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Dra. Mónica Bonifaz: "Educar para la inclusión y la acogida implica educar reconociendo a todas y todos como ciudadanos plenos"

  • Mónica Bonifaz
    Vicerrectora administrativa

*Discurso pronunciado en la Ceremonia Solemne de Profesión de Fe del Rector para el periodo 2024-2029

Agradezco, en primer lugar, la oportunidad que hoy se me brinda para compartir con ustedes unas breves palabras en mi condición de vicerrectora administrativa, profesora, exalumna y miembro activa de la comunidad universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Una comunidad grande, diversa y plural, con altas expectativas sobre el futuro y demandas para la conducción de la Universidad, que todas y todos sentimos nuestra.

La Pontificia Universidad Católica, la PUCP, la Cato, es, en todo el sentido de la palabra, nuestra casa, una en la que compartimos gran parte de nuestras vidas y se entrecruzan nuestros afectos. Una casa que, en palabras del papa Francisco, nos acoge a todas y todos.

La PUCP es nuestra pequeña casa común, es la escuela que nos enseña a cuidar nuestra casa común mayor: la Tierra. Así como nuestra pequeña casa nos encanta por su campus, su extensión, sus jardines, sus árboles (nuestro ficus religioso), su Tontódromo, así también – como nuestra casa común – nos desafía, nos demanda atención y cuidado, conocerla mejor para protegerla, hacerla sostenible, y cada vez más saludable y segura.

La PUCP es nuestra pequeña casa común, es la escuela que nos enseña a cuidar nuestra casa común mayor: la Tierra".

Estos desafíos se hacen más complejos porque nuestra casa está situada en un país, cuya sociedad está cada vez más fragmentada y polarizada, y las personas son (somos) cada vez más desconfiadas. Ello nos demanda esforzarnos más para asegurar una formación que comprenda a las humanidades, las ciencias, las artes, la cultura y la tecnología, con la convicción de que, a través de ellas, la búsqueda de la verdad y un mejor entendimiento de nosotros y nosotras en este mundo son posibles.

Somos parte de una comunidad comprometida con las generaciones jóvenes. Una comunidad en la que educar es “un acto de esperanza”, una comunidad que necesita fortalecer sus capacidades para crear, generar conocimientos nuevos para transformar, y para proveer un entorno propicio para educar, con respeto y tolerancia, con personas al servicio de la sociedad.

En este marco, y orientados por el Pacto Educativo Global – planteado por nuestro papa Francisco -, compartimos el compromiso de poner a la persona en el centro, de escuchar a las y los jóvenes y de dialogar con respeto, promoviendo la participación activa de las mujeres, educando con y para la inclusión, renovando nuestra comprensión del desarrollo, y cuidando nuestra casa común.

Permítanme compartir algunas ideas sobre estos compromisos.

Somos parte de una comunidad comprometida con las generaciones jóvenes. Una comunidad en la que educar es 'un acto de esperanza'”.

Reconocer que la persona está en el centro de nuestra misión educativa implica que cuidemos a todos los miembros de la comunidad, pero, sobre todo, a nuestras y nuestros estudiantes. Nos corresponde crear las condiciones para que todas y todos conozcamos nuestros derechos, así como nuestras obligaciones y responsabilidades con las y los otros. Necesitamos fortalecer una cultura de no discriminación (ni por ideología, género, raza, religión, condición personal o social), una cultura en la que no se toma ventaja ni se hace uso, menos aún abuso, de poder; esta es una condición necesaria, además, para formar buenos ciudadanos. Una cultura de respeto a la ley, de búsqueda de justicia y también de asumir las propias responsabilidades.

Es necesario, pero sabemos que no será fácil, encontrar un sano equilibrio para atender y responder a las diferentes necesidades, demandas, exigencias y aspiraciones de los diferentes grupos de personas que constituyen esta comunidad universitaria tan diversa como plural. 

Reconocer que la persona está en el centro de nuestra misión educativa implica que cuidemos a todos los miembros de la comunidad, pero, sobre todo, a nuestras y nuestros estudiantes".

Escuchar y dialogar respetuosamente como base de la formación involucra escuchar para construir juntos, dice el papa Francisco. Ello requiere de una escucha activa que pretenda despertar genuinamente la curiosidad por la o el otro y su punto de vista, que active la necesidad de preguntar para descubrir en el diálogo. Este es un mecanismo valioso para la comprensión del mundo que se nutre de la investigación y la creación, sembrando así la semilla del conocimiento y del asombro.

