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"El legado de Marcial Rubio trasciende las aulas, está en los corazones de toda la comunidad PUCP"

  • Julio del Valle
    Rector de la PUCP

*Discurso pronunciado en la Ceremonia de distinción de profesor emérito del Dr. Marcial Rubio Correa

Nuestra comunidad se reúne hoy para expresar el mayor aprecio y reconocimiento a Marcial Rubio: profesor, rector y amigo. Su legado es una fortuna que atesoraremos siempre, y que estamos comprometidos a seguir a través de las estelas que su trabajo y enseñanzas nos han dejado para las presentes y futuras generaciones de la PUCP.

Hoy quiero compartir contigo, Marcial, y con cada uno de ustedes, tres pilares que han hecho de ti una persona que se compromete y, a través de ese compromiso, trasciende:

En primer lugar, tu compromiso con la PUCP

Marcial Rubio ingresó a la PUCP en 1965, un año de agitación en el mundo al que no fueron ajenos el Perú y nuestra Universidad. Recién culminado el Concilio Vaticano II, la PUCP iniciaba su propia transformación y modernización durante el rectorado del padre Mac Gregor. Así, Marcial estuvo entre quienes vivieron el tránsito de las aulas en riesgo inminente de colapso en la Casa Riva-Agüero al semiurbanizado Fundo Pando y sus casetas. Un trayecto difícil de olvidar.

Marcial Rubio definió muy temprano su compromiso con la PUCP y se quedó en ella, obteniendo sus grados y título en nuestra Universidad, y luego incorporándose a la docencia".

Sin embargo, Marcial llegó muy bien preparado de casa para empezar su vida en la PUCP. Había sido formado por vía materna en ese catolicismo argentino practicante que se siente más cómodo con el olor de las ovejas que con el aroma de los pastores, como enseña nuestro padre Francisco. Además, y no menos importante, contaba por vía paterna con una disciplina para el estudio y el trabajo, literalmente militar. No en vano fue el cabo furriel del batallón de ingeniería militar, comandado por su padre, quien, en medio de la selva peruana, en Bagua, lo convirtió en la adolescencia en uno de los mecanógrafos más veloces que haya conocido la intelectualidad peruana.

Marcial Rubio definió muy temprano su compromiso por la PUCP y se quedó en ella, obteniendo sus grados y título en nuestra Universidad, y luego incorporándose a la docencia. Optó por desarrollar una carrera académica en Derecho, en la PUCP y desde la PUCP. Decidió escribir y publicar libros de Derecho mientras dictaba clases e investigaba, “y no después de jubilarme”, como decía en broma. Es admirable que su contribución intelectual al país haya sido hecha siempre con el sello de la PUCP, a través de una vasta bibliografía publicada en nuestro Fondo Editorial.

Hemos sido afortunados en que el amor por la docencia de Marcial se haya concretado en los cursos que ha dictado y en los discípulos que ha formado en la PUCP. Demostrando igual solvencia en los cursos introductorios y en los avanzados de formación doctoral. Algo muy difícil de alcanzar, como sabemos bien los profesores.

Esa presencia indesligable de la PUCP trascendió las clases y los libros. En estos días he recordado a Daniela Rubio Giesecke, tu Daniela, nuestra Daniela, siempre sonriente en el campus, y que en este 2024 hubiese celebrado cuarenta años.

Es admirable que su contribución intelectual al país haya sido hecha siempre con el sello de la PUCP, a través de una vasta bibliografía publicada en nuestro Fondo Editorial".

En segundo lugar, tu compromiso con el país

No se puede homenajear a Marcial Rubio sin resaltar su compromiso con el país. La PUCP no es una isla, y Marcial apostó por el Perú y por formar abogados peruanos. Junto a ello, asumió encargos nacionales dejando su huella.

