La Declaración de Helsinki fue originalmente formulada por la World Medical Association en 1964. Establece los principios éticos para investigación biomédica que involucre la participación de seres humanos de manera que se protejan los derechos, la seguridad y el bienestar de los participantes. Todo ello, con énfasis en el proceso del consentimiento informado, la transparencia de las intervenciones y objetivos de la investigación, y la integridad en el manejo de los datos.

La reciente actualización y publicación de la Declaración de Helsinki 2024 introduce novedades que reflejan dilemas éticos contemporáneos, tales como garantizar la equidad en salud global de manera que las poblaciones que asuman los riesgos propios de toda investigación e innovación se beneficien también al poder acceder a los resultados. Además, se pone mayor énfasis en la importancia de llevar a cabo procesos de consentimiento informado, acorde con los grados de conocimiento sobre salud y los contextos culturales en los que se desarrolla la investigación. Esto va de la mano con diseños de investigaciones que garanticen la inclusión de poblaciones diversas a lo largo de diferentes grupos demográficos para que los resultados puedan se relevantes y generalizables.

Las tecnologías emergentes, si bien conllevan riesgos, también son herramientas que generan grandes oportunidades para generar bienestar y desarrollo humano".

La actualización del 2024 también incluye aspectos específicamente ligados a innovación en salud. Se busca fortalecer las prácticas en la ética de la investigación para que se adapten a los escenarios cada vez más cambiantes de innovación biomédica. Por ejemplo, las tecnologías de big data y salud digital requieren tomar medidas rigurosas de manejo y seguridad de los datos personales de los pacientes o usuarios. Asimismo, la inteligencia artificial y la edición génica pueden impactar, de manera impredecible, las relaciones interpersonales, y entre las personas y las comunidades de las que forman parte.

Las tecnologías emergentes, si bien conllevan riesgos, también son herramientas que crean grandes oportunidades para generar bienestar y desarrollo humano gracias a diagnósticos más tempranos, diseños de estudios clínicos con selección de pacientes optimizada, la predicción proactiva de resultados, o actos médicos abstraídos del concepto de presencialidad al emplear la telemedicina. Queda entonces en las manos de los innovadores tener la formación para identificar dilemas éticos y trabajar de la mano con bioeticistas para evaluar e implementar criterios éticos.

Queda entonces en las manos de los innovadores tener la formación para identificar dilemas éticos y trabajar de la mano con bioeticistas para evaluar e implementar criterios éticos".

Una de las lecciones aprendidas de la última pandemia es que la investigación e innovación tecnológica biomédica deben ser acompañadas por bioeticistas, y ser entendidas como un continuo esfuerzo para que los conocimientos generados se incorporen en productos y servicios que promocionen salud y bienestar. La validez científica debe alinearse con el valor social. Al incorporar la guía ética para innovaciones, la Declaración de Helsinski se mantiene vigente y trasciende su aceptación dentro de los campos de acción disciplinares e interdisciplinares de científicos, ingenieros y personal de salud, obligando a evaluar constantemente el impacto de su trabajo.

En un país como el nuestro, con tantos retos y oportunidades para innovar en el sistema sanitario, la actualización de Helsinki es relevante para garantizar la evaluación y uso ético de tecnologías que trascienden fronteras, de manera solidaria, y reconociendo las contribuciones de experticia y los recursos únicos con que contamos.