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Un pianista inocente

  • Yana Piachonkina
    Pianista. Docente del Departamento de Artes Escénicas.

Fue en un desayuno dominical en las afueras de Lima cuando una profesora de música y muy querida amiga mía, me contó una anécdota de su vida profesional.

Se trataba de un jovencito que vino a su casa muy entusiasmado por aprender a tocar el piano. Pasadas dos o tres clases, orgulloso le reveló a su maestra que ya estaba tocando órgano electrónico en un grupo. “¿Y cómo así?”- no pudo ella ocultar su asombro. “¡Pero si es fácil, profesora!”- respondió el muchacho. “Agarras una nota con la izquierda, un acorde con la derecha y ¡chancas! ¡chancas! ¡chancas!”

En este momento no supe si reírme o llorar…

Si bien es cierto que el piano es un instrumento de cuerda percutida, también es cierto que en todas las épocas los más célebres compositores e intérpretes se esmeraron en hacerlo cantar. Con la aparición del teclado electrónico esta tarea se dificulta aún más ya que en nuestro país la mayoría de principiantes y sobre todo niños conoce primero el teclado electrónico y después si tiene suerte, un piano acústico. De hecho su nombre original y completo es pianoforte que traducido del italiano significa suave-fuerte. Este nombre es el resultado de una comparación del piano con su antecesor el clavecín, un instrumento de teclado y cuerda pulsada que se mantuvo en los escenarios del barroco hasta fines del siglo XVIII. El clavecín a distinción del piano no puede producir sonidos con diferentes intensidades llamados matices. La idea de modificar el mecanismo de este instrumento conservando sus características principales como el teclado amplio y la poderosa caja de resonancia, nació de una necesidad de reflejar toda la gama de movimientos del alma humana a través de la música. Así a principios del siglo XVIII el constructor italiano Bartolomeo Cristofori inventó el pianoforte: un instrumento de apariencia similar al clavecín que para el asombro del público en general, podía tocar suave, fuerte y de mil maneras más.

Sin embargo al piano le tomó más de medio siglo para establecerse en la vida musical de Europa. Hasta el ilustre filósofo francés Voltaire (1694-1778) lo apodó “instrumento de un calderero” refiriéndose a su sonoridad percutida.

Actualmente el piano está considerado como el instrumento más completo y universal no solamente porque puede producir múltiples sonidos a la vez, sino también por su capacidad de emitir un sinnúmero de timbres que permite expresar los sentimientos más refinados y hasta imitar el color de otros instrumentos. Todo esto lo convierte en un magnífico instrumento para la composición. El estudio del piano como segundo instrumento es indispensable para todo aquel que desee dedicarse a la música profesionalmente. Es un excelente ilustrador para la comprensión de la teoría musical, un ayudante necesario para los cantantes, un fiel servidor para el director de coros y hasta un sustituto de la orquesta en ensayos de ópera.

Si aquel joven que chancaba y chancaba sus acordes hubiera tenido más paciencia para continuar con las clases de piano, tal vez hubiera descubierto algunas virtudes adicionales de este tan noble instrumento…

Foto: Archivo personal

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