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Cambio climático y pandemia: la retroalimentación de dos crisis

  • Diego Espejo y Leslie Forsyth
    Egresados PUCP

Antes de la COVID-19, la crisis mundial más popular era el cambio climático. Rápidamente, la pandemia se convirtió en la única preocupación de los países afectados por tratarse de un asesino masivo, mundial y que no respeta fronteras. Pero ¿no es eso también parte del cambio climático? ¿Es más importante una crisis que la otra?

El peligro de tener dos crisis superpuestas es que, por un lado, se distorsiona la escala de los problemas y sus soluciones, se cruzan prioridades operativas; y, por otro lado, se pueden generar estrategias a corto plazo para una crisis (la pandemia) que impedirían mitigar riesgos de largo plazo para la otra crisis (la climática).

Estas crisis no solo se superponen, sino que se retroalimentan. La evidencia científica respecto a la correlación entre la degradación ambiental y el surgimiento de enfermedades zoonóticas es cada vez más sólida. No se hace difícil, entonces, identificar la letalidad del vínculo entre el mantra del crecimiento económico, la pérdida de biodiversidad y la probabilidad de que otro virus como el COVID-19 se propague en la humanidad.

A nivel político, se ha observado una polarización entre las formas sobre cómo los países deben enfocar los rescates económicos ante la crisis, batallando entre el enfoque de la recuperación verde y la llamada recuperación marrón, vinculada a sectores productivos con altas emisiones.

Por ejemplo, en Estados Unidos se está discutiendo si es lógico brindar rescates financieros a empresas petroleras. Asimismo, lobbies ambientalistas piden que se incluyan condicionalidades al salvataje de empresas aeronáuticas, como compromisos de reducción de emisiones y no reducción de puestos de trabajo.

En China, el consumo de energías basadas en carbón aumentó en relación con cifras previas a la pandemia y se flexibilizó la supervisión ambiental a las empresas como incentivo para la recuperación económica.

¿Se puede hablar de un retroceso en las acciones que buscan mitigar el cambio climático? Un caso en Perú puede retratar este retroceso. El 5 de diciembre del año 2018 se aprobó la esperada Ley de plástico de un solo uso, con el objetivo de reducir los residuos plásticos. A finales del año 2019, se había logrado reducir en 1,000 millones de unidades de bolsas de plástico. Sin embargo, ante el contexto de la COVID-19, con el objetivo de reducir los índices de contagio, el gobierno recomendó el uso de bolsas de plástico de un solo uso, para evitar tener que desinfectar constantemente las bolsas reusables.

Esta recomendación no solo va en contra de sus propias regulaciones, sino que se suma al incremento exponencial de material desechable, como mascarillas y guantes, necesario para combatir el virus, lo que refleja la fragilidad de nuestro sistema y su institucionalidad en tiempos de crisis.

¿Dónde quedó la cooperación internacional? A pesar de lo evidente que resulta la necesidad de cooperación internacional en un escenario de pandemia, los países muestran un proteccionismo mercantil no visto desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo ocurre en el multilateralismo climático, los países a pesar de firmar acuerdos internacionales demoran en implementar acciones drásticas para mitigar el cambio climático.

En este escenario, es potente que mandatarios como Angela Merkel hayan comunicado su firmeza en que los gobiernos deben centrarse en la protección climática al considerar los estímulos fiscales para la recuperación. Merkel recomienda a los tomadores de decisiones que ambas crisis no solo tienen similar rango sino que no deben tratarse por separado.

La esperanza de armonizar el crecimiento económico junto con la estabilidad climática no es una preocupación novedosa producto de la pandemia, se conoce hoy como el modelo de economía verde. A lo largo del proceso de integración a la OECD, el Perú y sus pares vienen realizando esfuerzos para integrar este modelo en sus políticas a través de estrategias de crecimiento verde, ecoinnovación, seguridad alimentaria y energética, que permitan desvincular el progreso económico de la contaminación ambiental.

En esta crisis, la urgente reconceptualización del rol del Estado necesita un nuevo modelo que impida la retroalimentación de sus falencias y, más bien, permita la cooperación de sus fortalezas en tiempos difíciles.

Sobre los autores

Diego Espejo es geógrafo por la PUCP, M.Sc. en Economía y Gestión Ambiental por la Universidade do Porto, e investigador en el Foro Nacional Internacional.

Leslie Forsyth es socióloga por la PUCP, M.Sc. en Antropología, Medio Ambiente y Desarrollo por la University College of London, y directora ejecutiva en el Foro Nacional Internacional.

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