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“El concepto de ‘ciudad sostenible’ es una mentira universal”

Ha diseñado proyectos de arquitectura y urbanismo en diversas escalas: desde el diseño, pasando por la conservación, hasta el planeamiento. En la obra de Rahul Mehrotra resaltan los trabajos sobre vivienda colectiva, como la villa para adiestradores de elefantes llamada Hathigaon (India), un centro residencial destinado a las familias de mahouts (jinetes de elefantes) y sus animales. Él nos visitó para la presentación de libro Kumbh Mela: Mapping the Ephemeral Mega City y una conferencia sobre su obra reciente, ambas organizadas por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.

  • Rahul Mehrotra
    Arquitecto y profesor en Harvard University (EE.UU.)
  • Texto:
    Jonathan Diez
  • Fotografía:
    Alonso Chero

En una ciudad como Lima, ¿el diseño urbano podría ser una solución para el desorden estructural?

El diseño es una solución, pero no la única. Se puede invertir y capacitar a diseñadores urbanos, pero no es suficiente. Lo que falta en ciudades como Lima es un diseño urbano que vincule a las diferentes sociedades. No falla la arquitectura sino el planeamiento; los gobiernos tienen departamentos de planificación y hacen planos, pero las brechas siguen y no se plantea el tema desde una visión más amplia, desde el vínculo entre ciudad y sociedad. La arquitectura orientada a lo visual no siempre es positiva.

¿A qué se refiere?

El diseño urbano debe ser el vínculo entre la arquitectura y el planeamiento, es un puente en el sentido de activismo y defensa. Para mí, el diseño urbano consiste en entender las implicancias de las políticas de planeamiento y su importancia en la sociedad. El diseño urbano puede y debe influenciar en las políticas de planeamiento. Así se empiezan a formar ciudades hermosas. Cuando un arquitecto recibe un proyecto y solo hace una ‘pieza’ de arquitectura para el cliente, la planificación se vuelve abstracta y se pierde en políticas que no se cumplen.

¿Está de acuerdo con el concepto de ‘ciudad inteligente’?

Si vemos la historia de las ‘ciudades inteligentes’ podemos notar que coinciden con la época de recesión en Estados Unidos, ya que es en ese contexto que las empresas vinculadas a las tecnologías de la información, como IBM, tratan de vender al resto del mundo la idea de que la tecnología pueda ser usada para lograr tener ciudades más eficientes.

¿Cómo se vincula esta idea con la arquitectura sostenible?

Existe un vínculo entre tecnología y arquitectura que tiene valor, sin embargo, el problema central es la sostenibilidad. La verdad, el concepto de ‘ciudad inteligente’ o ‘ciudad sostenible’ que se maneja es una mentira universal, una palabra de moda, una idea ‘marketera’. Dentro de una ciudad hay un sistema mucho más complejo, por eso, para mí, una ‘ciudad inteligente’ debería ser aquella donde el ser humano es el centro de la ciudad, no la tecnología. Hay imágenes equivocadas que se asocian con este tipo de ciudades, como sucede con la globalización, cuya imagen es de grandes centros financieros. Creo que una ciudad inteligente debe usar sus recursos para que el ser humano sea el mayor beneficiado, debe ser una ciudad humanitaria. Puede valerse de la tecnología, claro, pero debemos disociar esta categoría y no universalizarla como tal, las imágenes que hoy se asocian a ella son letales.

¿Cómo se relaciona la conservación de espacios con la creación de arquitectura?

Las sociedades cambian. A veces, los cambios son bruscos y hay que modular. En ese sentido, la conservación es un instrumento de la planificación, que ayuda a modular el grado de los cambios. Hay algunas sociedades a las que no les gusta cambiar, como Inglaterra, que aman su tradición y conservan todo. Al otro extremo está China, un país que ama el cambio y no tiene conservación. Obviamente, cada sociedad reacciona diferente. Por eso, la conservación nos ayuda a regular cuánto y qué se debe cambiar en las ciudades o no. Por otro lado, hay un nivel más emocional que tiene que ver con la memoria, con las historias de cada persona que son proyectadas en un edificio, museo o lo que fuera. Es un tema social. El vínculo entre memoria y arquitectura es muy fuerte. Hay muchos niveles emocionales que envuelven a la conservación. Creo que para los creadores de políticas de planificación, diseñadores urbanos y arquitectos de conservación todo se trata de hacer un balance entre el cambio y el paso del tiempo: nada dura para siempre. O muy pocas cosas, en todo caso. Nada es permanente. La pregunta es cuán rápido se debe cambiar.

¿Cuáles son los desafíos más importantes para un arquitecto hoy?

Son dos: uno tiene que ver con la sostenibilidad, cómo usamos recursos y energía, cómo hacemos las cosas de manera más sensible al cambio climático; y el otro tiene que ver con la desigualdad, con cómo hacemos una conexión entre ricos y pobres, y desarrollamos entornos para que convivan, ciudades donde la inequidad no sea exagerada sino disminuida. Ambos desafíos se relacionan entre sí.

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