RSU: más allá de las aulas
Nuestra Universidad apuesta por que cada especialidad cuente, al menos, con un curso que otorgue créditos por Responsabilidad Social Universitaria (RSU) en su plan de estudios. Conoce aquí cuáles son las características de esta estrategia, cómo se viene desarrollando el proceso de implementación y de qué manera aportará en el aprendizaje del alumnado.
Texto:
Oscar García Meza
Desde el 2012, los estudiantes de Derecho llevan obligatoriamente la asignatura Clínica jurídica y responsabilidad social, que consiste en un consultorio jurídico donde se atiende situaciones reales de injusticia de interés público. Esta apuesta busca que el estudiantado tenga contacto con poblaciones en situación de vulnerabilidad y ponga a su servicio lo que sabe. “El curso tiene un enfoque de responsabilidad social universitaria, pues no solo sirve para el aprendizaje del alumno sino también permite generar un impacto en la sociedad”, sostiene la Mg. Renata Bregaglio, docente de la Sección de personas con discapacidad y jefa de la Oficina de Responsabilidad Social de la Facultad de Derecho.
En estos años, las diferentes secciones de la asignatura han conseguido ganar un caso contra la Municipalidad de Lima ante Indecopi por la falta de buses accesibles en el Metropolitano, el traslado del juicio de Arlette Contreras de Ayacucho a Lima, entre otros valiosos resultados. A partir de este ciclo, y luego de ser aprobado por la Comisión Académica de la PUCP, Clínica jurídica y responsabilidad social se ha convertido en un curso que otorga créditos por Responsabilidad Social Universitaria (RSU). ¿Qué significa eso?
ENFOQUE TRANSVERSAL
Desde el 2007, nuestra Universidad ha ido consolidando su enfoque RSU. Este se potencia aún más con la Política de RSU de la PUCP, del 2014, que enfatiza: “Promover y desarrollar propuestas pedagógicas y estrategias educativas que impulsen la colaboración universidad – sociedad”, mientras que La Ley Universitaria 30220, del mismo año, señala: “La Responsabilidad Social Universitaria es fundamento de la vida universitaria, contribuye al desarrollo sostenible y al bienestar de la sociedad”.
Para el Mg. Lars Stojnic, jefe del Área de Formación e Investigación Académica de la Dirección Académica de Responsabilidad Social (DARS), la RSU no es un tipo de actividad, sino un marco de referencia en el que se busca que los distintos quehaceres de la universidad dialoguen. Asimismo, la Mg. Tesania Velázquez, directora de la DARS, enfatiza que la RSU tiene un rol esencial, pues aparece desde nuestros fundamentos básicos. “Es un punto que está presente en el modelo educativo y en el Plan Estratégico Institucional”, señala.
Muchas veces, la responsabilidad social se piensa como una mirada asistencialista. Es decir, dar a un grupo vulnerable lo que necesita. Sin embargo, el enfoque RSU de la PUCP propone repensar esa relación de lógica vertical. “Es colaborar para construir de manera conjunta, y aprender nosotros también y enriquecernos de ese vínculo”, sostiene Stojnic.
En los últimos tiempos, nuestra Universidad ha diseñado un conjunto de políticas para institucionalizar y transversalizar la RSU, tanto en los niveles de investigación, relación con el entorno, gestión universitaria y formación. Precisamente, en este último aspecto, surge la propuesta de que cada especialidad tenga, al menos, un curso que otorgue créditos por Responsabilidad Social Universitaria en su plan de estudios. La implementación de esta estrategia fue aprobada por el Consejo Universitario de la PUCP en el 2016.
Para que un curso otorgue créditos por RSU, debe cumplir los requisitos de formar parte del plan de estudios, ser una asignatura ya existente –o crear una nueva– que se adapte al enfoque , dictarse a partir del tercer ciclo de especialidad, equivaler a dos o más créditos académicos y desarrollarse en contacto con un problema de la realidad. Hay que enfatizar que no se trata de una ampliación del número de créditos del plan de estudio.
