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“Aunque el Perú es un país viejo, recién se está construyendo una nación”

Gonzalo Portocarrero, profesor del Departamento de Ciencias Sociales, explica cómo el proceso de colonización y descolonización, ha influido en la mirada que tenemos de nuestro país y en la construcción de un concepto de nación, tema que estuvo presente en el Tercer Congreso Bienal en el Perú: De/colonización en las Américas: continuidad y cambio.

  • Gonzalo Portocarrero
    Sociólogo. Profesor principal del Departamento de Ciencias Sociales.

La colonización no se restringe a un período específico. ¿Qué es lo que puede abarcar?

En un sentido amplio todos los seres humanos hemos sido colonizados en cuanto hemos sido socializados en el interior de relaciones, a través de las cuales se nos imponen ciertos mandatos o ciertas formas de ser. No obstante, en un sentido más restringido, la colonización tiene que ver con esta ‘socialización’ o imposición hecha con violencia y subordinación, como una forma de dominación. Es el proceso que se dio sobre todo en el siglo XV y XVI, en el encuentro entre Europa y el mundo indígena de América, donde no hubo precisamente un diálogo sino una imposición violenta.

Esta imposición violenta, también es a nivel ideológico.

Es lo que también puede llamarse la modernización del imaginario, es decir, el hecho de que ‘vales en la medida en que eres lo que deseo que seas, si no no vales’, que la única manera que puedas ser tomado en cuenta es ‘si encarnas ciertos modelos de idealidad que yo impongo’, por eso la colonización se justifica con la idea de la evangelización; que es supuestamente para miembros indígenas y así puedan salvar sus almas. Luego, en el siglo XIX, los indígenas son sometidos a la servidumbre para que entren en la «civilización».

¿Cómo se presenta la resistencia en el proceso de descolonización?

Algunos dirían que el pueblo dominado es reconfigurado casi de raíz y se convierte entonces en un pueblo mestizo que ha absorbido la cultura dominante preservando en algunos momentos sus costumbres propias. Otros dicen que más que un mestizaje, lo que hay es una suerte de un proceso esquizofrénico, en el sentido de que hay una fragmentación, se puede decir que estos pueblos tienen varias caras: una que se asemeja al colonizador -que quizás es la más pública- y la otra cara que es la que se presenta cuando se acercan a los otros. Entonces no hay una integración, sino que más bien antes que el mestizaje lo que prevalece es una desintegración, una tendencia a la disociación y esto se tiene que ver caso por caso.

Este proceso de resistencia también se puede dar mediante la violencia.

Hay toda una serie de hitos en el proceso de descolonización. La independencia y la construcción de la República en nuestro país podría ser uno de ellos. Es un proceso restringido sobre todo al mundo criollo, que no llega realmente a comprometer o incluir al mundo indígena. A escala internacional, la descolonización se hace después de la II Guerra Mundial y en un inicio es una reacción violenta. Un ejemplo es el caso de Argelia, que conquista su independencia en Francia con el uso de la violencia. Un teórico importante mencionaba que la descolonización es el momento afirmativo del colonizado: para que este pueda sentirse una persona libre, tiene que enfrentar al colonizador empleando la violencia y humanizarse, sacudirse de los reflejos serviles que lo atan, esta es una visión radical pero también puede ser desde un proceso más gradual y paulatino pero no por eso menos importante.

¿Cómo es que este proceso de resistencia ha modificado el discurso de peruanidad?

Lo que tenemos en nuestro país es el discurso criollo tradicional que no es explícitamente inclusivo, no es un discurso interiorizado por la mayor parte de la población del país que se siente excluido, pero el imaginario de nación, de colectividad, tiene que descolonizarse, el dejar de pensar que debemos ser como otros y tratar de primero ver lo que realmente somos a través de un rescate de la tradición, una revalorización de lo que siempre ha sido negado.

Usted mencionaba que los procesos para descolonizarse eran la ruptura y reparación del trauma. ¿Dónde podríamos ubicarnos?

Aunque el Perú es un país viejo, recién se está construyendo una nación; si entendemos por nación a una colectividad donde el sentimiento de fraternidad e igualdad son el sentido común y el comportamientos cotidiano, todavía consideramos mucho la jerarquía. Esta es una nación muy insipiente, todavía está consolidándose y el síntoma de esto es la poca vigencia de la ley. La gente ve en el otro un diferente, un inferior o un superior, entonces no se siente la llamada a tratar al otro como un igual. Sin embargo, creo que se está avanzando, ser una nación es el único camino histórico que nos queda, es la única posibilidad para que seamos una sociedad más cívica, más ordenada, mientras haya la reproducción de esos traumas, de la exclusión, de la jerarquía, vamos a tener siempre conflictos, va a reinar la desconfianza y la delincuencia. Es la llamada ‘herencia colonial’, que aunque no nos demos cuenta, todavía está ahí.

El Perfil

Nombre: Gonzalo Portocarrero

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