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"El liderazgo y el trabajo de Marcial Rubio fueron claves para lograr la tan ansiada paz con la Iglesia"

  • Rocío Villanueva
    Decana de la Facultad de Derecho

*Discurso pronunciado en la Ceremonia de distinción de profesor emérito del Dr. Marcial Rubio Correa

Hoy nuestra Universidad distingue al doctor Marcial Rubio como profesor emérito. En esta oportunidad, la PUCP le otorga esta alta distinción a quien ejerce la docencia desde 1972 y que lo sigue haciendo. A día de hoy, solo los estudiantes que tienen los mejores promedios pueden alcanzar cupo en el disputadísimo horario del curso de Introducción a las Ciencias Jurídicas, de Marcial Rubio. Ha sido maestro de distintas generaciones, entre ellas, la mía. Por eso, para mí, su antigua alumna, es un gran honor participar en esta ceremonia.

Marcial Rubio no solo ha sido un gran docente de varias generaciones. Es también un autor muy prolífico, el más prolífico en el campo del Derecho en el país. Sus libros se cuentan por decenas. Su libro El Sistema Jurídico. Introducción al Derecho ha cumplido 40 años y es el que más se vende en el Fondo Editorial PUCP, pues contribuye no solo a la formación de los futuros abogados de la PUCP sino a la de estudiantes de las distintas universidades públicas y privadas del Perú. Marcial Rubio es romanista, civilista, constitucionalista, teórico del Derecho y de la metodología jurídica. En suma, es lo que podemos llamar un jurista. Ha sido jefe de departamento, vicerrector administrativo, vicerrector académico, y rector entre el 2009 y el 2018.

Marcial Rubio es romanista, civilista, constitucionalista, teórico del Derecho y de la metodología jurídica. En suma, es lo que podemos llamar un jurista".

Aprovecharé estas palabras iniciales para referirme al papel que jugó Marcial Rubio en el largo y doloroso conflicto que nuestra Universidad enfrentó con la Iglesia.

Recordemos que, en el año 2007, la PUCP presentó una demanda de amparo contra el entonces miembro de la Junta Administradora, a fin de que se ordenara: (i) que se abstuviera de intervenir en las decisiones sobre los bienes de la PUCP; y (ii) que no se cuestionara el acuerdo del 13 de julio de 1994, sobre las competencias de la Junta de Administradora, que había sido instituida por don José de la Riva-Agüero desde su primer testamento, para dar cumplimiento de las demandas y otros encargos que se derivaban de las disposiciones testamentarias.

A partir de 2007 se iniciaron varios procesos civiles, referidos a la interpretación de los testamentos. En el año 2010, el Tribunal Constitucional resolvió, a través de una cuestionable sentencia, desfavorable para la Universidad, la demanda de amparo antes referida. En el año 2010, la comunidad universitaria presentó una petición ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

En el año 2012, Marcial Rubio, rector por aquel entonces, me citó a su oficina. En esa reunión, Marcial me propuso dos cosas: la primera, que asumiera la Dirección Académica de Relaciones Institucionales de la PUCP, designación que tenía que ser confirmada por la Asamblea Universitaria. La segunda propuesta fue que asumiera la defensa de la comunidad universitaria en la petición presentada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a raíz del conflicto con la Iglesia.

En esa reunión le recordé con preocupación que, en el año 2010, le había llegado una carta firmada por un arzobispo, en la que le pedía que hiciera algo para evitar que los docentes nombrados en esa carta hablaran de los derechos reproductivos en eventos académicos. Mi preocupación se debía a que mi nombre era uno de los que aparecía en esa carta del 2010. La respuesta de Marcial, ante mi preocupación, fue sencilla: “No importa”, y se rio como suele reírse. Ese día me dio una gran lección de lo que significa defender la libertad de cátedra y de investigación.

