“No ha habido la misma voluntad de los gobiernos para cooperar como ocurrió con la pandemia del H1N1”
El internacionalista y docente PUCP señala, en esta entrevista, cómo se ha dado la cooperación internacional y el papel que han jugado algunos mandatarios populistas en la crisis sanitaria global de la COVID-19, entre otros aspectos.
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Farid Kahhat
Docente del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP
Texto:
Oscar García MezaFotografía:
Víctor Idrogo
De haber existido, previamente, una mayor cooperación internacional, ¿se hubiera contenido mejor el impacto de la COVID- 19?
Hay un protocolo internacional para lidiar con pandemias, aprobado en 2005, y que fue utilizado durante la que ocurrió con el H1N1 en el 2009. Asimismo, existen entidades que coordinan con la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es quien declara la pandemia y coordina las acciones. Lo que ahora no ha habido es la misma voluntad para cooperar que mostraron los gobiernos en aquella ocasión.
Donald Trump negó la tasa de mortalidad establecida por la OMS, aunque él no tenía ninguna estimación alternativa».
Los gobiernos que, actualmente, no tuvieron la misma voluntad de cooperación que menciona, ¿tienen algún tipo de característica o tendencia en común?
Me refiero a gobiernos populistas, tanto de derecha (Bolsonaro en Brasil) como de izquierda (Manuel López Obrador en México). Son peculiares por varias razones. Culpan a las élites que las precedieron de todos los problemas e incluyen en estas a la comunidad científica. Por ejemplo, Donald Trump negó la tasa de mortalidad establecida por la OMS, aunque él no tenía ninguna estimación alternativa. En segundo lugar, suelen ser gobiernos nacionalistas y, por ende, priorizan respuestas locales antes que internacionales. Finalmente, están más preocupados del costo a corto que a largo plazo. Por eso, una cuarentena es el tipo de medida que prefieren no adoptar, pues afecta mucho a la economía a corto plazo; sin embargo, podría ayudar, al largo plazo, a retomar la senda de crecimiento más rápidamente.
¿Son las pandemias un problema de seguridad internacional?
La definición de seguridad ha sido materia de controversia en décadas recientes. Muchos dirían que para que un tema de salud pública se considere una amenaza de seguridad debe cumplir dos condiciones: que provenga de la acción concertada de seres humanos y que implique un riesgo significativo de propiciar un conflicto armado. Bajo esa acepción, no necesariamente es un tema de seguridad, aunque el término en este contexto se utilice para hacer referencia a la seguridad de las personas.
Lo deseable es que se mantengan los aspectos positivos de la integración económica tratando de coordinar internacionalmente para afrontar los aspectos negativos».
¿Considera que el efecto posterior de esta pandemia es que se incrementará el proceso de globalización o, por el contrario, los gobiernos optarán por cerrar sus fronteras y endurecer la entrada a los extranjeros?
Eso no está determinado de antemano por factores naturales. Mi presunción es que dependerá de la orientación política de cada gobierno. Los que tienen tendencia a ser nacionalistas probablemente refuercen, en lo inmediato, esa posición; sobre todo aquellos que no tienen que afrontar, en los próximos años, elecciones generales. En tanto algunas políticas nacionalistas, como cerrar fronteras, parezcan tener cierto efecto positivo -al menos en lo inmediato-, aquellos gobiernos que ya tenían ese sesgo nacionalista pueden mantenerlas. Hay otros, entre ellos algunos europeos, que son conscientes de que la globalización tiene riesgos pero que los del nacionalismo son aún mayores. Lo deseable es que se mantengan los aspectos positivos de la integración económica tratando de coordinar internacionalmente para afrontar los aspectos negativos. El resultado va a depender, entre otras cosas, de la elección presidencial de noviembre en Estados Unidos.
Se presume que una vacuna contra la COVID-19 estaría lista, al menos, en un año. ¿Cómo cree que se va a reformular el mundo hasta entonces?
Algunos dirán que hay que cerrar las fronteras y no vincularnos con el resto del mundo. Sí se puede vivir al margen de la globalización, pero llevado al extremo es Corea del Norte. La pregunta es si eso es mejor que tratar de mantener los aspectos positivos de la integración económica internacional intentando cooperar a fin de contener o resolver los aspectos negativos. Pongo dos ejemplos: Obama ayudó a Sierra Leona a afrontar el ébola en 2014. Así, Estados Unidos buscaba evitar que lo que empezó como una epidemia localizada se convierta en una pandemia mundial. Otro ejemplo es cuando Estados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial, promovió los acuerdos de Bretton Woods. Allí, la idea era cooperar de manera internacional a fin de ayudar a los países en problemas. En el aspecto social, pienso que este año sí va a ser necesaria la distancia social. Pero una vez que la pandemia pase por completo, en un par de años, la gente la va a olvidar y, probablemente, las costumbres no cambien dramáticamente.
Hay razones para pensar que esta situación podría llevar a algunos cambios, solo que no va a llevar al fin del capitalismo».
¿La crisis actual afectará a los modelos capitalista y consumista? ¿Puede marcar el final de alguno de ellos?
Algunos estudios señalan que frente a desastres naturales hay dos factores que suelen explicar el éxito relativo de respuesta de un gobierno: el nivel de ingreso per cápita -los países más ricos tienen más recursos para proveer bienes públicos, como un sistema de salud público universal y gratuito- y el régimen político, en donde las democracias suelen lidiar, en general, mejor con estos problemas. Altos ingresos y régimen democrático van asociados, con todos sus bemoles, con las economías de mercado y de empresa privada. Es decir, lo que podríamos llamar economías capitalistas. Es cierto que hay problemas con el capitalismo, pero no sabemos cuál sería una mejor alternativa. El consumismo sí es insostenible. Los países en desarrollo no pueden buscar emular los patrones de consumo de los países desarrollados y estos no podrán mantener los que tienen, por ejemplo Estados Unidos, pues no es factible que el consumo crezca indefinidamente en un mundo con recursos limitados. Hay razones para pensar que esta situación podría llevar a algunos cambios, solo que no va a llevar al fin del capitalismo. Sobre el consumismo, tarde o temprano, habrá que hacer algo al respecto.
¿La recesión económica, a escala global, es inevitable?
Pienso que la recesión económica es inevitable, la pregunta es qué tan profunda va a ser. En China, el cálculo decía que la producción industrial en enero y febrero sería 3% menor que en esos mismos meses del año anterior. Finalmente, fue 13.5%. Estimaban que las ventas en enero y febrero de 2020 iban a caer en 4%, pero realmente llegaron a 20.5%. Esto puede ser un anticipo de lo que, probablemente, vaya a pasar en otros países: que sea mayor a lo calculado inicialmente. Asimismo, la profundidad de la recesión dependerá de qué tan grande sean los paquetes de estímulos fiscales y monetarios que apliquen los países.
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