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"No hacer memoria es una manera de evadir responsabilidades"

La semana pasada, la profesora Mariana Achugar (Carnegie Mellon University, Pittsburgh) visitó la PUCP para dar la conferencia «La transmisión intergeneracional de la memoria» en el Auditorio de Humanidades y ofrecer un Taller de Análisis de Textos en el Pabellón Z. En la siguiente entrevista, nos explica qué es el Análisis Crítico del Discurso y qué aplicaciones prácticas le dio en su investigación personal.

  • Mariana Achugar
    Docente de la Carnegie Mellon University, Pittsburgh

¿En qué consiste el Análisis Crítico del Discurso?

El término «Análisis Crítico del Discurso» se divide en dos. En primer lugar, el «Análisis del Discurso» consiste en analizar el lenguaje en uso, cómo la gente usa el lenguaje no sólo oralmente sino también de forma escrita. El lenguaje no sólo representa la realidad; es, a la vez, una práctica social, una manera de actuar en el mundo. Por ejemplo, cuando recordamos, el recuerdo está mediado por la memoria. Recordamos historias que son palabras, y, al recordar, estamos construyendo una visión del pasado que se usa para construir nuestra identidad, para imaginarnos como parte de un grupo. Además, otros actos del habla solamente pueden hacerse mediante palabras: hasta que un juez no diga «lo declaro inocente», la persona no puede estar libre. De la misma forma, se necesitan las palabras «los declaro marido y mujer» para que se formalice el matrimonio. Ahora bien, el Análisis del Discurso se ha expandido a distintas prácticas sociales de nuestra vida cotidiana en las que el discurso no solamente ayuda a reflejar la realidad, sino que la construye, la reproduce y la transforma. El discurso cambia o mantiene las cosas. Por otra parte, con respecto al término «crítico», la perspectiva crítica implica que no se puede aceptar como naturales, como la Verdad, a las prácticas discursivas y las representaciones que hacemos de la realidad a través del lenguaje. Una aproximación así implica ser críticos, cuestionar por qué una opción se tomó en vez de otra así no haya sido de forma consciente. Muchas veces no pensamos por qué dijimos «violencia» en vez de «guerra» o en vez de «terrorismo». Cada palabra tiene una connotación, una carga, una historia distinta. El Análisis Crítico del Discurso analiza, entonces, por qué se ha escogido una de estas opciones y se ha descartado las otras, así como los intereses que están detrás y las consecuencias que acarrea dicha opción.

Entonces, ¿se puede decir que el Análisis Crítico del Discurso es una aproximación interdisciplinaria? 

Sí, este tipo de análisis parte de una perspectiva interdisciplinaria. Al ver que el lenguaje está relacionado con la sociedad, con la manera en que participamos en el mundo, el Análisis Crítico del Discurso se da cuenta de que el mero análisis del lenguaje no alcanza para explicar las prácticas sociales cabalmente. Entonces, siempre hay que situar el lenguaje en un contexto, y ese contexto implica tener una comprensión de la sociedad y la cultura. Para ello, se necesita la ayuda de otras disciplinas. En mi caso, yo he trabajado la construcción de la memoria  sobre todo desde las perspectivas relacionadas con la Historia y la Sociología, y con algunas de la Antropología también.

¿Por qué señala que la construcción de la memoria es una forma de lucha política y un proceso socio-semiótico dinámico?

Por un lado, la memoria se construye. No es algo que se experimenta y, luego, al recordar la experiencia, se tiene acceso directo a ella mediante una reproducción. Por el contrario, desde el hoy miramos el pasado, situados en un momento particular que afecta lo que podemos recordar y la manera en que recordamos ese pasado. Por ejemplo, yo, una mujer uruguaya que era niña durante la dictadura de mi país, tendré una memoria distinta a una persona que era un adulto durante ese periodo. Una persona que participó en la lucha política recordará distintas cosas a las que recordará una que no participó. No hay una manera de acceder a la experiencia directamente; esto estará mediado por quiénes somos y dónde estamos. La memoria también implicará una selección y una reconstrucción de la experiencia. Por otra parte, lo socio-semiótico está relacionado con la manera como se construyen significados, la cual está circunscrita a ciertos factores sociales e históricos.

¿Hasta qué punto el discurso militar sobre la dictadura sigue siendo el discurso dominante en Uruguay?

