Correspondencia desde la Berlinale
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José Sarmiento Hinojosa
Egresado de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la PUCP
Fotografía:
Mario Lack
Mientras las luces del Berlinale Palast se apagan y me alisto para el transbordo de dos días que me conducirá (inevitablemente) a mi antigua ciudad, me detengo unos minutos para enviarles algunas líneas de lo que probablemente haya sido uno de los eventos más importantes de mi vida. El S Bahn (subterráneo) me espera para llegar al aeropuerto de Tegel, pero haré uso de estas horas inquietas para narrar esta increíble experiencia.
Hace unos meses, 4100 personas se presentaron a uno de los workshops cinematográficos más importantes del mundo: El Berlinale Talent Campus. Ahora llamado simplemente Talents, este evento incluye a 300 seleccionados de todas partes del mundo que se internan de lleno durante una semana, en talleres que involucran su profesión: dirección, producción, actuación, edición, etc., el Talents promete no solo el acceso a los eventos principales del Festival de Berlín, sino también trabajar con los mejores mentores del medio.
Mi caso no fue la excepción. Después de aplicar en agosto del año pasado, fui elegido para participar en el Talent Press (taller de crítica y periodismo cinematográfico), una grata sorpresa, sobre todo luego de saber que iba a ser el único sudamericano del grupo. Así fue pues, que cogí mis maletas, y después de dos días de vuelo y un apurado viaje en taxi, llegué a la primera reunión de bienvenida del Talents. El lag era intenso, pero las emociones mayores aún, pues los mentores de este año eran algunos de los críticos cinematográficos más importantes de todo el mundo: Dina Linssen, editora en jefe de Die Filmkrant de Holanda, Stephanie Zacharek, crítica principal de The Village Voice de Nueva York, Chris Fujiwara, autor de numerosos libros de cine y director artístico del Festival Internacional de Edimburgo, y Derek Malcolm, una leyenda viviente, presidente del International Film Critics’ Circle de Gran Bretaña y reputado historiador, que ha compartido anécdotas con los grandes del cine: Hitchcock, Fassbinder, Tarkovski, Orson Welles, entre cientos de otros. Con este equipo asesorándonos 5 horas al día todos los días, el taller prometía ser una gran aventura.
Pero poco imaginé que detrás de todo este profesionalismo estaba un equipo enteramente dedicado a que nosotros, digamos jóvenes talentos de la crítica de cine, afinemos nuestras mejores aptitudes y aprendamos algo más que solamente escribir sobre cine. Además del visionado diario de 4 películas, asistencia a talleres, y visitas a museos, conversatorios, entrevistas y charlas, el taller incluía siempre, el pasar un gran tiempo con nuestros mentores, que paulatinamente se volvieron grandes amigos. El ambiente fue notablemente cálido y amable, en contraste a los 3 grados centígrados de Berlín.
Fuera del taller, el festival se revelaba como el gran evento principal de la ciudad. El Potsdamer Platz (la plaza central de Berlin) brillaba con motivos, banderolas, grandes anuncios, luces, puestos de comida, aficionados al cine, periodistas, estrellas de cine y un gran movimiento que anunciaba la magia y ese glamour encantador que tiene el cine. Decenas de hermosos cines de todo Berlín nos abrieron sus puertas durante los días del Talents, y cada uno resultaba ser más glamuroso, grande, imponente y abrumador que el otro. Berlín se revela como la gran ciudad moderna de Europa, con un orden, belleza y debo mencionar, un sistema de transporte que sería la envidia de una Lima de acá a 20 años. Visitas cruciales al memorial del Muro de Berlín, al Museo del Cine, el Reichstag, la Filarmónica de Berlín (donde tuvimos la ocasión única de ver una versión restaurada del Gabinete del Dr. Caligari musicalizada en vivo por el compositor de vanguardia John Zorn) y otros maravillosos espacios, hicieron de esta visita algo memorable.
Y pasando a asuntos de cine: la competencia de Berlín hace bastantes años que no ha sido demasiado atractiva. Divida en distintas categorías (Competencia Oficial, Panorama, Forum, Generación, entre otras), la suerte de encontrar películas valiosas dependía directamente de la habilidad de levantarse a las 7 y 30 de la mañana (luego de haber llegado de la última función a la 1 a.m.) e ir a buscar los tickets más preciados. Así es que pude ver dos de las mejores películas del festival: Journey to the West, del realizador Tsai Ming-liang, y Free Range, del Estoniano Veiko Oonpu, al que tuve la oportunidad de entrevistar. Otras películas notables incluyeron Life of Riley, del realizador francés Alain Resnais (el mismo de El Año Pasado en Mariembad), Calvary de Malcolm McDonagh y 20’000 Years on Earth, un excelente documental de Nick Cave.
Claudia Llosa fue lo suficientemente generosa como para ubicar a los pocos peruanos que habíamos asistido a Berlin este año, y enviarnos entradas especiales para el estreno de Aloft, su última película. Y a pesar de que el resultado no fue de los mejores (fue quizá una de las decepciones del festival), fue maravilloso ingresar al Palast, el gran escenario principal, observando la alfombra roja y a grandes actores como Jennifer Connelly, Cillian Murphy y Melanie Laurent (a la cual tuve la oportunidad de conocer en uno de los aviones de mi transbordo). La misma Claudia se mostró generosa con todos, aprovechando la oportunidad para saludar al público y a las cámaras.
Por lo demás, películas olvidables, y estrenos que fueron y vinieron. Desde luego, el detalle de los filmes que tuve que ver en los talleres están aquí y el reporte de las películas que quise ver, aquí. Y así abandono Berlín, dejando amigos, mentores y organizadores, pero con la seguridad de que hemos hecho amistades duraderas, que esta experiencia será recordada por siempre y que esta pasión que es el cine me seguirá trayendo más, mejores y mayores satisfacciones. Hasta un próximo festival.
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