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"La verdad histórica siempre es parcial"

Es uno de los más importantes especialistas en sociedades mesoamericanas y andinas. Historiador, en el sentido más estricto de la palabra, el Dr. Nathan Wachtel da vital importancia al trabajo interdisciplinario entre historia, arqueología y antropología. Sus estudios han contribuido a abrir nuevas y fundamentales perspectivas sobre el mundo andino. Fue distinguido como doctor Honoris causa y participó en el XXV Coloquio Internacional de Estudiantes de Historia.

  • Nathan Wachtel
    Profesor emérito del Collège de France (Francia) y doctor honoris causa por la PUCP
  • Texto:
    Jonathan Diez

En su trabajo, incorpora, con mucho énfasis, la visión de los dominados o vencidos. ¿Se puede hablar de una “verdad histórica” cuando se recogen puntos de vistas opuestos sobre un proceso?

Adoptar la perspectiva histórica de los dominados no significa que no nos interesemos por el punto de vista opuesto. Sería absurdo delimitarse a solo una perspectiva, pues tenemos fuentes que permiten investigar ambas visiones: los colonizadores y los derrotados. La idea es tratar de tener una visión global de ambos aspectos y, a la vez, mirar ambos puntos de vista tomando distancia. Es necesario un alejamiento en la mirada para poder complementarlos y no limitarnos solo a una idea. Hay que equilibrar una idea con otra aunque sean opuestas. Para tratar de llegar a una verdad histórica, que siempre es parcial, se necesita una infinidad de recolección de datos. La meta es tratar de acercase a esa “verdad histórica” añadiendo varias “verdades parciales” para entender procesos de manera más global. Por eso, para entender las sociedades andinas, hay que estudiar la época colonial desde la perspectiva de los colonizadores y colonizados, necesariamente.

¿Cómo aplicó el método estructuralista de Claude Lévi-Strauss a sus estudios sobre sociedades indígenas?

En los años sesenta, surgieron en Francia movimientos de descolonización de lo que se llamaba el tercer mundo desde la historiografía misma. Mi idea era invertir la perspectiva tradicional de la historiografía europea –que era etnocentrista– y tomar el punto de vista de las poblaciones colonizadas. Reconozco mi deuda con Claude Lévi-Strauss –aunque no fui su alumno, sí seguí su seminario– porque el hilo conductor de mi trabajo fue la combinación de la historia y la antropología. Para mí, el método estructuralista no es una teoría sino un instrumento de trabajo, una manera de analizar los datos, ya sean históricos o etnográficos.

¿Qué activos le brindó este instrumento en su trabajo?

A través del trabajo de campo, este sistema me permitió entender el orden de determinadas sociedades: la relación de la organización del territorio con las relaciones sociales, vida económica, ritos religiosos y demás representaciones simbólicas. Este modelo ordena todas las relaciones sociales en una lógica atemporal con una idea central: la realidad social no está fuera del tiempo histórico de ninguna manera. Es difícil resumir, pero hay que entender la historia de las sociedades en sus cambios en el tiempo, mutaciones y creaciones en un tiempo que no es inmóvil. Es falsa la idea que sostiene que el estructuralismo está fuera del tiempo, todo lo contrario: este modelo es sincrónico, y busca vincular historia, sociedad y antropología.

Desde la perspectiva de las sociedades indígenas, ¿en qué razones fundamentales radica la derrota del Imperio incaico frente al español?

El Estado incaico tenía una organización, aparentemente, sólida por extensión, pero en realidad no era así. No hay que olvidar nunca que del lado de los españoles lucharon tantos indígenas como los que había en el frente de Manco Cápac. Hay alianzas fuertes entre españoles y sociedades indígenas, la derrota no se puede explicar de otra manera. Los pocos caballeros españoles no hubieran podido conquistar sin la ayuda, colaboración y alianza con sociedades indígenas que habían sido sometidas por los incas. Las rebeliones contra el Imperio incaico eran constantes, hay registro muy conocido sobre eso. El Imperio incaico era un Estado potente y, a la vez, frágil.

¿Cuáles serían los retos más importantes para un historiador joven en la época que vivimos?

No es fácil combinar datos de los archivos con el trabajo de campo etnográfico. El historiador hoy debe conocer bien, en la práctica, la relación entre antropología e historia. Y voy más allá: todavía es insuficiente el vínculo entre disciplinas muy relacionadas: historia, antropología y arqueología, como lo hizo John Murra. Las perspectivas de estas disciplinas permiten a la historia tener cada vez aproximaciones más interesantes y profundas.

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