No era fácil liderar la comisión de desactivación del SIN en los momentos finales del régimen fujimorista, cuando hacerlo bien podía ser un asunto de vida o muerte. Como tampoco lo fue ser ministro de Educación del gobierno de transición de Valentín Paniagua, entregando el cargo sin haber sufrido una huelga magisterial y reparando omisiones, como la entrega de las Palmas Magisteriales al maestro José Agustín de la Puente.

La PUCP no es una isla, y Marcial apostó por el Perú y por formar abogados peruanos. Junto a ello, asumió encargos nacionales dejando su huella".

Como rector, Marcial Rubio nos recordó que, de acuerdo con la ley, la PUCP es una universidad nacional y que llevar el Perú en nuestro nombre es un motivo de orgullo, pero también una obligación para con nuestro país. Ser la primera y estar ubicada en Lima no significa que se pueda ignorar al resto del país. Y menos a las universidades del interior, por más pequeñas que sean y más alejadas que se encuentren

Debemos siempre recordar que las universidades pequeñas y grandes, de todo el territorio nacional, estuvieron de nuestro lado para defender juntos nuestra autonomía y demostrar que teníamos la razón. Estuvieron ahí cuando las necesitamos, no las olvidemos.

Gracias, Marcial, por ese compromiso con el país y esa lección de que nuestra PUCP debe preservar su identidad.

En tercer lugar, y no menos importante, tu compromiso con la vida y la alegría de vivirla y compartirla con un único sentido del humor

Es difícil concluir un homenaje a Marcial Rubio sin referirse a su sentido del humor. Y hay muchas pruebas que lo confirman.

Hace no muchos años, antes de que internet perdiera la inocencia, había un blog irreverente llamado «Frases PUCP», que recogía, sin autorización, dichos célebres que los profesores y profesoras habían expresado en sus clases. Marcial era uno de los docentes más citados en ese medio. Y vaya que había hecho méritos.

Un ejemplo al azar de Marcial en el aula:

«En julio, ustedes eran almas puras e inocentes, ahora son proyectos de abogado».

Lo más interesante es que, para entonces, Marcial era el vicerrector académico y quienes gestionaban el blog le pidieron unas palabras para su segundo aniversario en septiembre de 2007. Vale la pena recordarlas:

Un buen profesor no solo transmite conocimientos, sino que inspira: enciende la llama de la curiosidad, cultiva el pensamiento crítico y nos muestra que el aprendizaje es un viaje apasionante".

«Mezclan ustedes el ingenio con la tecnología, trabajan seleccionando textos curiosos y les ponen humor al citarlos fuera del contexto en el que, de repente, tenían un sentido pedagógico. Además, parecen ya una organización subterránea y extendida hasta confines que aun los leninistas envidiarían. Nosotros, los citados, más que víctimas nos convertimos en una rara suerte de héroes: nos celebran aunque, a veces, la gente no entiende cómo se pueden decir esas cosas en las clases de una Universidad que se pretende seria (creo que piensan eso porque no han entendido lo humana que es, y debe ser la relación entre profesor y alumnos en una clase).

Eso sí: nunca encontré una sola desnaturalización de lo que dije y eso hace honor a su seriedad. Es una forma buena y complementaria de hacer Universidad en su sentido integral. Ojalá no pierdan esa manera de ser y de vivir, sean quienes sean y estén donde estén en este trabajo cubierto de misterios que se han impuesto. Un cordial saludo al cumplir el bienio».

Firmado simplemente: «Marcial Rubio (Derecho)», sin grados ni cargos.

Querido Marcial, tu legado trasciende las aulas. Es en los corazones y las mentes de todos tus alumnos, tus amigos y tu comunidad PUCP donde perdurará siempre tu influencia. Un buen profesor no solo transmite conocimientos, sino que inspira: enciende la llama de la curiosidad, cultiva el pensamiento crítico y nos muestra que el aprendizaje es un viaje apasionante. Gracias por este viaje, no dejes de acompañarnos, esta es tu casa y nosotros, tu familia extendida. Estamos convencidos de que, a tu lado, la luz seguirá siempre brillando en las tinieblas. Muchas gracias.

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