La historia de la casa se remonta al reparto de solares tras la fundación de Lima, cuando Francisco Pizarro asignó el terreno a Diego Maldonado “El rico” en el siglo XVI.El proyecto de intervención de la Casa Riva-Agüero empezó el 2021. La primera fase se centra en la estabilización estructural.El Mag. Julio Sánchez, gestor del proyecto de intervención de la Casa Riva-Agüero, muestra cómo la humedad dañó las paredes de la casa.La Casa Riva-Agüero fue donada por José de la Riva-Agüero. Desde 1957 es sede del Instituto Riva-Agüero.En el proceso de intervención de la Casa Riva-Agüero, se han encontrado «muros Frankenstein», mezcla de adobe, quincha, ladrillos y cemento.El inmueble adquirió una dimensión institucional cuando José de la Riva-Agüero legó sus bienes a la PUCP en 1944, lo que permitió la creación del Instituto Riva-Agüero en 1947.
La historia de la casa se remonta al reparto de solares tras la fundación de Lima, cuando Francisco Pizarro asignó el terreno a Diego Maldonado “El rico” en el siglo XVI.
Nuestra Universidad avanza la restauración integral de la Casa Riva-Agüero, inmueble del Centro Histórico de Lima ocupado de forma continua desde el siglo XVI. El proyecto combina arqueología, conservación material y tecnologías estructurales para devolver a la casona legada por José de la Riva-Agüero y Osma su función académica y cultural.
Texto:Eduardo Dávila Lynch
Fotos:Jorge Cerdán y Archivo
23.10.2025
La Casa Riva-Agüero es prueba de un esfuerzo de conservación que combina historia y técnica. Donada por José de la Riva-Agüero y Osma a la PUCP, la casona ubicada en la calle Camaná mantiene mobiliario y archivos de gran valor. Desde 2021, la Universidad desarrolla una intervención que busca detener el deterioro, documentar las capas constructivas del edificio y proyectarlo como sede activa del Instituto Riva-Agüero (IRA). Se trata de un proyecto conjunto entre el IRA y la Oficina de Obras y Proyectos de la Dirección de Infraestructura, que tiene carácter integral: arqueología, arquitectura, ingeniería y conservación confluyen para recuperar un inmueble que, en palabras del equipo, «es una casa que nunca dejó de vivir».
La intervención -a cargo del Instituto Riva-Agüero y la Oficina de Obras y Proyectos de la Dirección de Infraestructura- busca detener el deterioro, documentar las capas constructivas del edificio y proyectarlo como sede activa del IRA.
La restauración tiene dos objetivos complementarios. Primero, estabilizar la estructura y eliminar los daños causados por la humedad; segundo, conservar la autenticidad material del edificio y su capacidad para ser usado por la comunidad académica. El trabajo refleja la decisión institucional de la PUCP: asumir la responsabilidad patrimonial y financiar la obra con recursos propios, para asegurar continuidad y coherencia entre conservación y uso.
Restauración de la Casa Riva-Agüero: visión, prioridades y metodología
La intervención arrancó tras detectar daños graves por humedad que obligaron a cerrar ambientes, entre ellos el archivo histórico. El primer proyecto, presentado en 2019, fue observado por el Ministerio de Cultura por proponer cambios funcionales. En 2021, se replanteó la propuesta. El nuevo expediente prioriza la conservación de técnicas tradicionales. «Se respetan las técnicas originales —adobe, quincha, ladrillo— para mantener la esencia espacial de la casa», explica el arqueólogo Mag. Julio Sánchez, gestor del proyecto de intervención de la Casa Riva-Agüero.
El plan de trabajo se organiza por zonas de prioridad. La primera fase se centró en la humedad y la estabilización estructural. Para reforzar muros y permitir flexibilidad sísmica, el ingeniero Daniel Torrealba diseñó mallas estructurales. Sánchez precisa que las mallas se colocan según recomendaciones de ingeniería y que no se aplican de manera uniforme: cada muro recibe la solución técnica que requiere. El ritmo de obra es cuidadoso: la intervención avanza con planes trianuales y documentación estricta. A octubre de 2023, el proyecto registró un avance cercano al 35% del total previsto.
El expediente respeta las técnicas originales —adobe, quincha, ladrillo— y mantiene la esencia espacial de la casa».
La toma de decisiones parte siempre de la lectura estratigráfica del edificio. Esa lectura revela intervenciones antiguas y problemas ocultos que no se aprecian sin excavar. El equipo ha encontrado lo que denominan «vicios ocultos» y «muros Frankenstein», muros que combinan adobe, quincha, madera y rellenos modernos. Frente a estas situaciones, la estrategia ha sido documentar, analizar y optar por soluciones que respeten el pasado, y aseguren el futuro funcional del edificio.