APUESTA FORMALIZADA
Es importante reconocer que esta estrategia visibiliza e institucionaliza propuestas que ya se venían dando, como el mencionado curso de Clínica jurídica y responsabilidad social de la Facultad de Derecho y muchas más. Asimismo, es la concreción de un proceso intenso, que data de hace varios años, de interlocución entre la DARS y las distintas facultades. “No solo a nivel de decanos, directores de estudio y secretarios académicos, sino también con los coordinadores de especialidad y los docentes”, comenta Velázquez.
En ese sentido, la Dirección Académica de Responsabilidad Social junto con el Instituto de Docencia Universitaria (IDU) han desarrollado el taller Diseño de cursos con enfoque de RSU. El público objetivo son los docentes que, precisamente, tendrán a su cargo estas asignaturas. En noviembre del año pasado, se llevó a cabo el piloto, en el que participaron profesores de las facultades de Psicología, Educación, Derecho, Fares, Gestión y Alta Dirección, y Ciencias y Artes de la Comunicación. Este año se llevarán a cabo más talleres.
Después de tomar parte de esta actividad, se inicia el proceso de acompañamiento y asesorías –tanto a los docentes como a las especialidades y facultades– por parte de la DARS y el IDU con la finalidad de aclarar y profundizar aspectos específicos a la ejecución de cada asignatura. Además, la mencionada dirección acompaña a cada facultad en el proceso de adaptación de sumillas y contenidos.
Sobre la metodología, este tipo de cursos debe asegurarse de que el estudiantado se aproxima al problema social determinado (ver infografía) desde una perspectiva que sea, a la vez, práctica, crítica y empática. Esto se realiza a partir del vínculo con grupos, comunidades y organizaciones.
Es fundamental que las facultades tomen el enfoque como suyo y lo introduzcan en su proceso de formación, pues serán ellas quienes finalmente decidan cuál será la asignatura más apropiada para esta política. “El otorgamiento de crédito por RSU se construye sobre los objetivos disciplinarios del curso”, asegura el Mg. Werner Jungbluth, coordinador de Estrategias curriculares y quehacer docente del Área de Formación e Investigación Académica de la DARS, quien recalca la importancia de dialogar con las diferentes especialidades, pues los miembros de su dirección no son especialistas en todo. “Cada vínculo expande nuestra concepción sobre un problema social”, añade.
La directora de la DARS, Tesania Velázquez, comenta que muchos docentes muestran una gran motivación de hacer que los estudiantes tengan una formación más integral y estrechen el vínculo con la realidad del país. “Hay un interés por permitir que las y los estudiantes tengan una mirada que trascienda el espacio del aula”, acota. Jungbluth recuerda que tuvo una conversación con un docente de la Facultad de Ciencias e Ingeniería que no estaba muy convencido de la propuesta. “Sin embargo, cuando le pregunté qué es lo que hace en su curso, me di cuenta de que hablábamos de cosas similares, solo que con palabras distintas. Hay que construir un puente y llegar a un punto en común”, dice.
Introducir, a nivel curricular, el componente RSU es un reto que toma tiempo. Incluso, aún estamos inmersos en el proceso. “No se trata de cumplir un requisito sino de darnos la posibilidad, como universidad, de pensar nuestras apuestas curriculares”, comenta Jungbluth. Tesania Velázquez añade: “Hubiera sido muy fácil aplicar el mismo curso para todas las carreras, como pasa en otras universidades, pero eso no respondería a la heterogeneidad formativa de cada una de las especialidades que nos caracteriza”.
APRENDIZAJE VALIOSO
La apuesta de otorgamiento de créditos por RSU está orientada, en especial, al proceso formativo de los alumnos. Abre la posibilidad de que ellos salgan del espacio del aula y se vinculen con una realidad social de la cual, aunque superficialmente se piense que no, la universidad también forma parte.
En ese sentido, hay dos aspectos importantes de este modelo de aprendizaje: el primero es “cómo los estudiantes valoran sus especialidades, pero también se interpelan acerca de las potencialidades y los límites”, sostiene Lars. Si bien nuestra Universidad cuenta con un conocimiento valioso, no puede ser dueña de la verdad absoluta. Al asumir esto, nos volvemos más rigurosos, ya que nos hace aproximamos a una problemática con la intención de establecer diálogos. “Eso lleva a la necesidad de realizar vínculos dentro de la universidad con otras disciplinas y reconfigura la manera de relacionarnos con las comunidades o grupos humanos, reconocemos que ellos tienen saberes y capacidad de transformar su propio entorno”, añade Lars. Escuchar al otro es una parte esencial de una adecuada aproximación a una problemática.