La generosidad de Marcial al permitirme asumir esas dos importantes responsabilidades me hizo conocer su faceta como rector y como estratega en el conflicto con la Iglesia, que no se limitaba a la cuestión legal de la interpretación de los testamentos, sino a la propia relación con ella.

Lo vi conducir la estrategia sobre el conflicto [con la Iglesia], preocuparse por los procesos judiciales, escribir propuestas de reforma del estatuto o viajar a Roma, dirigiendo esa estrategia con mucha claridad, firmeza y valentía".

Lo vi conducir la estrategia sobre el conflicto, preocuparse por los procesos judiciales, escribir propuestas de reforma del estatuto o viajar a Roma, dirigiendo esa estrategia con mucha claridad, firmeza y valentía, adelantando las posibles respuestas para definir cada paso que la PUCP debía dar, rápida pero responsablemente. Y, claro, [lo vi] hacerlo con inteligencia.

En mi opinión, la generosidad, la claridad, la firmeza y la valentía son virtudes indispensables para cualquier autoridad. En un país como el nuestro, en el que la ejemplaridad en el comportamiento hace tanta falta, es un privilegio tenerte, querido Marcial, como referente.

Marcial Rubio es también, como he dicho, una persona generosa. Y, como persona generosa dirá que, en los tiempos difíciles del conflicto, recibió el valioso apoyo de los jesuitas, a quienes conoce bien como exalumno del colegio Inmaculada, el de los vicerrectores que lo acompañaron en su gestión (Efraín Gonzales de Olarte, Pepi Patrón y Carlos Fosca), el de los abogados de la Universidad en los procesos judiciales y el de la comunidad universitaria. Sin duda, ese importantísimo apoyo se dio por parte de cada uno de los mencionados, pero, en un conflicto tan delicado, el papel de Marcial Rubio como rector, como líder de la Universidad, fue insustituible. Ese papel, el liderazgo y el trabajo de Marcial fueron claves para lograr la tan ansiada paz con la Iglesia.

En abril de 2014, el papa Francisco creó una Comisión cardenalicia para encontrar “una solución consensuada y definitiva al conflicto”. La paz con la Iglesia llegaría dos años y medio después.

En efecto, el 14 de octubre de 2016, la Asamblea Universitaria aprobó la reforma del Estatuto, acordada por el rectorado con la Santa Sede, que normalizaba los vínculos de la Universidad con la jerarquía de la Iglesia, y establecía que la PUCP seguiría siendo católica y pontificia, pero mantendría sus características y autonomía.  

En un conflicto tan delicado, el papel de Marcial Rubio como rector, como líder de la Universidad, fue insustituible. Ese papel, el liderazgo y el trabajo de Marcial fueron claves para lograr la tan ansiada paz con la Iglesia".

Marcial Rubio no solo ha trabajado por nuestra Universidad. Como directora académica de la Dirección Académica de Relaciones Institucionales, también fui testigo de cómo, con mucha generosidad, promovió la Red Peruana de Universidades (RPU), red que agrupa a universidades públicas y católicas, a lo largo del país. La RPU es la apuesta más importante de la Universidad por la educación superior pública del Perú, que en la actualidad incluye a las universidades católicas.

Finalmente, quiero acabar estas palabras con algo que Marcial contó en el homenaje que, hace pocas semanas, le hizo el área de Teoría y Filosofía del Derecho de nuestra facultad. Marcial contó que, cuando empezó a escribir, su sueño era que sus libros se leyeran, que “rodaran por los caminos polvorientos del país” (para utilizar las palabras de Marcial). Querido Marcial, no solo has cumplido plenamente ese sueño. Mira este auditorio, has logrado muchísimo más: la admiración y el cariño de varias generaciones de docentes, estudiantes y personal de la Universidad. Este auditorio, repleto de personas, celebra hoy, con mucho cariño y admiración, que la Universidad te distinga como profesor, como maestro emérito.

¡Muchas gracias!

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