Hallazgos arqueológicos y conservación científica
Las excavaciones han puesto al descubierto cimientos, canales de irrigación coloniales, desagües y pisos superpuestos de distintas épocas. Además se han hallado fragmentos de loza fina y restos de técnicas constructivas que incluyen elementos de origen animal. Todo el material arqueológico ha sido documentado y catalogado por el equipo encabezado por Antonio Coello. El procedimiento es claro: registrar, informar al Ministerio de Cultura y, cuando corresponde, solicitar la custodia para su conservación en el Museo de Arqueología Josefina Ramos de Cox de la PUCP.
La relación entre arqueología y uso es central en el proyecto. La PUCP ha decidido priorizar la funcionalidad del inmueble y proteger el patrimonio mediante (re)entierros controlados. «Priorizamos el piso funcional, mientras el histórico se protege volviendo a enterrar las evidencias», indica Sánchez. Esa decisión evita convertir la casa en un museo estático; en cambio, permite su uso académico sin renunciar a la preservación científica del registro material.
Las excavaciones han puesto al descubierto cimientos, canales de irrigación coloniales, desagües y pisos superpuestos de distintas épocas. Además se han hallado fragmentos de loza fina y restos de técnicas constructivas que incluyen elementos de origen animal.
El marco teórico del proyecto incorpora principios internacionales y locales de conservación. La intervención se inspira en criterios como la reversibilidad, la mínima intervención y la lectura estratigráfica. Además, incorpora tecnología para procesar la documentación: escaneos 3D, fotogrametría y bases de datos fotográficas que aseguran trazabilidad. Esa documentación servirá para publicar un registro científico y para orientar futuras intervenciones en el Centro Histórico.
Estos principios se traducen en decisiones concretas. Por ejemplo, la elección de reforzar muros con mallas flexibles busca respetar la ductilidad tradicional del adobe y la quincha, mientras mejora la respuesta sísmica. La documentación fotográfica y la digitalización garantizan que cada intervención se registre para futuras generaciones. En suma, el marco teórico conecta el respeto por el pasado con la exigencia de un uso contemporáneo y seguro.
Casa y legado de José de la Riva-Agüero: historia y significado institucional
La historia de la casa se remonta al reparto de solares tras la fundación de Lima. El terreno que ocupó fue asignado por Francisco Pizarro a Diego Maldonado «El rico» en el siglo XVI. El Dr. José de la Puente Brunke, exdirector del IRA, cuenta: «La casa actual es del siglo XVIII, de la familia Ramírez de Arellano, de origen español y de la nobleza limeña. El más importante miembro de la familia que vivió en esa casa fue el abuelo de Riva-Agüero, Juan Ignacio de Osma y Ramírez de Arellano, cuya hija se casa con José Carlos Francisco de la Riva-Agüero y Riglos, que es el padre de Riva-Agüero. Entonces, la familia Riva-Agüero Osma siguió viviendo en la casa de la calle Lártiga, que es el jirón Camaná cuadra 4, donde está el IRA».
El más importante miembro de la familia que vivió en esa casa fue el abuelo de Riva-Agüero, Juan Ignacio de Osma y Ramírez de Arellano, cuya hija se casa con José Carlos Francisco de la Riva-Agüero y Riglos, que es el padre de Riva-Agüero».
A lo largo de los siglos, el inmueble sufrió terremotos, incendios y reconstrucciones. La estructura actual conserva elementos principales de los siglos XVIII y XIX, mientras que el segundo piso y los balcones visibles son intervenciones de mediados del siglo XX. La investigación reciente confirma su continuidad ocupacional y su valor como testigo material de la ciudad.
El inmueble ganó una dimensión institucional decisiva cuando José de la Riva-Agüero legó sus bienes a la PUCP al morir en 1944. Entre estos figuraron la Casa Riva-Agüero, la Casa O’Higgins, la casa de verano en Chorrillos, el Fundo Pando y una biblioteca con primeras ediciones e incunables. Ese legado permitió la creación del Instituto Riva-Agüero (IRA) en 1947, concebido como centro de investigación en humanidades. «El IRA nació como homenaje a ese legado. Nos donó sus bienes, su biblioteca y su casa. La Universidad existe como la conocemos porque hubo un benefactor que creyó en ella», recuerda el Dr. Jorge Lossio, actual director del instituto.
Riva-Agüero nos donó sus bienes, su biblioteca y su casa. La Universidad existe como la conocemos porque hubo un benefactor que creyó en ella».