El segundo punto importante en el aprendizaje se relaciona con la ciudadanía democrática, la cual está en articulación con una de las competencias genéricas PUCP, específicamente la referida a ética y ciudadanía. “Buscamos hacer no solo buenos profesionales sino que, a su vez, sean ciudadanos comprometidos con lo que sucede en nuestra sociedad”, comenta Velázquez. Allí surge un autocuestionamiento. ¿Qué puedo hacer como futuro arquitecto, abogado, historiador, químico o publicista por mi entorno? De este modo, nuestra Universidad responde a un modelo de formación integral.
Asimismo, la aproximación a un problema genera nuevos temas de investigación e innovadoras metodologías de aprendizaje. “Motiva a los estudiantes a no solo involucrarse de manera directa a las problemáticas que su especialidad y la sociedad, de alguna manera, les plantea, sino también a interpelarse a ellos mismos dentro de sus carreras”, señala Tesania.
Es necesario apuntar que, al vincularse con un grupo humano, comunidades u organizaciones, los estudiantes de los cursos con enfoque RSU no solo obtienen un aprendizaje racional –a nivel cognitivo–, sino también desarrollan uno de tipo afectivo o emocional. “El docente tiene que tratar de compatibilizar ambos aspectos, que son complementarios. No solo lo que aprenden concretamente, sino también el lado empático, que no es tan evidente”, sostiene Lars.
FASE FINAL.
Como hemos visto, el proceso para implementar la estrategia de otorgamiento de créditos por enfoque RSU cuenta con muchas fases. Actualmente, treinta y cinco especialidades ya han elegido el curso. Asimismo, Grabado, Pintura, Escultura, Diseño Gráfico, Diseño Industrial, Arte, Moda y Diseño Textil, Publicidad, Comunicación para el Desarrollo, Comunicación Audiovisual, Periodismo, Educación Inicial, Educación Primaria, Teatro, Música, Gestión, Arqueología, Historia, Ciencias de la Información, Filosofía, Geografía y Medio Ambiente, Humanidades, y Lingüística y Literatura ya cuentan con una sumilla y contenido de curso en proceso de creación o adaptación al enfoque de RSU.
Por otra parte, Antropología y Química están en la fase de sumilla creada o adaptada al enfoque de RSU e ingresada como cambio curricular. Por último, Economía, Derecho y Psicología ya tienen, al menos, un curso con enfoque RSU formalmente aprobado por la Comisión Académica PUCP. “En general, lo importante es que se ha logrado sensibilizar a las diferentes especialidades sobre la importancia de incorporar este enfoque en los cursos”, manifiesta Velázquez.
Una de las metas concretas que tiene la PUCP en su Plan Estratégico Institucional (PEI) 2018–2022, y por la cual tendrá que rendir cuenta tanto a la comunidad universitaria como a las agencias acreditadoras, es precisamente que cada especialidad cuente al menos con un curso que otorgue créditos por el enfoque RSU. Dadas las acciones y los avances realizados, así como el entusiasmo e interés mostrado tanto por las autoridades, docentes y alumnos de nuestras diversas especialidades, se puede afirmar que vamos por el camino correcto.
Experiencias docentes
Ángela Vera
Giuliana Cassano
Alfonso Lescano
Giancarlo Marcone
Sobre la aproximación a un problema social
El problema social que el curso reconozca como plausible para ser abordado, en diálogo y desde la perspectiva de la propia disciplina, debe:
- Remitir a las experiencias de un grupo, comunidad u organización en una situación de vulnerabilidad relativa que moviliza respuestas que deben ser valoradas en su contexto.
- Facilitar la discusión sobre una problemática mayor que represente un desafío para el bienestar democrático, la justicia social y/o el desarrollo sostenible.
- Responder a una demanda sentida por el grupo, comunidad u organización con la que se colabora.
- Desarrollar algún producto, servicio o propuesta que sea valiosa desde las perspectivas y demandas del grupo, comunidad u organización con la que se colabora.
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