Debemos formar y aprender construyendo juntos, siempre con respeto, en un entorno seguro, en el que se aprecian los valores, y se cuidan a nuestras y nuestros jóvenes.

Pero, además, debemos garantizar que la participación de las y los estudiantes en los órganos colegiados, consultivos y deliberativos se convierta en la forma más eficaz de educación en ciudadanía y democracia.

Ello nos demandará a todas y todos madurez, tolerancia, responsabilidad y, sobre todo, mucho respeto.  Nuestro país necesita de profesionales capaces, activos y comprometidos, pero sobre todo ciudadanos responsables y solidarios.

Debemos formar y aprender construyendo juntos, siempre con respeto, en un entorno seguro, en el que se aprecian los valores, y se cuidan a nuestras y nuestros jóvenes".

Estudiar y renovar nuestras formas de entender el desarrollo y el progreso parte de entender que la dignidad y el bien común son aspiraciones, y son parte de una forma de vida donde todas y todos estamos dispuestos de conceder, colaborar y respetar. Ello nos demanda investigar para debatir y revisar nuestras ideas de crecimiento y progreso, a plantear nuevos modelos, a revisar planes de estudio y proyectos educativos acordes con dichas renovadas maneras de entender el progreso.

Educar para la inclusión y la acogida implica educar reconociendo a todas y todos como ciudadanos plenos, sin exclusiones ni marginación por condición social, identidad o vulnerabilidad. Es crear las condiciones para formar personas en un entorno en el que se fortalece una cultura de la apertura, del respeto a la diversidad, la pluralidad, y el encuentro con el otro y otra. Ello nos demanda promover programas interculturales y enfoques de diversidad, tanto como el intercambio y la cooperación internacional, para construir un mundo más “acogedor y fraterno.”

Promover la participación de las mujeres en la educación es crucial, por ser un tema de derechos y de dignidad. Lo que nos compromete con garantizar, en la medida de lo posible, la participación igualitaria en la formación, la presencia equitativa en las instancias colegiadas de gobierno y en las posiciones de dirección. Tenemos un compromiso con el reconocimiento de la igualdad de los derechos y de sancionar toda forma de discriminación, acoso y violencia contra las mujeres.

Tenemos un compromiso con el reconocimiento de la igualdad de los derechos y de sancionar toda forma de discriminación, acoso y violencia contra las mujeres".

Este es, además, un compromiso del Pacto Educativo Global de nuestro papa Francisco.

Cuidar nuestra casa común no solo hace referencia a custodiar nuestros recursos naturales y nuestro medio ambiente, sino también a nuestros estilos de vida, a nuestra existencia en el mundo. La Universidad está llamada a estudiar e investigar críticamente los efectos de nuestros modelos de vida sobre nuestra casa común, a generar nuevos conocimientos para encontrar mejores alternativas, a formar talento y proteger la naturaleza, nuestra casa común, y también nuestra casa: la PUCP. 

Todos estos cambios se hacen cada vez más necesarios y urgentes.

Es altamente probable que en este camino que hemos empezado a recorrer en nuestra casa, nuestra Universidad, tengamos diferencias, que no coincidamos algunas veces en las formas, otras veces en los fines, pero, seguramente, todos y todas estaremos inspirados por la misión de nuestra Universidad, «ofrecer una formación humanista, científica, integral e innovadora de excelencia (…)”, y porque somos, además, “una comunidad que se inspira en principios éticos, democráticos y católicos para servir a la sociedad (…)”.

Quiero agradecer, finalmente, a cada una de las personas que ha trabajado con nosotros intensamente estos primeros 83 días, a mis colegas profesores que han asumido, con sincero compromiso, responsabilidades de gobierno y gestión; al equipo de la administración, cuyo esfuerzo y dedicación es destacado y muchas veces poco reconocido; a mis colegas de Gestión que asumieron tareas desafiantes a partir del 9 de julio pasado; a monseñor Tolentino, a quien tuvimos el privilegio de conocer hace pocas semanas en Bogotá,  por sus cálidas y acogedoras palabras, por sus buenos deseos y buenos consejos; y a mi familia, por las, cada vez mayores, horas de ausencia y cansancio, por su cariño, sus abrazos necesarios y su apoyo siempre.

Gracias

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