museo”. Fue el premio mayor. Una trabajadora de una tienda nos dijo: “¿yo puedo entrar al museo?”. La gente acepta una autoseparación. Hoy le llaman inclusión-exclusión. Me dije: “el museo debe ser herramienta para la educación, servir a la sociedad”. Es algo que antes ni se hablaba.

¿Cómo se desarrolló esta idea?

Antes, en el complejo Maranga del Parque de las Leyendas, creamos una metodología: la “emblematización” del monumento arqueológico. Queremos que la gente salga de un museo reflexionando. En el Parque, la arqueología no existía. Me decían: “te gustan los tiestos”. Josefina Ramos de Cox, mi maestra, me inculcó esa misión de difundir para tener una respuesta de la población al mundo académico. En un momento dado, la gente totalmente se involucró con nuestra tarea, tanto que al final ellos eran los patrocinadores.

¿Cómo logró esta conversión?

Se me ocurrió un concepto: “Lunes de Peruanidad”. Me sentaba con las autoridades a escuchar preguntas. Se motivaron a saber en qué consistía mi persistencia. Fui realmente persistente. De la relación institucional, porque se respeta a la Católica, logré respeto a mí y lo que planteaba. Les reveló algo hablar de peruanidad, qué significa, un compromiso…

¿Rescatar el pasado?

Efectivamente. Pero recordé la idea del tiempo en el hombre andino. El tiempo es ñaupa porque nos adelantó, no porque se perdió. Es muy importante sobre todo en el Parque porque la gran población que va es migrante, viene del campo. Había que crear un esquema en que la gente indague por sí misma. Iniciamos con los “Lunes de Peruanidad”. Ahora, la administración está contenta y apostará por un programa ya de financiamiento.

¿Entonces, trasladó esta experiencia al Jirón de la Unión?

Los dueños de las tiendas aceptaron dos veces al año exhibir imágenes relacionadas con el devenir histórico cultural de Lima. Ellos financiaban ese proceso, nosotros la parte académica y el municipio daba el permiso, en diferentes gestiones. Dos veces al año “emblematizamos” el Jr. de la Unión con paneles sobre la arquitectura y las actividades sociales que este espacio congregaba. Hicimos del Jirón de la Unión un espacio cultural.

¿Eso es la metodología de la “emblematización”?

Es darle significado a ese espacio, hacerlo significativo. Que quien vaya sepa que no está solo en un centro comercial sino en un centro con historia y que esa historia es nuestra. Involucramos municipio, los comerciantes, los actores que viven allí, la universidad y también a las autoridades culturales de este entorno: los directores de museos. Por eso impulsamos la creación de la Red de Museos del Centro Histórico, hace unos cinco años.

¿Lima ha sido una convergencia de pueblos hace miles de años como ahora?

Eso se lee cuando tienes fragmentaría arqueológica. Los diseños te dicen que Lima tuvo una movilización social muy grande, de ida y venida. Como dice María Rostworowski, Lima es el crisol de identidades. Es de hace miles de años. Ahora se presentan otros retos porque este grupo esta asumiendo un poder. Y deben ser parte del proyecto cultural.

¿En esta dinámica social, que rol cumplía la zona del campus de la PUCP?

Ha sido el gran centro de un desarrollo de importancia en Lima, el Curacazgo de Maranga, que encuentran los españoles. Su gran ciudadela contenía tres distritos: San Miguel, Pueblo Libre y parte de Magdalena. Tenemos publicado en el Parque, la visita de los españoles a Maranga y su encuentro con el curaca de Challavilca. Ahora, estamos pidiendo un apoyo a la Municipalidad para una publicación global sobre la Lima antigua.

¿Qué lectura tiene de la experiencia límite que ha pasado por el accidente?

Agradezco a Dios estar viva para culminar los pendientes más próximos. Tengo un organismo sanísimo. Los médicos, admirados, me decían “¿a qué te dedicas?”. Para mi edad, tengo huesos sanos. Según me explicó una doctora, tiene mucho que ver con haber recibido Sol caminando. Además, tengo pulmones acostumbrados a altura. Yo me decía: “para algo sirve la arqueología”. Me salvó la vida. También la energía recibida. Entiendo la fuerza de esa gente que está saliendo adelante en Lima. Hoy tiene un poder económico, hay que darle poder cultural. El Perú no va a integrarse si no lo hace a través de la cultura.

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