¿Qué representa la comunicación política dentro de todo el universo de la política?

Siempre digo que debemos evitar definiciones complicadas. La comunicación política es el vehículo fundamental que tiene la clase política, sea en campañas electorales o en comunicación de gobierno, de poder expresar sus ideas, sentimientos, emociones, proyectos, programas y políticas públicas a la ciudadanía y a los medios, a la sociedad en general.

¿Es importante que sea formal?

Tiene que ser así porque lo que no se comunica no existe. Mi primer libro, publicado en el 2005, se llama, justamente, Lo que no se dice no es. Uno puede tener ideas y proyectos muy interesantes que podrían ser exitosos, pero si esas políticas públicas no son bien comunicadas, desaparecen. Tan importante como hacer, es comunicar.

En el Perú se ve a la política con suspicacia y se la asocia con corrupción. La informalidad de los partidos políticos hace que las campañas sean vistas como espacios muy vulnerables para la corrupción.

Primero, eso no pasa solo en Perú, sino en Latinoamérica y el mundo. En todos los países hay casos de corrupción. Lo que sí me parece es que no se entiende el proceso. Los políticos no vienen de la Luna ni de Marte, no son extraterrestres, son hombres y mujeres de la sociedad, en este caso peruana. La sociedad está contaminada con la corrupción; para resolver un problema, primero hay que conocerlo y entenderlo. El que cree que los problemas son solo los políticos, no lo va a resolver nunca.

Hablemos de la campaña presidencial actual. Teniendo en cuenta que los principales candidatos no tienen mayores diferencias programáticas, ¿cuál va a ser el elemento determinante para ganar?

El que tenga una estrategia política con un equipo profesional y que además sepa interpretar qué le está pasando a la sociedad. El que mejor la interprete será seguramente el que tenga los mejores resultados electorales.

¿Qué particularidades debe tomar en cuenta? ¿En qué se diferencia el marketing político de la venta de una marca o producto?

Pensar que una campaña de marketing político es como una campaña de un producto comercial es un grave error. El marketing y la comunicación ponen un valor emocional a los liderazgos, a los partidos y a las ideas para que sean de fácil interpretación para la sociedad. Pero, para eso, primero hay que crear la idea, el proyecto, la política pública, y después entrar a jugar con estas acciones para que sean mejor interpretadas por la sociedad.

¿Cómo es la convivencia en el gremio de comunicadores políticos, donde muchas veces hay equipos enfrentados?

La consultoría política es como todo gremio. En eventos como este pregonamos mucho el tema de la ética, de las campañas de contrastes y no las campañas sucias. Pueden haber campañas negativas que hablen sobre aspectos negativos de candidatos, siempre y cuando sean verdaderos. El problema es la campaña sucia.

¿Dónde está el límite?

La campaña sucia parte de premisas falsas, de mentiras, de difamaciones. Por ejemplo, si se denuncia que un candidato tiene hijos extramatrimoniales o ha ejercido violencia de género, siendo mentira, es campaña sucia. Ahora, si un candidato habla de la familia y la Iglesia católica, pero a la vez tiene hijos extramatrimoniales, se puede mostrar un punto negativo que hace flojo su discurso porque le está mintiendo a la sociedad. Esa es una campaña negativa, pero aceptable porque es una campaña de contraste. Ahora, cuando partimos de premisas falsas o se dicen mentiras para ensuciar o dañar a otro candidato, estamos en problemas.

¿Qué país de la región podría servir como modelo en cuanto a formalización de la comunicación política?

En Argentina se ha creado una asociación de consultores políticos hace dos años, pero la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos tiene ya 20 años y estamos tratando de darle impulso. Cuando se entiende que la comunicación política es para tener mejor política y fortalecer la democracia, uno la valida. El tema es cuando esto está oculto y se usa la comunicación de engaño electoral para esconder cosas que perjudican a una sociedad.