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Decisiones inteligentes del papa Francisco

  • Alberto Simons S.J.
    Profesor del Departamento de Teología de la PUCP

El discernimiento se desarrolla con la aplicación de la inteligencia a partir de la experiencia

El papa Francisco indica que necesitamos crear espacios para discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia

Un concepto que aparece continuamente en los documentos e intervenciones del papa Francisco es el de discernimiento. Se trata de la capacidad del entendimiento de distinguir entre lo real y lo irreal, entre lo que es efímero y pasajero, y lo que es permanente y estable. Más precisamente, el discernimiento se desarrolla con la aplicación de la inteligencia a partir de la experiencia. En todas las culturas, esto es lo que se ha considerado como la verdadera sabiduría. Los griegos nombraban a esta facultad “phrónesis” y la consideraban como la virtud por excelencia, que designaba una forma de sabiduría práctica orientada a la acción: un saber deliberar y decidir.

El discernimiento se manifiesta como una cualidad del entendimiento práctico y concreto que se ocupa no de distinciones teóricas, sino más bien de la cuestión específica: ¿qué tengo que hacer yo, aquí y ahora, en esta situación concreta? Es la manera de buscar la verdad más allá de los dogmatismos y relativismos.

En la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, Francisco nos ofrece, con mucha lucidez, un auténtico análisis de los signos de los tiempos actuales que puede ayudarnos para hacer también nosotros un discernimiento de los mismos. Al comenzar el capítulo II, Francisco dice que no es función del papa ofrecer un análisis detallado y completo sobre la realidad contemporánea, pero alienta a todas las comunidades a una “siempre vigilante capacidad de estudiar los signos de los tiempos”. Lo que quiere ofrecer va más bien en la línea de un discernimiento evangélico.

En cuanto a los desafíos de la inculturación de la fe, el papa Francisco indica que necesitamos crear espacios para discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales.

La encíclica Laudato si’ del papa Francisco, en su conjunto, constituye un discernimiento de los signos de los tiempos actuales referidos sobre todo a la ecología. En la III parte, que lleva por título “Diálogo y transparencia en los procesos decisionales”, en el n° 184 dice: “Cuando aparecen eventuales riesgos para el ambiente que afecten al bien común presente y futuro, esta situación exige que las decisiones se basen en una comparación entre los riesgos y los beneficios hipotéticos que comporta cada decisión alternativa posible”.

En la exhortación Amoris Laetitia, dedicada a la familia, nos habla una y otra vez sobre el discernimiento y la conciencia. Nos recuerda que mientras las reglas son importantes, en los entornos pastorales se necesita algo más, como es la acción de la gracia de Dios dentro de los corazones de los creyentes, que ayuda a tomar decisiones buenas, saludables y dadoras de vida.

Más en general, en una homilía en la Casa Santa Marta dice: “Los tiempos cambian y nosotros los cristianos debemos cambiar continuamente. Debemos cambiar firmes en la fe en Jesucristo, firmes en la verdad del Evangelio, pero nuestra actitud debe moverse continuamente según los signos de los tiempos”. Por eso, concluye, que “los cristianos detenidos en el se ha hecho siempre así tienen un corazón cerrado a las sorpresas del Espíritu Santo y jamás llegarán a la plenitud de la verdad”.

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