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El mercado y la distancia social (que nos separa)

  • Dr. José Tavera
    Docente del Departamento de Economía
  • Fotografía:
    Héctor Jara

Al inicio de la cuarentena se observó un razonable entusiasmo por parte de los analistas respecto a las políticas llevadas a cabo por el Gobierno para enfrentar la pandemia: se pensó que con la cuarentena estricta al estilo chino íbamos a enfrentar razonablemente esta externalidad. En ese sentido, los médicos en general, y los epidemiólogos en particular, llevan la voz cantante en el diseño de las políticas que afectan aspectos de nuestra vida que van mucho más allá del estado de salud: los pacientes que debían seguir sus “órdenes” eran seres humanos que para vivir necesitan ahorros y los que no los tienen “desobedecen”.

Si nos comparamos con muchos países que han enfrentado esta pandemia, encontraremos que muchos de estos contaban con una red de seguridad social mínima que les permitía ‘obedecer’ las reglas que emitía el Estado».

Frente a las voces de disidencia, la discusión se cerraba con la frase que “es poco ético proponer políticas a partir de un frío cálculo entre vida y economía”. Si nos comparamos con muchos países que han enfrentado esta pandemia, encontraremos que muchos de estos contaban con una red de seguridad social mínima que les permitía “obedecer” las reglas que emitía el Estado. Nuestro caso es muy diferente, somos un país con un alto nivel de informalidad y esta característica hace un mundo de diferencia a la hora de diseñar políticas para enfrentar la pandemia.

Afrontar un caso de externalidad negativa (coronavirus) exige aplicar herramientas de análisis económico. Si la recomendación de los médicos es mantener la distancia social, ergo, nuestra forma de relacionarnos debería respetar esa distancia lo que no significa que uno debe mantenerse encerrado en los hogares. En el caso peruano, se presenta la paradoja que, bajo cuarentena, el Perú ha tenido una de las mayores tasas de contagio.

Afrontar un caso de externalidad negativa (coronavirus) exige aplicar herramientas de análisis económico».

¿Y esto por qué? Simplemente porque el 70% de la PEA vive realizando transacciones cotidianas para obtener su sustento. El sector informal tiene baja productividad en promedio y bajos niveles de ahorros financieramente válidos. La característica fundamental del sector informal peruano es la utilización de una plataforma física que supondría un nivel inaceptable de aglomeración que aumentaría el nivel de contagio.

¿Qué podríamos hacer? Los planificadores gubernamentales -probablemente, el 99% de ellos no saben cómo funcionan los mercados- ya han decidido que un grupo de industrias retornen a la “normalidad” por etapas. El problema de las recomendaciones es que han dividido las actividades económicas según industrias y no mercados: estos últimos, al tomar en cuenta el rol de los consumidores, capturan en forma completa cómo se realizan las transacciones económicas. La industria recoge de manera parcial la magnitud de las transacciones económicas.

Los planificadores gubernamentales ya han decidido que un grupo de industrias retornen a la ‘normalidad’ por etapas. El problema de las recomendaciones es que han dividido las actividades económicas según industrias y no mercados».

Puesto que el sector informal está involucrado en transacciones continuas de mercado, cortar la posibilidad de intercambio es condenarlo a la pobreza, ergo, los mercados deben funcionar y, lo más importante, pueden hacerlo sin exacerbar el contagio.

En general, la mayoría de los mercados tiene horarios regulares y son muy importantes en su desempeño porque permiten la aglomeración de transacciones; por lo tanto, hacen posible que los precios funcionen como señales para una asignación eficiente de recursos. Lo mismo sucede con el transporte público que acompaña a estas transacciones según los horarios de los mercados.

Imaginemos que el mercado es una circunferencia que se asemeja a un reloj, en ciertos tramos se observará una nube de puntos que representan transacciones que se concentran en ciertos horarios. En consecuencia, estiremos el horario y hagamos que las mismas transacciones transcurran en un tiempo mayor».

Imaginemos por un momento que el mercado es una circunferencia que se asemeja a un reloj, en ciertos tramos se observará una nube de puntos que representan transacciones que se concentran en ciertos horarios. En consecuencia, estiremos el horario y hagamos que las mismas transacciones transcurran en un tiempo mayor, y así evitamos efectos traumáticos sobre los ingresos, en particular de los más pobres.

Entonces, si el problema que nos pone la pandemia es tratar de evitar la aglomeración, es decir, un mayor contagio, entonces utilicemos las 24 horas del día y los 7 días de la semana con la recomendación de mantener la distancia social; así evitaremos restricciones discriminatorias sobre grupos de trabajadores y, sobre todo, mantenemos la sobrevivencia.

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