Bueno, yo he estudiado cómo los militares recuerdan y cómo han construido distintos relatos para explicar su actuación durante la dictadura, desde los setenta hasta hoy en día. Lo interesante es que, como institución, los militares uruguayos escribieron libros del tipo relato histórico. Todavía hoy, en el debate aparece la posición de la institución militar. Es una historia dominante, porque, al principio, ellos eran quienes estaban en el poder y eran los únicos que tenían el derecho a hablar, a escribir, a ofrecer su versión de la Historia. Luego, cuando vino la democracia, tomó tiempo cuestionar esa versión dominante. En la actualidad, hay muchos actores políticos de derecha que están de acuerdo con la posición de los militares. Muchas personas interpretan que la dictadura fue una respuesta a la guerrilla, a los tupamaros. Ahora bien, cuando otros actores políticos pueden tener acceso a la esfera pública y pueden empezar a dar su versión, allí pueden surgir más cuestionamientos. Hay más interpretaciones políticas; la de los militares ya no sería la única. Sin embargo, todavía me parece que es la dominante. Hay gente de izquierda y gente de derecha que están satisfechos con esa visión, porque favorece a no seguir explorando el tema, a olvidar lo que pasó. Revisar implica darse cuenta de que algunos actores que tuvieron un rol importante en las causas de la dictadura han desaparecido sin haber sido juzgados adecuadamente. No hacer memoria es una manera de evadir responsabilidades.

¿Cuál es el mayor punto de conflicto entre la memoria construida por el discurso de los militares y la que otros discursos intentan construir, tales como el de la izquierda o los afectados por la represión militar? 

Creo que más que un debate sobre los hechos, sobre lo qué pasó, el debate gira en torno a cómo se evalúan esos hechos y a quién se le atribuye responsabilidades por ellos. Entonces, inclusive en los libros escolares, en el discurso militar y en los periódicos, se ve que hay una distinta representación de quién es el responsable. A veces, se usa construcciones impersonales para borrar responsabilidades totalmente. En otros casos, se atribuye la responsabilidad a un lado o al otro, presentándolo como un hecho dicotómico. La evaluación es interesante porque los mismos eventos se representan de manera similar pero se interpretan de manera distinta. Entonces, el debate sobre enjuiciar o no a los militares lleva a distintas posturas. Así, se llegan a distintas conclusiones, pues se evalúan los mismos eventos de manera diferente.

¿En qué medida puede expandirse el tipo de análisis que Ud. propone a otros contextos similares, en Sudamérica, por ejemplo?

Sí. De hecho, una colega, Teresa Oteíza, ha estudiado cómo se representó la dictadura chilena en los libros escolares, y cómo ha cambiado esta representación con el paso del tiempo. También, ha analizado el Informe Rettig y el de otra comisión más que investigó los hechos a semejanza de la Comisión de la Verdad aquí en Perú. Creo que el abordaje desde el Análisis Crítico del Discurso es útil para analizar casos semejantes. En realidad, son casos, países, actores distintos; sin embargo, un análisis contrastivo puede permitir dar luces sobre algunos aspectos regionales, o también sobre aspectos históricos de la época, como la Guerra Fría. Las herramientas son útiles para comparar y encontrar patrones comunes. Ahora bien, creo que hay más similitudes entre Chile, Uruguay y Argentina que con Perú. Sin embargo, yo participé en un grupo de estudio interdisciplinario coordinado por Carlos Iván Degregori y Elizabeth Jelin. Estudiamos la memoria y la represión en Sudamérica: Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Perú. Es un área para seguir explorando.

Finalmente, ¿qué opina sobre el proceso de construcción de memoria a partir de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Perú?

Sinceramente, no tengo suficiente información como para dar una opinión. Lo que me ha llamado la atención es la forma como se ha nombrado al periodo: «la Violencia». Me parece interesante cómo se eligió nombrar esa época y qué involucra ese término. Es una nominalización y una abstracción de un periodo; se reduce a un aspecto específico. Ahora bien, se silencian actores y eventos concretos, y se resalta ese lado de la experiencia de la violencia. Parecería que se ve como algo neutral y algo que se recibe, casi de forma pasiva. Ver que la responsabilidad estuvo dividida entre el Estado y los grupos armados es un avance a creer que solamente fueron los grupos armados. Sin embargo, si sólo se deja la responsabilidad a estos dos grupos, el discurso invisibiliza la responsabilidad de otros actores políticos y sociales que tuvieron un rol en dicha época.

Entrevista: Jesús Hidalgo

Foto: Mario Lack

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