“Se educa a los jóvenes desde el principio o no se avanza nada”
Las empresas, los gobiernos, las familias y, en general, los grupos humanos se desenvuelven siguiendo los valores de sus líderes. En un contexto de riesgo ambiental y de fácil acceso a la información, los valores de los líderes comienzan a ser cuestionados y a cambiar. El Mg. Bruno Rouffaer nos cuenta sobre el nuevo estilo de liderazgo necesario para nuestra era.
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Bruno Rouffaer
Experto en liderazgo y responsabilidad social
En el libro No Way: Big Bad Boss Era is Over explica que estamos en una transición en el liderazgo. ¿Cómo son ambos estilos?
Estamos en el borde del antiguo y el nuevo estilo de la economía. El primero se basa en lo que llamo el viejo estilo de liderazgo 1.0, basado en tres elementos: la codicia, el narcisismo y la hybris (abuso de poder). Y cuando miro lo que está sucediendo en los últimos 15 a 20 años, observo un cambio hacia una nueva economía basada en la humildad, la integridad y la confianza: los tres valores básicos del futuro. Veo también que las grandes empresas están perdiendo más y más poder en el contacto con los seres humanos.
¿Cómo sería el nuevo liderazgo?
En mi libro, describo el liderazgo 2.0, que vuelve a los elementos básicos de la humanidad: el respeto a la verdad y el regreso a la naturaleza. Pareciera que la responsabilidad social es algo nuevo, pero no lo es. La responsabilidad social es vivir en una comunidad en conjunto, que todas las generaciones se respeten mutuamente para buscar el desarrollo, como hacían nuestros antepasados. Estamos abusando de nuestro aire, de nuestra agua. En los últimos 200 o 300 años, los seres humanos se han desnaturalizado a sí mismos. Ya no formamos parte de la naturaleza, incluso estamos negando que somos parte de ella.
¿Cómo se puede aplicar este nuevo estilo de liderazgo más humano en la realidad?
Por ejemplo, el empresario danés Claus Meyer vio la necesidad de iniciar una escuela para jóvenes en Bolivia para mejorar su calidad de vida a través de la gastronomía. Es así que nace Gustu, que es el restaurante número uno en este país. Es dirigido por Kamilla Seidler y Michelangelo Cestari. Yo estoy trabajando junto con el Instituto para la Calidad de la PUCP para empezar algo de la nada con estos dos jóvenes chefs, patrocinados por el gobierno danés. Junto con Gustu se creó una escuela llamada Manq’a, que busca educar a 3,000 jóvenes para darles otra vida a través de la gastronomía.
¿Cuál es su papel en este proyecto?
Mi función es desarrollar, junto con ellos, un estilo de liderazgo que pueda trasladar al mundo de la gastronomía (en primer lugar en América Latina), debido a que esta industria no es un entorno socialmente responsable. Se desperdicia más del 40% de ingredientes utilizados, tienen una huella tremendamente pesada en la Tierra. Entonces, lo que hacemos es mejorar el aspecto de responsabilidad social, lo que significa involucrar a todos los implicados en el proceso. Como sociólogo, estoy trabajando en estos elementos para que el enfoque de la responsabilidad social cubra todos los aspectos de, en nuestro caso, un restaurante.
Esto quiere decir que no solo las grandes corporaciones pueden ser socialmente responsables.
Absolutamente. Creo en la responsabilidad social en pequeño. Lo pequeño es hermoso. Así que si tienes las entidades más pequeñas para trabajar, el impacto que puede crear es mucho más grande.
¿Cómo está el Perú en este aspecto? ¿Estamos en la lista de países que no han comenzado a hacer un cambio para ser socialmente responsables?
El Perú no está en la lista, sino que está con los otros 3 países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia y México), en desarrollo. Hay un momento en el que se sabe inconscientemente que algo tiene que cambiar. Todavía tenemos mucho camino por delante. Lima es una de las ciudades más contaminadas del mundo; y cuando un peruano se sube a un auto, se convierte en una especie de poderoso demonio que puede hacer lo que quiera. Este comportamiento se desarrolla sobre la mala educación de valores. O se educa a los jóvenes desde el principio o no se avanza nada. De lo contrario, se va a crear otra generación que tampoco está interesada en la basura, los desperdicios, el dióxido de carbono, etc. Pero para esto se necesitan ejemplos, y en este momento, cuando miro a los líderes mundiales, no veo suficientes. Yo no ssoy católico, pero me gusta el papa Francisco. Es una persona que entiende lo que es la responsabilidad social. Veo que muchos de los capitanes de la industria están cambiando y entienden cómo ser socialmente responsables. Existen, pero son aún minoritarios. Hay que educar en todos los niveles, no solo para convertirse en ingeniero o chef, sino también para convertirse en humano.
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