En teoría, el salario mínimo o remuneración mínima vital (RMV) es el mínimo que permite a las personas sobrevivir. En el Perú el sueldo mínimo es muy bajo, incluso es más bajo comparado con países de Latinoamérica. El doctor Oscátegui explica que para que muchas personas puedan alcanzar los niveles de ingreso aceptables, es necesaria la estructura de las familias extendidas y que todos sus miembros junten sus ingresos.

El temor de las PYME

Se especula que el alza ahuyentaría las inversiones. El docente aclara que la principal motivación para que se produzca la inversión en las empresas es el PBI. Cuando el PBI aumenta, los inversionistas invierten; cuando el PBI no crece, las inversiones tampoco.

Otra especulación es que esta alza podría incrementar la informalidad de las empresas en nuestro país. Oscátegui recuerda que esta ha sido una argumentación muy recurrente. En tiempos de crisis, el empresariado acostumbra solicitar una serie de medidas, como bajar impuestos, de manera que el salario pueda subir.  “Las empresas generalmente piden el apoyo del Estado con el argumento de querer dar confianza a los inversionistas. Sin embargo, nunca exigen que se verifique si el apoyo adicional otorgado ha significado un aumento en la inversión”, explica el docente.

Oscátegui señala que cuando la RMV aumenta, ocurren dos cosas. Primero, aumenta la demanda por los productos. Segundo, como la capacidad de la empresa no es suficiente para este incremento de demanda, necesita ampliar su tamaño de planta y debe invertir. “Por lo tanto, este aumento no significa un golpe para los empresarios. Es más, dentro de la economía de mercado, los empresarios tienen otros mecanismos como aumentar el precio del producto”, sostiene.

Las consecuencias del incremento

El aumento de la RMV no implicará consecuencias dramáticas, sostiene Oscátegui. De acuerdo a los datos del INEI sobre la RMV, el sueldo mínimo era de 460 nuevos soles en el 2003; en el 2010 era 550. En siete años subió 90 soles, mientras que entre el 2008 y el 2015 sibió 200. El aumento ha sido muy pequeño teniendo en cuenta el paso del tiempo.

“El boom económico que tuvimos debió significar alguna mejoría mayor y no la ha tenido. Esto significa que las ganancias de los empresarios aumentaron considerablemente por encima de lo que debían”, declara el docente. De acuerdo a la lógica de la economía, el empresario siempre va a querer ganar más. Si el obrero gana más, el empresario ganará menos. “Este aumento busca equilibrar la situación y recuperar en algo la pérdida que ha tenido el salario mínimo por la inflación, porque es insuficiente”, agrega.

El objetivo del aumento del sueldo mínimo no es perjudicar a los empresarios, sino mejorar el nivel de ingreso de los trabajadores, recalca Oscátegui. En el largo plazo, la inversión en el pago del sueldo será recuperada a través del aumento de los precios. En el corto plazo va a significar algún alivio para la gente que recibe el aumento. En ese sentido quizás hay un aumento de la demanda, una reducción de las deudas.

Oportunidades perdidas

Ante el temor por un posible aumento de la informalidad, el docente recuerda que los niveles de informalidad se redujeron muy poco durante el auge de los 15 últimos años. “Este pequeño aumento en el sueldo no incrementará la informalidad. Si hubiera una conexión, debería verse una reducción importante de la informalidad en los periodos de auge”, sostiene Oscátegui.

Entonces, ¿dónde ha quedado el crecimiento? El docente considera que este es un fenómeno global, en el que la bonanza económica solo ha alcanzado ciertos sectores. Como no aumentó la demanda general, no aumentan los ingresos de las pequeñas empresas que les permite capitalizarse para ser formales. Cuando las empresas tienen un capital muy pobre, muy bajo o antiguo, tienden a ser informales. Por tanto, la informalidad se debe a un problema de falta de capitalización.