En enero de 2019, el profesor Moisés Quintana y yo tuvimos la oportunidad de conversar con el maestro Claude en su casa-taller en Chorrillos. Fue una reunión cargada de anécdotas e historias que se presentó gracias a la apertura del mismo Claude. Nosotros, un pintor y un diseñador gráfico, formados en la misma Escuela de Arte en la que él enseñó muchos años atrás, estábamos deseosos de conocer más sobre su trayectoria y reconfirmar las historias que habíamos escuchado o recibido de amigos y docentes de aquella época.
Claude nos relató detalles de su permanencia en la Escuela de Arte y cómo llegó a convertirse, junto con otros docentes de aquellos años, en uno de los pioneros, quizás el más representativo, en materializar la Especialidad de Diseño Gráfico.
En la década de 1970, en la entonces llamada Escuela de Arte, Claude fue invitado a dictar clases para reemplazar a la profesora Inés Pardo, quien se encontraba embarazada y había solicitado licencia por algunos meses. Inés conocía su trabajo a través de la revista Graphis, publicada en Suiza, donde se le reconocía como un diseñador de gran talento. Por ello, lo recomendó como sustituto temporal. Aquel tiempo de reemplazo se convirtió en ocho años de enseñanza sin interrupciones, durante los cuales Claude transmitió su experiencia profesional en diseño a la Escuela de Arte, que más tarde se transformaría en la actual Facultad de Arte y Diseño de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Claude transmitió su experiencia profesional en diseño a la Escuela de Arte, que más tarde se transformaría en la actual Facultad de Arte y Diseño de la Pontificia Universidad Católica del Perú».
En esos años aún no existía la Especialidad de Diseño como tal, apenas era un curso dentro de otra disciplina. Fue la profesora Inés quien lo condujo en un inicio y luego Claude, quien aceptó el reto. Nos comentó que lo que él impartió en aquel entonces fue todo lo que aprendió en su Escuela Superior de Artes Decorativas, en Francia, en 1950 y fue así que le sirvió de base para dar a los nuevos diseñadores las herramientas para entender cómo es la carrera de diseñador gráfico.
La llegada de Claude al Perú fue en el año 1961. Inicialmente su arribo a Lima fue por una invitación para colaborar en la publicidad de la Feria Internacional del Pacífico, un evento emblemático de la Lima de aquellos años. En ese contexto, entró en contacto con publicistas suizos de prestigio que estaban trabajando en Lima con jóvenes limeños que luego serían referentes locales, como Octavio Santa Cruz y Escalante, entre otros. Aunque eran pocos, se caracterizaban por su gran trabajo en la publicidad de la Lima de aquellos años.
Entre las clases en la Escuela de Arte de la PUCP y sus proyectos personales, la caligrafía para Claude era un espacio íntimo y, a la vez, libre. Su docencia y profesionalismo académico se extendieron también en los Estados Unidos, donde residió más de dos décadas, especialmente en San Francisco. Allí enseñó caligrafía, tipografía y lettering en la Academy of Art University.
El maestro reflexionaba con frecuencia sobre el impacto de la tecnología en el diseño. Solía decir que en los Estados Unidos conoció a los computer workers, “obreros de la computadora”, que dominaban todos los programas y creían poder hacerlo todo. Frente a ello, afirmaba con entereza: “El diseño no es la computadora, el diseño es el cerebro”. Incluso en sus visitas a la avenida Wilson en Lima, abrumado por sus galerías y equipos informáticos, sostenía que la tecnología jamás superaría al diseñador pensante, aquel capaz de trabajar con conceptos sólidos.
Claude fue enfático en su definición: ser diseñador no es ser artista. Para él, “el artista, pintor, escultor, etc. trabaja para sí mismo, para su mundo interior, expone en galerías, y si al público le gustan sus obras, las compra. El diseñador no trabaja para sí mismo: trabaja al servicio de la gente, de una necesidad. Si eso no se respeta, entonces no es diseño, punto”. Recordaba, además, su experiencia docente de tres décadas en los Estados Unidos, y evocaba con admiración a la Bauhaus y su célebre lema de Louis Sullivan, luego popularizado por Walter Gropius y Mies van der Rohe: form follows function. “La forma sigue a la función; si no funciona, no sirve. Puede ser muy bonito, pero no es diseño”.
Claude fue enfático en su definición: ser diseñador no es ser artista. ‘El diseñador no trabaja para sí mismo: trabaja al servicio de la gente, de una necesidad. Si eso no se respeta, entonces no es diseño, punto’».
Su vínculo con el Perú fue siempre muy intenso. Aunque estuvo ausente por temporadas, siempre regresaba a Lima con frecuencia, la ciudad donde dejó una huella decisiva en el desarrollo del diseño gráfico nacional. Su legado no se limita a sus obras, está presente en la formación de generaciones de alumnos que llegaron a convertirse en directores de arte, docentes universitarios y profesionales de renombre. En ese sentido, su aporte constituye un legado académico y cultural de gran valor para la historia del diseño gráfico en el Perú.
El pasado mes de septiembre el profesor Claude Dieterich nos dejó físicamente, pero su legado continúa vivo en la memoria de quienes compartieron con él las aulas y en las generaciones que se formaron bajo sus enseñanzas. Fue uno de los iniciadores del diseño gráfico en el Perú, contribuyendo a consolidar dicha especialidad en la Pontificia Universidad Católica del Perú en un momento en que apenas se abrían los caminos para esta disciplina en nuestro país. Su trabajo, profesionalismo, su rigor académico, y su pasión por la caligrafía y el diseño marcaron un hito en la historia de la enseñanza artística nacional.
Referencias:
Calligraphy-Expo. (2013).
Claude Dieterich biography. Retrieved from http://calligraphy[1]expo.com/en
Dieterich, C. (2002). Entrevista personal en Lima.
Calligraphy-Expo. (2013).
Mas, O. (2018). Diseño profesional en Perú



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