Desde la PUCP, por ejemplo, se apuesta por el desarrollo de competencias multidisciplinarias e interdisciplinarias en nuestros estudiantes a la vez que se busca formar buenos ciudadanos".

Unas semanas atrás, Rosa Bartra, congresista del partido Fuerza Popular, presentó el proyecto de Ley 1215, cuyo objetivo era implementar prácticas no remunerativas en la malla curricular de los institutos técnicos. A pesar de que la ley se llegó a aprobar en la Comisión Permanente del Congreso, la indignación que generó en un gran sector de la ciudadanía provocó que la congresista fujimorista tuviera que poner en pausa su ejecución. No es nuestra intención discutir en este espacio la naturaleza de una ley que, a todas luces, promovía la esclavitud juvenil. Nos interesa traer a colación esta medida porque la lógica que subyace a la misma se alinea con una tendencia que busca debilitar el sentido de la formación integral de una persona. Ahora, que acabamos de dar inicio a un nuevo año académico, es nuestra labor, como docentes y como miembros de esta comunidad académica, llamar la atención sobre esta lógica y reflexionar en torno a nuestra labor en el aula universitaria.

En un intento por justificar su proyecto de ley, Rosa Bartra publicó un video en el que señalaba que la medida permitiría que los estudiantes de institutos técnicos “aprendan en un entorno real de trabajo” y que puedan “aprender haciendo”, “de tal manera que sus competencias puedan magnificarse” y se puedan “convertir en alguien que el mercado laboral requiere”. Nadie puede negar que los jóvenes de hoy se enfrentan a un mundo de cambios constantes y que, tanto sus expectativas como las demandas del mercado, distan mucho de las que enfrentaron los jóvenes de ayer. En lo que sí parece haber desacuerdo es en la solución que brindamos para formar a nuestros estudiantes y prepararlos a enfrentarse a los retos que el mundo actual nos plantea. Nos parece que tres palabras son importantes aquí: aprendizaje, competencias y formación. Es cierto que uno aprende en diferentes contextos reales y no solo en los centros o institutos de enseñanza; pero si hablamos de educación superior, sea en institutos o universidades, el aprendizaje involucra la enseñanza y no solo el mero hacer. Es cierto, también, que uno aprende haciendo, pero no es solo hacer lo que está en juego en la educación, sino el hacer modulado desde un cierto saber. Además, es alarmante reducir las competencias de una persona a un conjunto de procedimientos sin la adecuada reflexión sobre los contenidos. ¿Por qué considera Bartra que el aprendizaje, sea el técnico o el profesionalizante, puede prescindir de la enseñanza entendida?

Tal vez la clave se encuentra en la palabra “formación”. Más propiamente, tal vez la clave se encuentre en la reducción, consciente o inconsciente, del sentido de la formación. La preparación hacia ese “entorno real” del que hablaba Bartra implica necesariamente un proceso formativo, por medio del cual los estudiantes desarrollen gradualmente actitudes, habilidades y conocimientos que los preparen profesionalmente. Desde la PUCP, por ejemplo, se apuesta por el desarrollo de competencias multidisciplinarias e interdisciplinarias en nuestros estudiantes a la vez que se busca formar buenos ciudadanos. Se trata, entonces, de un proceso paulatino que apuesta por una formación integral. Nada más alejado de la verdad, es decir, como propone Bartra, que esta ley contribuiría a la mejora del país, cuando la propuesta prescinde de un aspecto tan fundamental como el del desarrollo del individuo en sociedad. Eso sin mencionar que cualquier forma de trabajo no remunerado (y más si afecta a los menos privilegiados), sea como sea que esté camuflado, atenta directamente contra este principio. Tomemos unos minutos de nuestro día en reflexionar sobre lo que estamos haciendo desde nuestra docencia para contribuir a formar ciudadanos hábiles y pensantes.

* La columna fue coescrita con la Dra. María Gracia Ríos.