Desde su nuevo puesto como directora en el Museo de Arte de Lima (MALI), Sharon Lerner hace una pausa para conversar sobre lo logrado en sus más de quince años de experiencia artística. “Mi presente no tiene nada que ver con mi inicio en la PUCP”, cuenta la artista. Proveniente de una familia orientada a la filosofía, Lerner pensó que estudiar Humanidades sería el paso lógico. Pero la plástica y la pintura rondaban su curiosidad. “Fue en Estudios Generales Letras que me convenzo de que lo que más me llamaba era el arte”, recuerda. Hizo su transferencia a esa facultad para comenzar otra travesía.

Sin embargo, ni siquiera su inicio por Artes determinó su carrera actual. Cerca del final de su especialidad es que empieza a tener contacto con profesores que le presentaron el mundo de la curaduría, un tema que aún no era tocado en las aulas en profundidad. Esas reflexiones y debates con compañeros y profesores los llevó a crear la revista Prótesis, que tuvo tres ediciones anuales. 

“Fue así que me acerqué al mundo del arte contemporáneo, a entender las exhibiciones e investigar la producción artística”, dice. En ese mundo también encontró a profesores como Jorge Villacorta, quien se convirtió en su guía en la curaduría. Y así, en medio de exposiciones logradas, becas y posgrados, llegó al MALI en 2012.

Un segundo hogar

Tras una maestría en el California College of the Arts de San Francisco, Lerner regresa al Perú para practicar lo aprendido. De repente, una plaza en el MALI se había abierto: era para realizar curaduría contemporánea. “Este fue un espacio que el museo había explorado desde hacía poco tiempo antes, gracias a mi predecesora Tatiana Cuevas”, cuenta. 

El MALI, con un tono más histórico, decide apostar también por lo contemporáneo, algo que Lerner considera que era necesario para el medio artístico. Postuló y lo obtuvo. “Ha sido una experiencia formativa enorme, aprender el funcionamiento de una institución tan rica, sólida y compleja”, señala. Aunque prioriza la importancia del impacto de este museo en su trayectoria, luego de diez años de trabajo en él puede decir que ahora el MALI también lleva algo suyo. “Pude contribuir a la consolidación de un enfoque hacia lo contemporáneo en el arte peruano. Un engranaje más dentro de un aparato muy grande”, dice.

Ahora, como directora de este espacio, Lerner piensa que aunque solo el reto de impulsar el museo tras la pandemia es grande, hay algo más que quiere lograr. “Es un momento que nos permite replantear muchas cosas, incluso la relación con los públicos”, afirma. ¿Cómo revalorar estos lugares que durante los últimos años fueron olvidados? “Pues un paso puede ser acercándolos a la gente de a pie, desde una actitud contemporánea. Esto sin dejar la importancia de lo académico o lo histórico”, opina Lerner.

El arte y la academia

Reflexionando sobre su tiempo en la PUCP, la curadora señala lo importante que es contar con una escuela de arte dentro de un espacio universitario. “El que la formación artística pueda estar acompañada del intercambio con especialistas, alumnos y profesores de otras disciplinas es una experiencia muy enriquecedora”, señala. Para Lerner, la formación estética que recibió en estas aulas, con énfasis en la técnica y la materialidad, sigue marcando su obra.

Sobre el cariño a la institución, está por descontado. “Hace tiempo escuché que el espíritu de la casa está asociado a la identidad de la PUCP. Sí, hay un sentido de pertenencia, de un espacio comunitario. Es algo con lo que comulgo”, finaliza.