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El aula que cree en mí: música y lenguaje afectivo para maestras

  • Lucy Bellota
    Profesora del Departamento Académico de Educación

En el marco de la Semana de la Educación, la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) reafirmó su compromiso con la formación docente y el desarrollo integral de la infancia a través del taller “El aula que cree en mí: música y lenguaje afectivo para maestras”.

El evento, que se llevó a cabo el viernes 23 de mayo, contó con la participación de docentes de cinco instituciones educativas de la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) Nº3 en una jornada pensada para nutrir el corazón de la práctica pedagógica.

Este taller partió de una convicción profunda: la labor docente no se reduce a transmitir conocimientos. Implica construir vínculos, sembrar autoestima, y crear espacios donde cada niño y niña se sienta valorado y reconocido. Desde mi experiencia como docente universitaria y especialista en educación musical para la formación integral, propongo un espacio vivencial en el que trabajaremos con juegos rítmicos, dinámicas de lenguaje positivo y propuestas musicales sencillas que ayudan a redescubrir el poder de la palabra, partiendo del movimiento corporal en el espacio y el tiempo.

Palabra de la maestra

La palabra de la maestra puede abrir caminos, sembrar confianza y modelar cómo cada niño se percibe a sí mismo. Por eso, durante el taller, reflexionamos sobre la importancia de cuidar el lenguaje que usamos con nuestros estudiantes, evitando etiquetas negativas que pueden limitar su autoestima y su proyección. En lugar de señalar solo lo que falta, podemos comenzar por reconocer lo que ya está presente, aunque sea pequeño: una actitud amable, un esfuerzo, una idea creativa. A partir de allí, se pueden construir frases motivadoras y realistas que ayuden a los niños a confiar en sí mismos. No se trata de exagerar ni de usar frases vacías, sino de mirar con amor lo que está creciendo y ayudar a que crezca más, como se cuida una planta con paciencia y ternura.

Una docente que se escucha a sí misma, que se reconoce y se cuida puede acompañar mejor a sus estudiantes.

Además, la palabra de la maestra no solo impacta en el niño que la recibe, sino también en quienes la escuchan. Cuando una docente dice con convicción «Tú puedes», los demás niños lo creen también. Porque si lo dice la maestra, es ley. Ese mensaje compartido fortalece la autoestima del grupo, ya que la mirada positiva y la confianza se vuelven parte de la cultura emocional del aula.

Música, juego y creación

En este sentido, la música aparece como una herramienta poderosa. Cada palabra cantada, cada frase rimada puede ser una oportunidad para decir: “Yo creo en ti”, “Tú puedes”, “Estoy contigo”. Una canción repetida diariamente puede convertirse en una semilla que crece dentro de cada niña y niño como seguridad, autoestima y amor propio. Porque la música no solo enseña, también contiene, arropa y transforma.

La música aparece como una herramienta poderosa. Cada palabra cantada, cada frase rimada puede ser una oportunidad para decir: “Yo creo en ti”, “Tú puedes”, “Estoy contigo”.

El taller ofreció, además, momentos de reflexión, juego y creación en los que las maestras pudieron conectarse con sus propias emociones y con su vocación de cuidado. Una docente que se escucha a sí misma, que se reconoce y se cuida puede acompañar mejor a sus estudiantes. Los gestos cotidianos —una mirada cálida, una palabra alentadora, una canción compartida— pueden tener un efecto transformador y duradero en las vidas de los niños y niñas.

“El aula que cree en mí” es, ante todo, una invitación a poner en el centro nuestro liderazgo afectivo como maestras. Porque no se trata de grandes discursos, sino de pequeños gestos llenos de sentido: una palabra que eleva, una canción que abraza, un juego que invita a creer en uno mismo. En cada aula, puede existir un espacio donde niños y niñas sientan que alguien confía en ellos. Y ese alguien debemos ser nosotras.

*Las columnas de opinión reflejan la opinión del autor y no necesariamente la de la PUCP.

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David Bazán

Qué profunda y necesaria esta reflexión, maestra Lucy. Gracias por recordarnos que la verdadera enseñanza empieza desde el vínculo, la mirada amorosa y el poder de la palabra (y la música). El título «El aula que cree en mí» refleja una vida docente que inspira y refresca el corazón pedagógico. Confiemos en que más maestras y maestros puedan reconectar con la esencia de nuestra labor: creer en cada niño y niña. ¡Gracias por sembrar la semilla, maestra!