Lossio subraya la centralidad del IRA en la vida intelectual del país. La sede histórica es mucho más que un edificio: es un archivo, un museo y un lugar de seminarios que concentra memoria y producción académica. Proteger la casa supone, por tanto, sostener una infraestructura crítica para las humanidades en el Perú. De allí que la restauración tenga un valor simbólico y práctico: renueva los lazos entre la PUCP y su propia historia fundacional.
Casa Riva-Agüero: financiamiento y proyección institucional
La PUCP financia íntegramente la restauración. Esa decisión garantiza autonomía técnica y continuidad administrativa. A diferencia de otras restauraciones en Lima, que combinan fondos extranjeros y donaciones, la Casa Riva-Agüero avanza con recursos universitarios comprometidos por el Rectorado. «Esta obra no se detendrá, porque existe un compromiso explícito de preservar el legado de Riva-Agüero y devolver la casa a la ciudad», afirma Sánchez, quien destaca el respaldo institucional como factor decisivo.
El proyecto es interdisciplinario: arqueólogos, ingenieros, arquitectos, historiadores y conservadores trabajan de manera coordinada. Además, la PUCP prevé que la restauración no termine en la obra civil. Se planea una fase de equipamiento del archivo, la reubicación de colecciones, y la puesta en marcha de seminarios, cursos, exposiciones y residencias académicas vinculadas con las humanidades; en suma, actividades que revitalicen el IRA. El objetivo es que la Casa Riva-Agüero vuelva a funcionar como centro vivo de investigación, enseñanza y diálogo público.
El Dr. De la Puente Brunke sintetiza el sentido público del proyecto. «Conservar esta casa es conservar parte de la historia del Perú. Si la PUCP no la cuida, nadie más lo hará». Esa afirmación resume la combinación de deber institucional y el compromiso cívico que animan la intervención. «Riva-Agüero no solo donó una casa, donó una misión. Conservarla es honrar ese mandato», agrega.
La documentación fotográfica y la digitalización garantizan que cada intervención se registre para futuras generaciones. En suma, el marco teórico conecta el respeto por el pasado con la exigencia de un uso contemporáneo y seguro.
Cuando la restauración concluya, la Casa Riva-Agüero no será solo un archivo protegido. La idea es que el edificio funcione como un nodo que conecte la Universidad con el Centro Histórico y con la ciudadanía. «Queremos que vuelva a ser un espacio vivo para Lima y para las humanidades», dice Lossio, mostrando la voluntad institucional de abrir puertas y articular actividades públicas.
El proyecto refleja un modelo de patrimonio activo: se protege y se usa. También se apuesta por la difusión académica: la base de datos y la documentación generada durante la obra permitirán publicaciones, exposiciones y recursos digitales accesibles para investigadores y público general. Así, la restauración produce conocimiento, y ofrece herramientas para enseñar conservación y gestión del patrimonio en contextos reales. «No se trata solo de reforzar muros: estamos devolviéndole vida a una casa que seguirá albergando investigación, cultura y memoria», señala el arqueólogo Julio Sánchez.
La Casa Riva-Agüero es un símbolo fundacional para la PUCP. Restaurarla es más que salvar muros; es conservar la memoria de nuestro principal benefactor y reafirmar el rol público de la Universidad. Al recuperar la casona, la PUCP protege una parte significativa de su historia institucional y fortalece un espacio para el pensamiento crítico. Preservar esta casa es, en definitiva, preservar la identidad de la Universidad y su compromiso con el país.
Mira el documental sobre la restauración de la Casa Riva-Agüero realizado en el 2024
Se desempeña como arqueólogo de nuestro campus en la Oficina de Obras y Proyectos de la Dirección de Infraestructura PUCP. Es además gerente general de Wiracocha Consultores y Especialistas S.A.C., empresa dedicada a intervenciones arqueológicas, y al desarrollo de proyectos culturales innovadores y sostenibles. Su trayectoria combina investigación, conservación y gestión del patrimonio cultural: ha […]
Es doctor en Historia por la Universidad de Sevilla y bachiller en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Es profesor principal del Departamento de Humanidades, además de presidente de la Academia Nacional de la Historia del Perú. Ha sido también director del Instituto Riva-Agüero, institución desde la cual impulsó importantes proyectos de […]
Es doctor en Historia por la Universidad de Manchester (Reino Unido), y especialista en la historia de la ciencia y la salud en América Latina. Ha publicado diversos libros y artículos sobre la relación entre salud, Estado y sociedad, entre ellos Salud Pública en el Perú del siglo XX: paradigmas, discursos y políticas (IRA, 2017), Estado, prensa y […]
Deja un comentario