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Noticia

Alonso Cueto, escritor y docente

El escritor y también docente de nuestra Universidad acaba de ser galardonado como Personalidad Meritoria de la Cultura por el Ministerio de Cultura de nuestro país, en reconocimiento a sus 40 años de trayectoria en el campo de la literatura peruana.

  • Texto:
    Oscar García
  • Fotografía:
    Alex Fernandez

Hace unos meses, Alonso Cueto fue sometido a una operación que se complicó más de lo esperado. En la sala de cuidados intensivos, el tiempo y el universo parecían congelados. El que tuviera las manos amarradas a diversos aparatos no le ayudaba a sustraerse de la difícil situación. “Para recuperar mi identidad, empecé a decirme cosas que son importantes para mí”, recuerda el escritor. Se contaba historias familiares, fragmentos de novelas y obras de teatro. Los poemas de Quevedo, Vallejo, Góngora y Neruda se le aparecían, motivándolo a recitarlos, y también tarareaba canciones populares y sinfonías. “Cuando terminaba, empezaba de nuevo”.

A su mente vinieron trozos de cuentos y temas musicales que creía haber olvidado, fenómeno que Cueto interpreta como “una reserva personal de imágenes y sonidos que funcionan de sistema inmunológico contra el vacío”. Ahora, ya restablecida su salud, nota que invocó a la literatura y el arte para ahuyentar a la muerte. El método que usó era consecuente con su propia vida, aquella que ha dedicado a leer y escribir. Precisamente, en reconocimiento a sus 40 años de trayectoria de escritor, el Ministerio de Cultura le otorgó recientemente la distinción Personalidad Meritoria de la Cultura, gracias a su “aporte invaluable a la tradición literaria y por ser un referente para varias generaciones de narradores peruanos”.

Alonso Cueto se detiene, y agradece la gratitud y el reconocimiento. Luego sigue con su trabajo intelectual, como si nada hubiera pasado. “Al final, lo único que interesa es tener la soledad, el silencio y el tiempo para poder investigar y escribir. Y ahí no hay premios que valgan”.

Decía el autor norteamericano David Foster Wallace que los libros importantes son los que perturban a la gente más calmada y calman a la gente más perturbada. En la lista de elegidos de Alonso se encuentran En búsqueda del tiempo perdido, de Marcel Proust; Retrato de una dama, de Henry James; Ulises, de James Joyce; la poesía de César Vallejo; la obra de Mario Vargas Llosa y algunos otros. Cueto no se anima a poner una obra entre estos seleccionados, pero sí admite que sus obras nacen de una perturbación. Muchas personas vienen a contarles sus historias, a fin de que él las incluya en una novela o cuento, pero ninguna le sirve. Sus fuentes de inspiración son conversaciones escuchadas de manera casual o noticias que lee. ¿Y cómo sabe que lo que ha oído desembocará en una obra? Porque no puedo dejar de pensar en ello.

Un lector más o menos atento de la obra de Cueto nota con facilidad la fascinación que tiene el autor con los personajes femeninos. En El susurro de la mujer ballena, narra la relación de dos viejas amigas, Verónica y Rebeca, mientras que en su última novela, La segunda amante del rey, aparece una detective tan perspicaz que es capaz de notar en qué ha cambiado una habitación la segunda vez que entra en ella. “Siempre he pensado que las mujeres viven más a fondo las relaciones que los hombres. Como la narrativa es un registro del pormenor, de las pequeñas cosas que ocurren y se convierten en nuestra épica, entonces el mundo femenino me parece muy fascinante”, comenta el autor.

Lo que puede pasar más desapercibido es la culpa que cargan muchos de sus personajes. Ya sea que realmente han hecho algo, o no, sus vidas transcurren entre sentir culpabilidad y buscar la redención. Cueto teoriza que probablemente tenga que ver con la educación católica que se le inculcó de niño. “No me atrevo a hablar con un psicoanalista para saber el porqué de esta constante, prefiero seguir culpándome a través de mis personajes”, dice.

Entre los mundos de fantasía en que se mueve y la concentración que necesita para crearlos, el escritor lleva una vida muy solitaria. Por eso, Alonso sale de vez en cuando de ella con energía para compartir sus conocimientos con los alumnos. Actualmente, dicta un taller de narrativa en Estudios Generales Letras de la PUCP, donde todos leen sus textos y se hacen sugerencias para mejorar. “Y para aprender a escribir más de acuerdo con nosotros mismos”, señala. Alonso Cueto no concibe una mejor vida que la de escritor y docente.

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