Gestión de vida
Desde niño, Michael Saravia convive con una enfermedad ocular, por lo que no tiene una óptima visión; sin embargo, ello no le ha impedido lograr el primer puesto de la promoción 2018–I de la Facultad de Gestión y Alta Dirección y desempeñarse, actualmente, como asistente de docencia.
Texto:
Oscar García MezaFotografía:
Héctor Jara
Todo fue una sorpresa. Cuando anunciaron, el pasado 10 de mayo, que era el primer puesto de la promoción 2018–I de la Facultad de Gestión y Alta Dirección, durante la ceremonia de graduación, Michael Saravia no lo podía creer. Sabía que le iba bien, pero haber conseguido esa distinción fue inesperado.
En el estrado, el decano de dicha facultad, Mg. Martín Beaumont, le entregó un reconocimiento que simboliza que el esfuerzo académico de Michael –como el uso necesario de un software lector de pantallas, pues no puede leer– ha valido la pena. De esta manera, demostró que la discapacidad visual –en su caso, baja visión– no es un impedimento para lograr terminar la carrera e, incluso, ser el mejor estudiante de la promoción.
Condiciones adecuadas
En el 2009, Michael ingresó a nuestra Universidad con la intención de seguir gestión empresarial y así administrar el negocio textil de su mamá. Después de llevar algunos cursos, notó que lo que más le interesaba era la gestión pública. “A través de ella se puede ayudar a que el país mejore”, señala. Por motivos económicos dejó de estudiar dos años y medio, pero pudo volver gracias a nuestros programas de becas, especialmente la Beca de Estímulo Académico Solidario (BEAS).
Al comienzo, no les decía a sus compañeros que tenía el síndrome de Stargardt, una enfermedad ocular degenerativa parcial que Michael ha desarrollado desde los diez años y que origina que vea “como la lluvia de puntitos blancos y negros que aparece en los televisores cuando no tienen antena”, describe. Sus amigos empezaron a notar la discapacidad en la interacción cotidiana y, por iniciativa propia, le leían la carta en el restaurante. “En la PUCP, las personas son muy consideradas y empáticas, algo que no pasa en otros lados donde la gente es menos consciente de estos temas”, señala.
A nivel institucional, nuestra Universidad realizó los ajustes razonables respectivos. “Las condiciones que aquí me han ofrecido han sido muy buenas”, enfatiza Michael. El Sistema de Bibliotecas, a través del Servicio de Atención para Personas con Discapacidad Visual (SAPD), le convertía los PDF de los cursos a audio gracias a un software especializado y, al momento de rendir un examen, su Facultad le permitía hacerlo en Mesa de partes, donde podía resolverlo con mayor comodidad.
Afuera de las aulas, Michael fundó y fue presidente por un año de InnovaG. La organización, conformada por estudiantes de Gestión y Alta Dirección, publica una revista del mismo nombre que reflexiona sobre diversos temas de la especialidad, además de realizar actividades tanto en Lima como en provincias.
Camino de enseñanza
En su carrera laboral, Michael ha realizado prácticas en el Ministerio de Educación y actualmente trabaja en la Subsecretaría de Desarrollo Territorial de la Presidencia del Consejo de Ministros, donde implementa pilotos de desarrollo en zonas críticas, como el área de influencia del proyecto minero Las Bambas. “La Universidad me ha dado los conocimientos fundamentales para afrontar cualquier escenario que me toque en la vida laboral”, comenta.
Su interés académico por difundir las ciencias de la gestión lo impulsó a enseñar. “Siempre he tenido el deseo de poder compartir lo poco que sé con mis compañeros y alumnos de ciclos menores”, señala. Por ello, actualmente, es asistente de docencia del curso Gestión Estratégica de la Facultad de Gestión y Alta Dirección.
En la clase, primero acompaña y complementa a la profesora Regina Soriano, y en la última media hora se queda solo con los alumnos y los asesora. También se encarga de manejar el Google Classroom, plataforma digital donde toma controles de lectura, postea recordatorios y absuelve las consultas de los estudiantes. “Cuando se cuentan con las condiciones necesarias, las personas con discapacidad no tienen inconvenientes en desempeñarse como cualquier persona”, señala con modestia, pues su performance académica ha sido, y es, extraordinaria.
El cajonero
Una de las pasiones de Michael Saravia es la música. Por eso, desde el 2012 y durante cinco años, tocaba percusión peruana en el Centro de Música y Danza (Cemduc). “Era el cajonero del Conjunto Costeño”, comenta, agrupación de la cual también fue delegado. Recuerda que conoció a mucha gente, forjó grandes amistades y tuvo excelentes profesores, como Juan Medrano “Cotito” y Pepe Santa Cruz.
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